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miércoles, 14 de mayo de 2025
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Poesía de Amor

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Diario EL PUEBLO digital
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De “Poesía de Amor” se habla bastante por estos días cercanos a San Valentín. Se habla de ella, se busca, se lee, se regala, y hasta se escribe, en general con la misma ligereza con que se hace la lista para el supermercado, máxime en estos tiempos de mensajes livianos, cuando no groseros y chabacanos que, esto es lo peor, se asumen como lo más natural, tiempos de desvalorización y decadencia cultural. En la mayoría de los casos de quienes la piensan y la escriben solamente para la ocasión, se cae en los lugares comunes más fastidiosos, en las más trilladas frases, hasta convertir el texto en puro cliché y cursilería, casi siempre repleto de rimas forzosamente buscadas y rebuscadas (amor-dolor-color; te quiero-me muero; rosa-roja-hermosa). Una cruel agresión a una prestigiosa rama del arte, la Literatura.
Sucede que el Amor, como la Vida, como la Muerte, es uno de los temas más frecuentados en la escritura desde que el hombre escribe, dice o piensa; entonces, escribir algo sobre él que sea de interés para un público más amplio que el íntimo destinatario de esas palabras, se hace realmente difícil, lograr su trascendencia más allá de ese “tú” que conmueve las emociones del “yo” que se expresa (o se derrama en miel), se vuelve tarea solamente para expertos. Es un oficio, hay que saber hacerlo. San Valentín
En la mayoría de los casos en que se intenta de forma ocasional (por ejemplo para regalar en un 14 de febrero) crear un “poema” de amor, el resultado no debería siquiera llamarse poema; son palabras, en el mejor de los casos dispuestas en renglones (no versos, pues lejos están de ser unidades rítmicas) y únicamente válidas para la persona que los inspiró, o para guardarlos en el cajón del escritorio o debajo de la almohada, pero sin interés para terceros.
Cuando se piensa en versos de amor de Dante…
“Tanto es gentil el porte de mi amada,
tanto digna de amor cuando saluda,
que toda lengua permanece muda
y a todos avasalla su mirada…”
De Bécquer…
“Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto…, la he visto y me ha mirado…,
¡hoy creo en Dios!”
De Rafael Alberti…
“Cúbreme, amor, el cielo de la boca
con esa arrebatada espuma extrema,
que es jazmín del que sabe y del que quema,
brotado en punta de coral de roca…”
O de Neruda,
“Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca…”
…Y estos sólo por nombrar rápidamente unos pocos, hay que entender que no son esas palabras (que hoy podemos leer en libros o láminas para colgar en la pared, a menudo acompañadas de corazones rosados o rosas rojas), las que estos ilustres de la literatura universal enviaron, si es que alguna vez lo hicieron, a sus amadas mujeres. No, seguro que lo que enviaron no se conoce, no lo hicieron para que sea algo público. Les llegó solamente a ellas, o quedó en un cajón del escritorio o debajo de la almohada. Tuvieron claro que una cosa es escribir palabras de amor para enviar íntimamente a alguien en especial, cosa también válida por supuesto, y otra cosa distinta es hacer poesía.
Ahora bien, entre algunos de los rasgos más notorios de la poesía del siglo XX, está el de crear poemas de amor que intenten, al mismo tiempo, explicar la imposibilidad de escribir sobre él. Poemas de amor que hablan sobre el poema de amor. En ese camino hay muchos y muy buenos ejemplos de poesía auténtica y original. Se nos ocurre pensar en Ernesto Cardenal y este poema:
“Muchachas que algún día leáis emocionadas estos versos
y soñéis con un poeta:
sabed que yo los hice para una como vosotras
y que fue en vano”.
O este:
“Me contaron que estabas enamorada de otro
y entonces me fui a mi cuarto
y escribí este artículo contra el Gobierno
por el que estoy preso”.
Pero vengamos más cerca, al Uruguay, a los poetas Salvador Puig (Montevideo) y Leonardo Garet (Salto), dos poetas que casualmente compartieron hace unos años el Primer Premio en Poesía otorgado por el Ministerio de Educación y Cultura. Poema de amor a alguien y a su vez, en él, reflexión sobre la acción de escribir “estos versos”, es el poema titulado “Reversos”, de Puig:
“Mis huesos que envejecen.
Yo que no.
Pero la muerte es cosa de ellos.
Mis ojos que te necesitan.
Yo que no.
Pero el amor es cosa de ellos.
Mis manos que hacen gestos.
Yo que no.
Pero escriben estos versos”.
Poema de amor a alguien y a su vez, en él, la reflexión sobre la carta y el propio poema de amor, y en especial sobre las palabras que siempre “desaparecen” cuando más se las necesita para escribir sobre amor, es el poema “Circulares”, de Garet:
“ 1- Sólo una carta de amor
se lee más veces que un poema
es más intraducible que un poema
y crece en el bolsillo
hasta hacer escribir el poema.
2- Para hablar de tus ojos
preciso las palabras
que desaparecen
cuando miro tus ojos”.
Ocurre que el lenguaje ha sido, es y será siempre “rebelde y mezquino”. Ocurre que hay caminos que han sido, son y serán siempre paralelos. Amor y lenguaje no se corresponden. Sentimientos no se responden con palabras. Y en esto no habrá Santo que te salve, ni siquiera Valentín.

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