Hoy con Víctor Augusto Rivero
Los que allá por el inicio de este siglo eran aficionados a los videojuegos lo recordarán por su legendario “Gamemanía”, ubicado frente a los ómnibus, por Gutiérrez Ruiz. Allí, durante el boom de los play station y las consolas tenían una infinidad de juegos para la venta. Él y su hermano eran los número uno el tema en Salto. Pero la versatilidad de la tecnología y los adelantos con las PC, tablets y celulares fueron haciendo el negocio cada vez menos rentable y la venta de videojuegos comenzó a decaer.
Fue entonces que con su espíritu innovador, los hermanos Rivero se aventuraron en el ramo de la barbería y peluquería masculina, un nuevo negocio con gran vigencia gracias a los estilos hipster y modernas tendencias en cortes de pelo, como el estilo futbolista, que invadieron el mundo entero.
La peluquería, justamente por esas cosas de la vida o del destino, trajo a sus manos la esperanza de muchas personas con discapacidad motriz. Tras la visita de un canadiense que le regaló una impresora 3D, consiguió cumplir su sueño de realizar prototipos de utilidad para muchas personas y así colaborar de manera altruista y solidaria con la sociedad en la que vive.
1- Mucha gente lo conoce por el legendario “Gamemanía”
“Sí, es cierto, Gamemanía fue muy importante para mi hermano y para mí, que eramos los que estábamos al frente. En realidad yo hice construcción en la UTU y mi hermano peluquería, pero nunca nos dedicamos a eso, porque como a mi hermano y a mi nos gustaban mucho los videojuegos, nos metimos en eso. Todo arrancó un día que fuimos a la feria un domingo, nos pusimos a vender una cantidad de juegos que teníamos y prácticamente nos sacaron los juegos de las manos. Así, surgió nuestro primer negocio, por allá por el 2001. Me acuerdo que yo tenía un fusca que lo vendí regalado porque justo vino la crisis del 2002 y con lo que saqué me dio para comprar una compu y una grabadora de DVD. No sabíamos nada, ni como usarla, quemamos como 150 discos, pero al final pudimos. Teníamos un puesto en la feria y después nos instalamos en lo que fue Gamemanía, durante 16 años. Ese negocio hizo que me fuera a estudiar informática y así hice el curso de Técnico en Redes y Telecomunicaciones.”
2- De los videojuegos pasaron a la barbería ¿cómo fue ese cambio?
“Los juegos empezaron a ser digitales y el negocio empezó en caída, pero uno a veces no quiere dar el brazo a torcer, un negocio es como un hijo, duele tener que cerrar. Pasó que en la época que yo hice construcción, mi hermano había hecho peluquería en la UTU y algunos cursos más en UPU (Unión de Peluqueros del Uruguay) y me propone poner una peluquería. -Bárbaro, vos sos peluquero, ¿pero yo que hago?- le dije, y me acuerdo que me contestó -¡aprendés!- y así fue. Yo miedo a hacer algo nuevo nunca tuve, así que me enganché con eso. Empezamos a ver que lo de las barberías era algo que explotaba en el mundo en ese momento y empezamos a mirar videos para aprender un poco más mientras mi hermano me iba enseñando también y así largamos barbershop, yo como barbero y él como peluquero y barbero. Eso fue hace como más de un año y medio y fuimos pioneros en el Uruguay con el tema de la barbería. Ahora mi hermano tiene una barbería en Montevideo y yo me quedé acá en Salto con este local”.
3- ¿Y las impresiones 3D cómo surgen?
“Para explicarte eso tengo que contarte una experiencia anterior que tuve con un amigo de Montevideo, que me pidió ayuda para un proyecto que tenía sobre las impresoras 3D. Me acuerdo que cuando vi por primera vez lo que se podía hacer con esa máquina me imaginé un montón de herramientas para personas con discapacidad motriz porque una vez había visto unos niños que no podían tomar ni siquiera un lápiz con sus manos y se lo ataban con un trapo para poder dibujar. Entonces, se me ocurrió poder hacer algo, una especie de soporte que se pusieran en la mano y donde colocaran el lápiz. Así, se me venían a la mente muchas cosas que podían ser útiles. Pero mi amigo al final se fue, se llevó la impresora y no pude terminar esos proyectos , así que me quedé con eso en la cabeza y la experiencia”.
4- ¿Esa experiencia y las ganas de seguir esos proyectos mantuvieron su sueño de realizarlos algún día?
“Sí, por supuesto. Hasta que pasó que un día yo estaba en la barbería atendiendo a un muchacho y entran dos hombres de unos 50 años hablando en inglés y me preguntaron si afeitaba. Yo no sé mucho inglés, pero algo les entendí y les dije que sí. Al final, ese muchacho al que estaba atendiendo, que coincidentemente estudiaba para profesor de inglés, se ofreció a hacerme de traductor, se quedó en la barbería y empezamos a entablar una charla con estos hombres y a contar cada uno un poco de su historia de vida. Ellos me contaron de su empresa y como sus abuelos habían empezado con todo eso con mucho trabajo y sacrificio yo les hablé de estos proyectos que tenía para hacer en impresión 3D pero que no los hacía porque no tenía la máquina”.
5- ¿Quiénes eran esos dos hombres?
“Ellos andaban haciendo pesca deportiva y llegaron a Salto. Uno es canadiense y tiene una empresa que trabaja en el rubro de la electricidad. Se ve que mi historia los conmovió y mi interés por crear esas herramientas para ayudar a las personas con discapacidad les gustó. El canadiense se ofreció a darme una mano y pasarle mi proyecto a otras personas que podían ayudarme”.
6- ¿Cómo siguió el contacto con ellos?
“Yo le escribí a su mail. Como pasaron varios meses y las cosas estaban un poco trancadas, un día me dijo que le pasara el modelo y el costo de la impresora que necesitaba. La compró y me la mandó de regalo. Lo único que me pidió fue que todo lo que hiciera con ella se lo fuera mostrando. La máquina me llegó cerca de reyes, este año y la felicidad que tuve cuando la vi no la puedo describir”.
7- ¿Cuáles fueron sus primeros diseños?
“Apenas llegó la impresora lo primero que me puse a hacer fue a perfeccionar mi primer dispositivo que había hecho con la máquina anterior y no había quedado del todo bien. Era un soporte para lápices o pinceles para que los niños que tienen dificultades de motricidad en sus manos puedan dibujar, lo llamamos -pipclip- porque es como una pipa con un gancho. Después, hice una especie de prótesis para un niño que tenía solamente dos dedos. En este caso la mamá, que es de Treinta y Tres, me contactó por facebook y me preguntó si podía hacer una especie de félula que le separara esos dedos para que pudiera tomar alguna cosa con ellos. Cuando conocí la situación le dije que podía hacer algo más que eso, podía hacerle un dedo opuesto a los que él tenía y así empecé a trabajar en ese proyecto hasta que ellos pudieron venir, probárselo, le hicimos algunos ajustes y se llevaron ese dispositivo que vino a ser una herramienta fundamental para el niño. Lo que me pidieron recientemente fue la creación de una prótesis mamaria para una señora mayor pero en este caso necesitaría contar con un escaner para poder hacerle una réplica exacta”.
8- ¿Cuánto demoran en hacerse?
“Hacer un dispositivo lleva unas tres o cuatro horas en la máquina y el diseño me lleva uno o dos meses, porque tampoco me dedico solo a eso y además a veces vas haciendo el modelo y tenés que ir corrigiéndolo”.
9- ¿Dónde lo pueden contactar?
“Todas estas cosas que hago las comparto a través de una plataforma web con otras personas que también hacen este tipo de dispositivos, ahí se suben prototipos y cualquiera las puede bajar y usarlos gratuitamente. También tengo una pagina en facebook que se llama PRO-TEC-TIC”.
10- ¿Qué lo motiva a continuar haciendo estos proyectos y qué siente cada vez que entrega uno?
“La satisfacción mía es ayudar a otras personas como fue a ese niño al que le dimos ese prototipo con un dedo, ver su felicidad y como lo pudimos ayudar. También que todo el tiempo en que me dedico a un trabajo de este tipo sirva para alguien”.
Hoy por:
Wanda Aranguren