Por : Jorge Pignataro
En todo lo que ha transcurrido de este año, EL PUEBLO ha dedicado varias páginas al Centenario de Mario Benedetti. El pasado domingo, en la previa del día en que se cumplían los 100 años, esta página fue dedicada enteramente a él, a conocer más sobre su vida y su prolífero quehacer literario, periodístico, político. Benedetti es un autor que cuenta con miles de seguidores, y hasta fanáticos, sea porque gustan de su obra o, en muchos casos, por mera afinidad con su pensamiento político. Pero así también, hay miles de personas que ven en él a un poeta de escasa originalidad en lo literario y hasta un enemigo de la paz social en lo político. Por eso es bueno dar cabida al mismo tiempo, este tiempo de sus cien años, a esas críticas –a menudo poco difundidas- que recaen sobre su figura, de manera de tener una «radiografía» más acabada de todo lo que despierta este popular escritor. Lo que sigue es una síntesis de esos cuestionamientos principales:
-Decía Benedetti que «Entre la literatura y la revolución, la prioridad es la revolución» y que «Matar es un agrio deber revolucionario».
-«Estuvo entre los pocos intelectuales que defendieron a Fidel Castro cuando apresó al poeta Heriberto Padilla y calló vergonzosamente ante los fusilamientos ordenados por el dictador cubano en el 2003».
-«Benedetti es un escritor para consumo de la superficialidad y los aficionados a los lugares comunes», ha dicho de manera tajante el colombiano Eduardo Escobar, un juicio que comparten prestigiosos críticos y académicos del mundo entero. Hubo grandes escritores latinoamericanos que defendieron posturas políticas igual de abyectas, como Cortázar u Onetti, pero fueron creadores de una obra literaria única e innovadora, que supera ampliamente los deslices cometidos en el campo ideológico. No puede decirse lo mismo de Benedetti». -Alber Vázquez califica a su poesía de «pedante, odiosa, pueril, cargante, malograda, cansina y aburrevacas». El argentino dice que «Benedetti es un poeta de medio pelo al que una legión de indolentes con poca o nula experiencia lectora ha encumbrado más allá de todo lo razonable».-»Su carrera literaria fue una colección de fracasos, hasta que Fidel Castro lo apadrinó. En 1945 su primer libro, el poemario La víspera indeleble, no vendió ni un solo ejemplar. Tres años después, su segunda obra corrió la misma suerte.
Benedetti pidió un préstamo tras otro para pagar las ediciones de su tercer, cuarto, quinto, sexto y séptimo libro entre 1949 y 1953, que fracasaron ostensiblemente. Recién en 1956, con Poemas de la oficina, consiguió vender la modesta suma de 500 ejemplares. Pero entonces, algo pasó en 1959: la revolución cubana. Y Benedetti encontró en el régimen castrista la inspiración necesaria, y la angustia existencial cedió espacio a las certezas políticas y la incertidumbre dejó lugar a odios concretos, como Estados Unidos y la burguesía. De esos primeros tiempos revolucionarios datan el volumen de cuentos Montevideanos, el mismo año de la entrada de Castro y Guevara en La Habana, así como la novela La tregua (1960). Pero lo cierto es que la revolución cubana proveyó algo más que simple inspiración. A partir del alineamiento público de Benedetti con la ortodoxia marxista-leninista y sobre todo desde 1967, cuando pasó a desempeñarse como funcionario del gobierno cubano dirigiendo el Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas, el aparato cultural-propagandístico de la isla lo catapultó a toda América Latina, retribuyendo su adhesión sin condiciones al nuevo sistema dictatorial».
-Fidel Castro necesitaba intelectuales que le lavaran la cara a su gobierno en medios internacionales y Benedetti fue uno de los que mejor cumplió esa labor. En 1968, por ejemplo, ante el alejamiento de la revolución del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, que optó por el camino del exilio, no dudó en descalificarlo diciendo que era «un gusano y no precisamente de seda». Otro tanto hizo en 1971, cuando el régimen castrista encarceló al poeta Heriberto Padilla acusándolo de contrarrevolucionario, para después obligarlo a firmar una carta de arrepentimiento. Un grupo de 61 intelectuales, entre los que se contaban Jean-Paul Sartre, Alberto Moravia, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, firmó una solicitada descreyendo de tal carta y denunciando a Castro por usar métodos de represión estalinistas. Benedetti, en cambio, publicó un artículo en defensa del régimen en el que afirmaba que entre la revolución y la literatura, había que escoger la primera.
-Por la misma época, Benedetti se dedicó a fustigar a la democracia uruguaya, abonando el terreno para quienes buscaban derribarla con violencia: los tupamaros. «Se fue generando un clima favorable a la guerrilla, y en esa tarea Benedetti tuvo una influencia importante», explica el analista Hebert Gatto, estudioso de la ideología tupamara. Como parte de esa campaña, publicó en 1971 la novela El cumpleaños de Juan Ángel, un alegato en favor de la lucha armada. En la obra el protagonista va cumpliendo distintas edades a lo largo de 24 horas. Al final del libro, con 33 años conoce al líder guerrillero Marcos, que le explica que matar es un agrio deber, y abraza la revolución.
El subcomandante Marcos, líder de la guerrilla zapatista, tomó su nombre de esta obra.
-En 1971 asumió un rol más activo desde la dirección del Movimiento 26 de Marzo, el brazo político de los tupamaros, ejerciendo tareas clandestinas que incluyeron la de alojar en su departamento a Raúl Sendic, cabecilla de la banda. En solo una semana atracaron 9 bancos, aunque el botín más sustancioso lo obtuvieron al robar dos casinos y la General Motors.
-A partir del Golpe de Estado uruguayo, Benedetti partió al exilio. «Entre 1976 y 1980 recaló en Cuba, y luego prefirió, como muchos otros de sus camaradas, probar las mieles del capitalismo europeo. En 1984, como columnista de El País de Madrid, Benedetti polemizó en defensa del gobierno de Castro con los escritores españoles Juan Goytisolo y José Ángel Valente, que lo acusaron de mentir descaradamente».
-Otra polémica famosa fue la que sostuvo sobre el mismo tema con Mario Vargas Llosa, quien dijo que «para Benedetti, que un gobierno exilie, encarcele o mate a sus adversarios es menos grave si lo hace en nombre del socialismo».
-En 2003, un grupo numeroso de opositores a Castro fue condenado a penas de 25 años de cárcel y tres personas que habían intentado escapar de Cuba fueron ejecutadas. En ese momento, hasta un comunista de toda la vida como José Saramago sentó su protesta. Benedetti callaba.
-Cuenta su secretario personal, que en sus últimos años, «si una revista se imprimía en Miami, entonces no le daba la entrevista». A un ex compañero de militancia que quiso hablar con él para explicarle por qué ya no adhería a la izquierda, se negó a recibirlo tildándolo de «traidor». Y hasta llegó a decir que la historia política del Uruguay previa al gobierno del Frente Amplio era de «174 años de gobiernos de derecha», olvidándose que el país conoció la legislación social de avanzada de José Batlle y Ordoñez, la sustitución de importaciones de Luis Batlle y la experiencia desarrollista del segundo gobierno blanco.