Cuestión de franqueza. Ser local, implica una responsabilidad mayor en situaciones como estas. El local parece obligado a vencer. Porque tiene la gente que fue a verlo ganar y porque el rival que llega de visitante, puede manejar la estrategia de la especulación.
Siempre la sensación es que el local debe exponer el repertorio más a la medida de la circunstancia.
El que está obligado.
Cuando el local no gana, los fantasmas se mandan de cuerpo y alma en la escena. En el juego ante Florida en semifinales, 1 a 1 en el Dickinson y no faltaron quienes se fueron alistando en la legión de los decepcionados.
Sin embargo, Salto fue y trancó fuera de casa. Ofreció el caudal básico de una personalidad manifiesta, plasmó el empate y en la ejecuciones frente al paredón, el bueno del «Coti» Regueira con el traje de prócer a cuestas. Y lo fue otra vez.
Por eso, el reparto 1 a 1 del pasado domingo en el Dickinson, qué tela deja para cortar, es una interrogante puntualísima,.
Mientras una verdad pasa a ser factor dominante: Salto «tiró la pelota a la casa del vecino». El vecino de Lavalleja pasa a asumir el rol de Salto en el Dickinson: lo miran más ojos.
Cargará con la mochila de ser local.
Y esa mochila…¿cuánto pesa?
Ese rol, ¿cuánto gravita?
Por eso es que el empate como visitante de Lavalleja, es un resultado que lo potencia o no. Es la duda.
Salto sabe que al vecino de Lavalleja le pueden latir excesivamente aceleradas las pulsaciones y entonces, la chance abierta de sorprender.
El fútbol tiene el factor sorpresa en su compaginación general, y es un factor ineludible.

NO HAY QUE INVENTAR UN FAVORITO
CUANDO EL FAVORITISMO NO EXISTE
Cuando se enfrentaron Salto y Florida, costó establecer o marcar la condición superior de uno sobre el otro. Porque en definitiva no la hubo. Con Salto y Lavalleja se repite la historia. ¡Sin favoritismo a cuenta de ninguno!
Frente a esa convicción, el empate del domingo en el Dickinson, se encuadra en la lógica. O en la justicia misma.
¿El reparto de puntos, como consecuencia de lo que pasó?: tal cual.
Por eso, ante el futuro que llegará, la misma e inalterable base del pensamiento. Cualquiera de los dos está habilitado para ganar, EN FUNCIÓN DEL EQUILIBRIO QUE REVELAN.
Lavalleja fue de menos a más. Arrancó a media luz, hasta que la toma de conciencia grupal según el técnico Gerardo Cano, fue abonando el camino de la reacción.
Salto no siempre fue estable, pero conservó una determinada línea de exposición. Solo en un partido, no convirtió goles: en Rivera y como visitante. Pero además, nunca perdió de local y pasó la barrera de los 20 goles en el Campeonato del Interior. Es un mérito, real, auténtico, generoso.
Mientras Lavalleja aguarda en casa y la pelota en el patio de sus sensaciones. ¿le pesa esa mochila y cuánto?
¿O desde el oficio que tiene, el margen de ilusiones sobre el que se asienta? Salto sabe a quien tiene enfrente. Lo entró a conocer. Y en esta aventura soñadora de campeón, admite que es parte de un derecho que no se oculta. Que ahí está. Y existe.