Es seguro que las nuevas generaciones de neutrales (en la divisional que fuese), de delegados (en la divisional que fuese), de técnicos y jugadores (en los equipos que fuese) y cronistas deportivos (en los medios que fuese), desconocen la trayectoria, la historia personal del Dr. Hugo Ariel Guerra en la Liga Salteña de Fútbol. El ya expresidente de la «B» en función de su renuncia, supo de accesos a funciones en la Liga sobre finales de los años 70 e integró Colegios de Jueces, mandos en la «A», de repente algún tribunal también.

Con su final en la Liga, se fue del fútbol EL ÚLTIMO SOBREVIVIENTE DE UN TIEMPO; que dejó huellas indelebles, con un señorial eterno a la hora del liderazgo como el Esc. Fernando Irazoqui.
Pero el hecho es que el Dr. Guerra hace abandono de su misión, bajo circunstancias lejanas a los estamentos del fútbol-dirección, porque en definitiva todo concluyó pasando sin más trámite por cuestiones personales. El ser humano-Dr. Guerra, igualmente fue eje del tiroteo argumental, con delegados que apelaron a la dureza de la calificación.
LA INEXORABLE DECISIÓN
Hay que suponer que frente a esa oleada contraria, el presidente de la «B» optó por la renuncia. Su sillón quedó vacío. Detrás: su historia.
Lo que es inadmisible o se plasma como absurdo de pésimo aliento, es que el Dr. Hugo Ariel Guerra se aleje como se alejó. Se vaya como se fue.
Sin saber a ciencia cierta los íntimos dictados de sus pensamientos, después del furioso vendaval que lo acorraló. Tampoco hubo para el Dr. Guerra un escenario de gratitud, para que alguien, algunos o los que fuesen, transmitieran tan solo el rescate de palabras que valoraran más de 35 años de adhesión a la Liga Salteña de Fútbol.
Con aciertos y errores, mixtura a la medida de la condición humana, pero sin dejar de exponer el sentimiento hacia esa casa que alojó por tantos años su entusiasta actitud como dirigente.
La pena es LA FORMA en que el Dr. Guerra se va. Una pena real. Francamente. No lo merecía. No es justo.Y no se trata de caer en elaboraciones lacrimógenas. Simplemente: lo que es, es. Sin maquillajes. Ya demasiado maquillajes andan en la vuelta, con los dobles discursos casi siempre. Y con la deshonestidad intelectual también, casi siempre. ¿O no es así, Dr. Hugo Ariel Guerra?
De lo que no hay dudas: los cascotazos al sentimiento a veces juegan su propio partido. Son tramposos por naturaleza. Y tiran a matar.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-