Patrimonio es algo que nos pertenece y a su vez algo a lo que pertenecemos.
Se trata de valores materiales, pero también inmateriales, intangibles, generalmente ligados a una época, a un lugar a una nación.
Patrimonio es también un conjunto de valores que nos identifican, incluyendo incluso personas emblemáticas de cierta época o cierta actividad.
Hay un patrimonio público, que es de todos, que todos disfrutamos en su momento y hay un patrimonio familiar y hasta uno individual, pero el que más interesa es precisamente aquel que compartimos todos.
De allí que dedicar la celebración de este año a la actividad teatral, como se lo ha hecho este año, nos parece un gran acierto.
El teatro uruguayo ha sido una de las actividades más representativas del pueblo uruguayo «desde siempre», pero especialmente durante las épocas en que el pueblo sufrió particularmente la falta de democracia.
En estas ocasiones el teatro se convirtió en una genuina voz del pueblo, que aguardaba la presentación de una obra en particular para manifestar, de alguna manera su opinión sobre la situación que vivía.
El teatro ha sido en nuestra país una de las más genuinas manifestaciones de la libertad de expresión y ha sabido de grandes y valerosos hombres y mujeres que han pasado por las tablas de las salas teatrales.
Es por esto que coincidimos plenamente con la intención de valorar acciones, valores espirituales intangibles y no solo las obras materiales, los edificios y similares.
En definitiva, si conservamos y valoramos edificaciones representativas de épocas destacadas en el país, no es por las edificaciones en sí, sino por los valores que llevaron a aquellos hombres y mujeres compatriotas a vivir de determinada forma, a valorar determinadas cosas.
Salto tiene un buen camino recorrido en esta materia y es justo reconocer que el grupo de personas que ha estado al frente de la Comisión de Patrimonio Histórico en el departamento ha realizado una labor destacada que es importante preservar por encima de cualquier otro interés puntual.
Quizás resta hacer mayor difusión y acercarlo más, de alguna manera al pueblo salteño para lograr que el patrimonio sea algo con vida, imperecedera. Algo disfrutable que nos inspire en aquellos valores que marcaron épocas, que quizás no fueron ni mejores ni peores, sino simplemente diferentes a los actuales y más alejados del materialismo, del individualismo y la superficialidad de los objetivos que hoy nos motivan.