Desde que surgió (1992), hizo honor a su nombre: La Nueva propuso una nueva forma de “hacer murga” y llegó a ser multipremiada dentro y fuera de Salto. Esas innovaciones llevaron incluso, al decir de Alberto “Negro” Chiriff (quien fuera uno de sus directores), a que en sus inicios generara “una gran polémica que dividía las sensaciones entre amor y odio por su propuesta”. Consultado qué fue eso “nuevo” que aportó esta murga, reflexiona: “la importancia de lo escénico, el canto vinculado a la expresividad del texto, la incorporación de distintas disciplinas al espectáculo murguero, el cuidado de los textos, la sorpresa, formaron parte de lo que La Nueva impuso, en el consenso o en el disenso, en el hacer murguero salteño”.

ANTECEDENTES Y FUNDACIÓN DE “LA NUEVA”

Cuenta Chiriff, que “los antecedentes de La Nueva se pueden rastrear en la murga Los Graduados del Jodicen”, y explica que esta “estaba formada por una barra de adolescentes del Parque Solari, Villa España, Talleres y otros barrios cercanos, que concurrían al Liceo 3. Su nombre hacía referencia a su militancia estudiantil, refiriéndose irónicamente al CODICEN, órgano rector de la Educación esos años. Participaron en el concurso durante los fermentales años 1988, 1989 y 1990. Paralelamente a esta actividad carnavalera, la barra se ampliaba con otros adolescentes del Liceo 3 con las mismas inquietudes artísticas, participando en las Estudiantinas organizadas por Victor Hugo Solís. Allí, entre otras competencias, había un concurso de murgas y teatro, donde siempre ganaban. El grupo se llamaba “La Nueva Doble A”. Mario Sancristóbal, letrista y cupletero de Falta la Papa, supo ver el potencial de esta barra y, tras dejar la Falta en 1990, invita a sacar una murga y desarrollar ideas que aún estaban seminales en las propuestas que presentaban”.
El 24 de agosto de 1991, en el Club Florida, se funda La Nueva. Sale por primera vez en el Carnaval de 1992 con la Dirección, textos, arreglos de Mario Sancristóbal y Vestuario y Escenografía de Carlos Torrens y Margarita Higueras. Sostiene Chiriff que Sancristóbal “les dio una organización, un “profesionalismo”, para ensayar y poder desarrollar todas sus inquietudes artísticas”. Luego, sigue narrando el entrevistado, “para el carnaval de 1993 se plantean nuevas metas: la autonomía del grupo y la radicalización de la propuesta. Se contactan con Enrique Gonzalez (salteño radicado en Montevideo, gestor de “Firulete” y luego “Contrafarsa”) que se ocupa de los textos y la Puesta en Escena. Con Enrique se abre un mundo de posibilidades en lo escénico y el trabajo grupal; y trae para encargarse del coro a Alejandro Balbis. Alejandro deja la mitad de la presentación pronta…”. Es entonces cuando pasa a la dirección escénica y arreglos corales Alberto Chiriff.
COMIENZAN LOS PREMIOS
El grupo realiza talleres de Expresión Corporal con Silvia Coronel quien les abre las ventanas de la expresividad, el cuerpo y su relación con el canto y el texto, que será uno de los sellos de La Nueva. En 1998 logra por primera vez el 1er. premio en Salto y en el Campeonato del Litoral. Allí comienza una serie de primeros premios a nivel local, regional, y 1er. Premio en el 1er. Festival Nacional de Murgas (Melo, 2002). Después de unos años con Enrique González, Nestor “Perico” Chiriff se encarga de la Puesta en Escena; posteriormente se alternan y complementan con Pablo Sánchez. A partir del 98 Marcelo “Galleta” Cayetano se encarga de los textos y desde 2001 de la Dirección Escénica. Desde 2006 pasaron varios arregladores, diseñadores, vestuaristas, maquilladores. “Lo que empezó con una barra de adolescentes con inquietudes artísticas y profundo amor al género Murga, terminó cambiando para siempre el Carnaval de Salto”, dice Chiriff.
Pero también Pablo Sánchez participó de este diálogo con EL PUEBLO, y acotó: “Fue un verdadero proceso experimental. Mi encuentro con el género sucedió desde la atracción hacia el poder de transfiguración de lo que yo consideraba cotidiano, es decir: todo aquello, ya sean personas, espacios, objetos, destinados a un fin concreto se transformaban cuando entraban en situación de representación. Ese universo lo descubrí cuando entré en contacto con eso denominado Murga. Entendí, en su momento, que eso que apreciaba, motivado por mis padres, significaba una agrupación de carnaval denominada Murga, empecé a detenerme en los elementos que la componían y que hacían lo que actualmente llamamos Discurso Artístico”. Y prosigue narrando: “esa etapa se prolongó hasta vivenciar el siguiente encuentro que fue lo que despertó aún más mi interés. Las murgas, efectúan lo que se le llama comúnmente “calentamiento “, que significa un “entrar” en sintonía con lo que va a suceder en escena. Habitualmente ese ritual ocurre detrás del escenario. Fue en ese preciso momento que me acerqué, y experimenté un hecho que lo considero el gran trampolín; un grupo de personas que planteaban algo diferente en cuanto a su impronta pero que también se denominaba Murga… Murga La Nueva”.
FORMA Y CONTENIDO
Con un claro manejo de lo artístico desde lo conceptual, Sánchez explica que “cambió mi visión, fue el arranque de un trayecto que marcó gran parte de mi vida”, y luego se explaya: “desde ese momento fui incorporando, gracias al encuentro con infinidad de personas, la concepción del “todo”. Que por un lado estaba la Forma y por otro el Contenido. Para que eso sucediera, las formas tenían que ver con el todo, es decir, las diferentes “Dramaturgias”, hablando teatralmente, deberían convivir dentro de una coherencia para que lo que se pretendía decir, fuese fuerte, claro y tuviese una llegada comunicacional, que inquietara y motivara a la reflexión. Mi viaje fue por ahí y grupalmente estábamos convencidos de que, en su momento, ese era el camino: conceptualmente, el espacio concibe al lugar como un dispositivo de narrativa visual, donde los elementos, composiciones, encuadres y planos son elementos significativos de un lenguaje en el cual en su conjunto convergen todos con un denominador estético en común. La concepción estética de la murga iba por un armado a través de varios niveles sensoriales donde para los integrantes y especialmente para los participantes/espectadores, la emoción y la percepción jugaban un papel fundamental en su proyección. Para demostrar que en la configuración espacial/escénica existen huellas, intenciones y articulaciones significantes, es que nos planteábamos una construcción de sentido, en un crear un sustento/historia, poseen una variedad de dramaturgias: textual, espacial, plástica, sonora…Cada momento en el transcurrir del repertorio poseía una identidad propia que lo singulariza, identidad que le proveía de un carácter particular, gracias al cual lo reconocíamos como tal, y del cual nos valíamos para generar las diferentes propuestas. Dentro de las conceptualizaciones para materializar lo imaginado, tenía una base o punto de partida basada en la particularidad del formato murga, que respondía a: como el hombre siempre para representar su imaginario visual recurre al rectángulo y narra desde este. La fotografía, es un rectángulo, el cine, la pintura, la televisión, los millones de rectángulos de internet. Concebíamos al escenario como un espacio conceptualmente escénico, valorando cómo se construye el gesto de creación sobre los rectángulos escénicos y así trabajábamos”.
UN QUIEBRE EN EL CARNAVAL DE SALTO
Por otra parte, dio su parecer quien fuera más de una vez reconocido como “Mejor Voz del Carnaval” y que fue parte de La Nueva más de 10 años; estamos hablando de Luis Andrés Benítez, quien sostuvo: “esta es la murga que me permitió vivir montón de cosas maravillosas, como poder concursar por el interior, por Montevideo…y haber logrado un montón de reconocimientos, fruto de un gran esfuerzo en una época donde la murga era muy cuestionada acá en Salto. La Nueva hizo como un quiebre en el carnaval de Salto, y fue para bien. Es la murga donde me desarrollé, cantando también con compañeros que hoy ya no están, como fue Gustavo Claret, que se fue con 40 y pocos años y que para mí fue uno de mis maestros en el canto y en lo que significa la murga. Es muy importante haber sido partícipe de esos frutos que se consiguieron; siempre me queda ese recuerdo de La Nueva, que es mi murga, aunque pasé por varias otras y les tengo cariño también”.
UNA SUMA DE RECTÁNGULOS
“En el proceso de la evolución, tratamos de develar las relaciones entre la narrativa visual-conceptual como una suma de rectángulos que se dibujan y componen en su unión temporal…(continuó diciendo Sánchez al explicar conceptualmente el espectáculo propuesto) donde se relacionan la palabra, el cuerpo, la luz, la dramaturgia del objeto… Que en su vínculo nos permitiera crear signos y lenguajes, interferir y modificar esa relación. Eso llevó a que el espacio donde la murga se manifestaba, se transformara en narrativa visual y viceversa. Sintetizando, la atención se centró en la puesta en escena del rectángulo. Nuestra tarea, como murga que buscaba otras “formas”, significó un construir para el espacio, su propia voz: rectángulos dentro de rectángulos, como un juego del interior del interior. El ordenamiento se basaba pensando en trilogías, generamos niveles de composición: de escritura y de narrativa espacial, y de tiempos intervenidos. Al espacio nos lo apropiábamos como un espacio que comunicaba. La materia espacial se volvía signo produciendo sentido en los participantes, con la función de informar, representar, sorprender, conmover. Como uno de nuestros objetivos principales era el interés por decir que el espacio y los objetos tenían su propia representación, identidad y estaban puestos en función de lo que se quería compartir, el discurso se constituía cuando se lograban entrelazar los elementos poéticos existentes…todo contaba, todo era signo”.