Dr. Alfredo Etchandy sobre José Leandro Andrade: “en la cancha fue todo; en la vida no le fue tan bien”

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    Desde Montevideo, por Wenceslao Landarín

    Nuestro departamento de Salto en la actualidad se conoce en el mundo por sus deportistas. Luis Suárez y Edison Cavani son embajadores naturales de nuestro terruño. Pero la historia marca que otros deportistas han trascendido y ocupado un sitial de privilegio en el deporte mundial. Es el caso del futbolista José Leandro Andrade y del DSC08427basquetbolista Ramiro Cortes, ambos medallistas olímpicos, que recientemente fueron homenajeados por Casa de Salto en Montevideo, en un destacado acto del que participaron deportistas, docentes, profesionales, periodistas, dirigentes, políticos, autoridades nacionales del deporte y residentes salteños en la capital.
    EL PUEBLO, presente en la oportunidad, acerca a sus lectores, en esta primera entrega, la historia de “La Maravilla Negra” como se lo conoce a Andrade. Fue “el mejor jugador de los Juegos Olímpicos de 1924”, medalla de Oro también en los Juegos de 1928 y campeón mundial en 1930. Su calidad futbolística era extraordinaria, al punto de inventar jugadas y de ser un exquisito en su técnica. Pero su vida fuera de las canchas fue muy diferente: mujeriego, hombre de la noche, desagradecido con la comunidad negra, reacio al trabajo, lo encontró la muerte a los 57 años, solo, ciego y enfermo en el Hospital Geriátrico Piñeyro del Campo, con una valija de cartón y unas zapatillas como únicos bienes.
    CASA DE SALTO: DEPORTE, ARTE Y CULTURA
    El Presidente de Casa de Salto, Eramburio de Oliveira, explicó que la realización de este tipo de actos y homenajes son unos de los objetivos de la organización, a través de los cuales se pretende homenajear a personas de la cultura, el arte y el deporte del departamento. El profesor Héctor Horacio Henry, deportista e historiador, moderó la mesa de homenaje a los olímpicos salteños, evocando el significado que tiene para los pueblos “el retorno de sus campeones con la corona de laureles y los valores que tiene el olimpismo”.
    EL MEJOR HOMENAJE
    El Dr. Alfredo Etchandy, Subsecretario Nacional de Deporte, se encargó de ilustrar sobre la personalidad de Leandro Andrade. “Cuando se hace un homenaje a una persona se habla de lo bueno que hizo y no de lo malo. Todas las personas en la vida tenemos cosas buenas y cosas malas. Y en la vida de José Leandro Andrade hay cosas muy buenas y también hay otro tipo de cosas, que no son tan buenas. En su vida privada no llevó la vida de un verdadero deportista. Por eso el mejor homenaje que se le puede hacer a una persona es decir la verdad”.
    PERSONAJE
    “Andrade fue un personaje que en el mundo se hizo famoso y no solo como jugador de fútbol, sino también por lo que hacía fuera de las canchas”. Nació en el barrio La Cachimba de la ciudad de Salto. “Su padre, o al menos el que lo anotó, tenía 97 años, tal cual lo dice la partida de nacimiento. No sabemos si solo lo anotó o si también lo gestó”. Cuando se vino a Montevideo “empezó a demostrar sus dotes como gran jugador, de una alta técnica, de una maravillosa calidad. Jugó en distintos equipos: Misiones, Bella Vista, Nacional, Peñarol y en la selección uruguaya. Fue dos veces campeón olímpico, sudamericano y del Mundo. Para esa época consiguió los máximos títulos, casi siempre desde dentro de la cancha”. Etchandy historió la organización del fútbol uruguayo en esos años de 1920, haciendo referencia al denominado “cisma”, por el que convivían la “AUF y la Federación”. Destacó la figura del dirigente de Narancio, el campeonato sudamericano de 1923, y la conformación y el viaje de Uruguay a los Juegos Olímpicos. Para el historiador la selección uruguaya “fue el mejor equipo del mundo en la década del ’20. Ganó todo lo que jugó”.
    MARAVILLA NEGRA DE 1924
    Concretamente en el caso de los Juegos Olímpicos de 1924 “Uruguay no se hospedó en la Villa Olímpica sino en Castillo de Madame Pain, cerca del Estadio de Colombes. La competencia de fútbol se jugó un mes antes del inicio de los Juegos. La selección gana todos los partidos: a Yugoslavia 7 a 0, a EEUU 3 a 0, a Francia 5 a 1, a Holanda 2 a 1 y en la final a Suiza 3 a 0. Se destacan muchos de los jugadores de Uruguay, pero entre todos el mejor es José Leandro Andrade, por su clase, su calidad, porque su figura era impresionante frente a los rivales y al público. Andrade puso de moda una jugada donde dejaba pasar al rival y se tiraba haciendo una tijera para quitarle limpiamente el balón. Jugada inventada por Andrade que causó asombro en Europa”.
    EN LA CIMA DEL MUNDO
    El jerarca gubernamental indicó que “un diario de Francia hizo una encuesta sobre los mejores deportistas que existían en el mundo en la década del 1920; el primer lugar fue para Pavvo Nurmi, atleta de Finlandia, el segundo para Johnny Weissmuller, nadador más conocido porque fue actor de la película Tarzán; y el tercer lugar lo tenía José Leandro Andrade, un futbolista uruguayo que maravilló al mundo, a tal punto que lo apodó “La Maravilla Negra”, por sus dotes de calidad, su prestancia, su elegancia para jugar al fútbol. Agregó que “cuando la FIFA hizo el Salón de Fama al único uruguayo que puso fue a José Leandro Andrade”.
    ORO OLÍMPICO Y MUNDIAL
    En cuanto a las Olimpiadas de 1928, Andrade se integró a la selección de fútbol sobre el final, no estando en las mejores condiciones porque estaba enfermo. No jugó todos los partidos, faltó a dos, pero tuvo un aporte fundamental, mostrando su clase para ser de nuevo campeón. Y en el primer mundial de fútbol de 1930 Andrade vuelve a integrar el equipo campeón.

    El Rey Negro de París

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    El Dr. Alfedo Etchandy repasó otros aspectos de Andrade durante sus estadías en París, tanto de 1924, con la selección, como de 1925. Explicó que “recibía de distintas damas de la sociedad parisina cartas invitándolo a la noche, que no desechó y lo volvieron famosos por sus bailes de tango y sus romances. Fue un grande en las canchas y famoso en la noche”. Uruguay permaneció dos meses en 1924 y Nacional unos seis meses en su gira por Europa.
    ENFERMO Y SOLO
    José Leandro Andrade “tenía sífilis y muchas veces por dicha enfermedad quedó fuera de los terrenos de juego”. También se dice “que lo complicó un golpe que tuvo en la cabeza contra uno de los postes de la valla en un partido, que como consecuencia lo dejó, con el tiempo, completamente ciego”. Además tuvo actitudes despreciables como la que se dio en ocasión de su vuelta de las Olimpiadas de 1924, cuando la comunidad negra lo esperó con una gran fiesta para homenajearlo, a la que no concurrió. “Murió en la pobreza absoluta. Los políticos de la época, que estaban en la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), le consiguieron un empleo en UTE, donde Andrade no fue ni un solo día a trabajar”. Su vida “finalizó muy mal cuando apenas cumplía 57 años, en el (Hospital Geriátrico) Piñeyro del Campo, absolutamente solo, sin ningún familiar o amigo que lo acompañara”. “Como único patrimonio tenía una valija de cartón que contenía un par de zapatillas”. “En la cancha fue todo, lo máximo; en la vida no le fue tan bien”.
    Actualmente la Plaza de Deportes No. 1, ubicada en la zona este de nuestra ciudad lleva su nombre

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