Carlos María González “Charlie” el peluquero y su lección de vida
Carlos María González, (Charles), trabaja desde los siete años, se ha desempeñado en muchas tareas, encontrando finalmente su oficio en, la peluquería unisex. Hincha de Peñarol y de Cerro (donde vive), aunque no niega su simpatía por la “albiverde”, de Salto Nuevo, ya que su negocio está instalado en ese barrio por el que siente mucho afecto.
COMO LLEGÓ A SER PELUQUERO
Aunque tiene tres oficios, que cursó en la UTU, electricista, sanitario y peluquero, de todos se quedó con el último.
“Elegí peluquería por un amigo con el que estaba trabajando y me incentivó con que ese era mi oficio, y “le pegó”, estoy muy agradecido con Héctor Cuenca, quien ya no está entre nosotros, fue un excelente amigo” indicó comenzado a contar parte de su historia.
“Un día andábamos vendiendo rifa, me llamó y me dijo:
-¿Sabe cual es su oficio?
-No, yo soy electricista y este año me recibo de sanitario.
-Ninguno de esos dos es.
-¿Cual es?
-Ese que está ahí enfrente (había una peluquería).
-¿Por que?
– Usted tiene bronquitis asmático, el peluquero en invierno y verano está siempre adentro, es un trabajo que lleva pocas herramientas, es un trabajo limpio, está en contacto con la gente, y si hace las cosas bien, no da para tirar manteca al techo, pero para vivir decorosamente bien le va a dar”.
Cuenca le sugirió que le pidiera a su peluquero que le enseñara, Carlitos le pidió, pero su ahora colega le dijo que no enseñaba. Entonces su amigo le insinuó que hiciera un curso en la UTU (Universidad del Trabajo del Uruguay) a lo que éste le respondió “¡pero es un curso femenino!”.
De igual manera preguntó en la dirección de la UTU , donde le dijeron “los estudios no se le puede cortar a nadie, vas a ser el primer hombre que haga un curso de belleza acá en la UTU”- Y así comenzó-.
“Me costó muchísimo porque me tocó la parte femenina, yo era un tipo tosco, no tenía manualidad, me tocó marcar con ruleros, hacer depilación, -por supuesto que de media pierna para abajo- aclara, claritos, permanentes, era el único varón, me recibí en dos años”, relató.
Comenzó a trabajar en la peluquería de Juan Carlos Vázquez, el recordado “Carlitos” ubicada en 25 de Agosto esquina Rivera, a quien está profundamente agradecido.
“Ahí me pulí con la profesión, del teórico al práctico hay una diferencia”, señala.
Era muy de preguntar y él (Juan Carlos) me enseñó. Estuve casi 6 años con él, probé suerte en Buenos Aires, tres meses y no me fue bien, unos amigos del “bagashopping” me trajeron y me independicé”.
Abrió la peluquería en Salto Nuevo donde está instalado hace ya 20 años.
“El lugar lo hice yo, porque la cuestión es hacer un trabajo bien, para que ese cliente vuelva y conforme te recomiende a otro. Nosotros (los peluqueros) vivimos del cliente, estoy muy agradecido con la clientela que tengo”, expresa orgulloso.
SU FAMILIA
Nació un 6 de julio de 1963, es el mayor de cuatro hermanos, tenía tres hermanas, una falleció.
Si bien tiene su mamá, fue criado con sus abuelos.
El 18 de octubre de 1991 se casó con Alba Inés Cóceres con quien tiene dos hijas, María Victoria y María Paz, y una sobrina que crió desde chiquita que es como su hija mayor que tiene 27 años, Daniela.
“Vivíamos en un ranchito de chapa de cartón, mi casa era muy humilde pero nunca me faltó nada.
No es deshonra ser pobre, es como uno lo va a llevar, en la vida hay que ser un poquito ambicioso, no con ambiciones desmedidas que no se pueden alcanzar, uno se va proponiendo metas, y tampoco hay que envidiar lo que el otro tiene”, dice en la mejor filosofía popular, porque nadie cómo él aprendió de su andar por las calles.
LAS DISTINTAS TAREAS
QUE REALIZÓ
Empezó a trabajar con 7 años en una herrería en el Cerro (Ballesteros) , “mi trabajo era darle fondo a la construcción de las sillas y las mesas y pintarlas de negro, luego el carpintero colocaba la cármica”.
Vendió diarios, “en la época de Salto Grande, que era el furor y teníamos muy buena venta, teníamos que caminar mucho para vender”, pero vendíamos bien.
Lustró zapatos, vendió flores en el cementerio, caramelos en las paradas de ómnibus, rifas, bollos con un canasto “me decían el boyero”.
También trabajó con un fotógrafo, que sacaba fotos en las escuelas, fue disc jockey, formó parte del movimiento Scout, “es una filosofía de vida muy linda donde se trata de formar hombres y mujeres de bien”.
“No estoy arrepentido, le agradezco a la vida y a la gente”, dice haciendo referencia a todo lo que ha hecho.
CHARLES COIFFEUR
“Me gusta lo que hago, la peluquería es para ambos sexos, pero en la parte femenina hago solamente cortes, es lo que me gusta.
Siempre hay que estar actualizado, donde haya “ateliers” vamos, porque el público lo exige, hay que estar al día”.
Tiene alrededor de 300 clientes, “como estoy en un barrio, me he adaptado a un precio accesible que puedan pagar todos”, señaló. Tiene horario para abrir pero no para cerrar, porque “me debo al cliente”.
UNA ANECDOTA
Una vez un cliente estaba mirando el fútbol mientras le cortaba el pelo, “Como soy tan perfeccionista quise cortar un pelo que había quedado y el cliente giró la cabeza y ¡le hice una entrada!, entonces para no perder el cliente le mostré el lado que había quedado bien, después le mostré el otro y le dije que tenía una pequeña peladilla.
– Tenés que ir al médico, porque empieza así y después se agranda- le dijo.
Al poco tiempo el cliente volvió y le preguntó si había ido y éste le respondió
– No Charles, si me creció el pelo.
– “¡Claro, si era por el error que yo había cometido!, cuenta Carlitos con gracia.
“Por eso siempre digo; la diferencia entre un corte bueno o malo son 15 días porque en 15 días se acomoda”.
OTRAS ACTIVIDADES
Es voluntario en la Cruz Roja, y como modo de retribuirle lo que le brindaron en la UTU a quien está muy agradecido, hace “ateliers”, donde muestra distintas técnicas, cortes, peinados a las chiquilinas que recién comienzan, lo hace sin costo.
UN MENSAJE
Como cristiano y católico, cree en Dios, y dejó un mensaje a la gente “Haz el bien y recogerás tus frutos, todo es posible en la vida”.
Está escribiendo todas las facetas de su vida, de lo bueno y lo malo que le ha pasado, aunque rescata más lo bueno. “Para que el día de mañana si es posible pueda escribir un libro”, finaliza Carlitos.