Mucho, muchísimo, quizás más de lo que ameritaba dio que hablar el episodio en que se cruzaron días pasados el Presidente Lacalle Pou y el precandidato presidencial Yamandú Orsi. Ese cruce en que Lacalle le dijo a Orsi que si quería hablar con él, tenía que «cuidar los modales».
Le doy solo un ejemplo de la exagerada trascendencia que tuvo el hecho: hasta hubo quienes pintaron y pusieron a la venta remeras con las frase: “Hay que cuidar los modales”.
Si analizo el hecho en sí, debo decir dos cosas. Una, que tiene razón el Presidente cuando dice que en el afán de hacer leña de árboles caídos (Marset, Astesiano, Penadés, etc.), a la oposición muchas veces se le va la mano y cae en malos modales. La otra, que no me parece que sea el mismo Presidente quien tenga que protagonizar episodios de ese tipo (que por supuesto no es ingenuo, sino que tiene todo un marketing detrás que aspira a que se diga «qué parada de carro le dio»). Creo que la investidura de un Presidente no debería mancharse con ese tipo de episodios. Pero claro, también es evidente que se aproximan las elecciones más rápido de lo que pensamos y que si no es el mismo Lacalle quien empieza a salir y dar esas pequeñas «batallas», no hay otro en su entorno capaz de hacerlo con similar impacto.
Pero volviendo a lo de «buenos modales», pensamos que el Uruguay es un país, en general, que sabe cuidar sus modales. Sobre todo nos referimos a la población común y corriente, al pueblo de a pie, no tanto (o no solo) a la clase política.
Fíjese usted que en los últimos meses, se ha hablado mucho de una crisis a nivel de gobierno nacional. Y creemos que la crisis estuvo: permanente recambio de ministros, casos de corrupción, renuncias de altos jerarcas, etc., etc. Pero ni siquiera así hubo una crisis institucional como algunos pretendieron hacernos creer. Crisis política sí. Crisis del gobierno sí. Pero las instituciones siguieron funcionando normalmente. Crisis institucional, que quede claro, no hubo.
Sin embargo, por más que muchos alentaron la idea que era una crisis institucional y que poco menos que había que cambiar de gobierno a la fuerza, hasta el Frente Amplio mantuvo los modales que correspondía mantener, llegó con su crítica hasta cierto límite y no lo sobrepasó. Y aunque algunos individuos quisieron sobrepasarlos, el pueblo prefirió defender la democracia, respaldar las instituciones que -mal o bien, con aciertos y con errores- los uruguayos elegimos democráticamente.
Es que los uruguayos somos demócratas. No hay vueltas. Me acuerdo de otro momento de nuestra historia más cercana… Año 2002, crisis terrible, y hubo quienes hasta pedían la renuncia del Presidente Jorge Batlle. Es más, sabemos que hubo dirigentes políticos que tentaron al entonces Vice Presidente Luis Hierro López para que se erigiera presidente por la fuerza. Nada de eso ocurrió. El pueblo uruguayo también aquella vez, demostró su alto nivel de civismo, de educación, de respeto a la democracia. Y Jorge Batlle finalizó su mandato como manda la ley, como correspondía, como debía ser. Porque como decía Don Luis Batlle Berres, un Presidente se va de la casa presidencial con el país andando, o con los pies para adelante.
Por todo eso es que también nos duele lo que ocurre en otros países. Porque nos gustaría que también en esas naciones hubiera los buenos modales que hay aquí. Sé que hay gente que dirá -nosotros mismos lo hemos dicho alguna vez-, que en la política uruguaya hay también mucha «bajeza». Sí, pero cuando las papas queman, sabemos estar a la altura de las circunstancias. Alguna vez no lo supimos, por supuesto, y vaya que nos costó más de una década de oscuridad, pero seguramente hemos madurado y aprendido.
Uruguay es ejemplo en la región y en el mundo en cuanto a comportamiento y buenos modales. Usted se imagina que en otros países se sienten a la misma mesa a conversar ex presidentes como Sanguinetti, Mujica y Lacalle Herrera, por ejemplo? Pues acá sí sucede. Y sucede como lo más natural; y es muy bueno que así sea. Estas cosas no suceden ni en la Argentina ni en el Brasil, por pensar simplemente en los vecinos más cercanos. Menos aún en aquellos países que sufren verdaderas dictaduras, como Venezuela, aunque haya quienes no quieran reconocer esos sistemas como tal. Los uruguayos le decimos No a la dictadura, rotundamente. Y desde nuestro punto de vista, como tantas veces ya lo hemos expresado, entendemos que ese No debe ser a cualquier forma de dictadura: de derecha, de izquierda, de centro, de arriba, de abajo…
Es por ello que hoy queremos cerrar este espacio con las líneas que publicamos el sábado último en página 3, sobre cuyos conceptos estamos cada vez más convencidos: “La represión que hay en la Venezuela de Maduro no cesa. Ahora ordenó detener a 13 políticos opositores, lo que generó reacciones en todo el mundo, sobre todo -por suerte- de repudio. Es que se trata de una violación a los derechos humanos, no hay otra forma de llamarle. En Uruguay, el Partido Colorado manifestó oficialmente su indignación y rechazo ante este claro atentado contra la democracia y la libertad. La lista de perseguidos políticos incluye figuras sin duda de gran futuro (Guaidó, dos ex ministros chavistas, miembros del equipo de la candidata presidencial Corina Machado, etc.). Entonces, está claro por qué se los quiere “borrar”, ¿verdad? Así como varias veces criticamos al Partido Colorado (sobre todo cuando vemos que se aparta de lo mejor de su esencia), esta vez lo aplaudimos. Emitió un comunicado contundente, valiente, que otros deberían imitar. Dice en una parte: «Nuestro partido no permanece indiferente ante estas situaciones y reafirma su compromiso con los principios fundamentales que sustentan una sociedad libre y justa. No callamos y continuaremos abogando por la vigencia de los valores democráticos en Venezuela y en el mundo». Un país no puede gozar de democracia si primero no tiene libertad. Esta es necesaria, justamente, para que todos los ciudadanos tengan derecho a participar de la política. Si se persigue y detiene dirigentes, ¿dónde está su derecho a participar?, ¿dónde su libertad?, ¿dónde la democracia? Pacíficamente sí, pero a la represión hay que combatirla; y declaraciones como la del Partido Colorado son importantes. Maduro está a tiempo de revertir la decisión y no detener a tantas personas por el solo hecho de oponerse a su totalitarismo. Debe hacerlo. Y lo que otros países opinen puede ayudar. De ahí que valoramos la actitud de los colorados. Pero, ¿y los otros partidos? Claro, usted dirá: entre esos otros están los que siguen empecinados en que Venezuela no es una dictadura. Es cierto, capaz yo soy muy ingenuo”.
Al fin de cuentas, que a veces caemos en malas prácticas en cuanto a actitudes y procederes, no hay dudas. Pero en las cuestiones de fondo, en aquellas cosas más importantes y esenciales, creemos que felizmente los uruguayos, como nación, sabemos cuidar nuestro modales. Ojalá nunca perdamos esa sabiduría.