Adriana Carabajal Conti Presidenta de ACAS compartió la información de que la petrolera australiana Petrel, que había tenido un derrame de 125 metros cúbicos de lodo en el pozo de Cerro Padilla, departamento de Paysandú, tuvo un nuevo derrame de 220 metros cúbicos durante la perforación en Cerro de Chaga, departamento de Salto, sin que se sepan hasta el momento los impactos de esa infiltración en una falla natural del basalto de la formación Arapey sobre el Acuífero Guaraní.
Por segunda vez, la empresa incumplió una de las condiciones bajo las cuales fueron autorizadas esas perforaciones, al no informar del incidente a la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) en el momento que se produjo. Del registro de los hechos en el formulario de operaciones se deduce que los operadores no actuaron en tiempo y forma como para contener esos derrames y reducir sus efectos.
Al pedírsele explicaciones, Petrel alegó que la infiltración era menor, y que no tenía el carácter de “incidente ambiental”, como establece la autorización y que, por lo tanto, no estaba obligada a comunicarla.
Sin embargo, para la DINAMA la infiltración superó la previsión y no se actuó con celeridad para minimizar la infiltración de lodos en las formaciones geológicas, por lo que correspondía sancionar a la empresa.
MULTA A LA EMPRESA SCHUEPBACH
A raíz de estos hechos, el Ministerio de Medio Ambiente le aplicó una multa de 1.500 Unidades Reajustables (unos 50.000 dólares estadounidenses) a la firma Schuepbach, responsable del contrato con Ancap, y la intimó a presentar, antes del 1° de setiembre próximo, la evaluación de una consultora independiente sobre el impacto del último derrame como condición para autorizarla a proseguir las perforaciones.
Sin embargo, ante la falta de idoneidad técnica demostrada por Petrel para realizar las perforaciones y para responder a las contingencias, a lo que agrega el incumplimiento de los controles establecidos por la autorización ambiental, pues ante cada derrame alega haber encontrado problemas «inesperados» y minimiza sus efectos, la única decisión sensata es suspender indefinidamente estas perforaciones.
Desde la presentación de este proyecto de perforaciones en busca de hidrocarburos en la Cuenca Norte sobre los departamentos de Tacuarembó, Paysandú y Salto, las organizaciones sociales firmantes hemos advertido, respaldados por sendos informes técnicos, de los riesgos que se corrían. Lamentablemente, a medida que avanzaron los trabajos comprobamos que todas nuestras previsiones eran ciertas.
Sin extendernos en el análisis de otros elementos críticos que es posible deducir de la información oficial disponible, los hechos relatados son una prueba contundente de la farsa del control que adujo la empresa y del insuficiente control de la Dinama en todo este proceso. Una vez más, solicitamos que se detengan las perforaciones.
Llamamos a la reflexión sobre estos hechos y exigimos que no se siga arriesgando la integridad de nuestra mayor reserva de agua, el Acuífero Guaraní, por la aventura especulativa de una empresa sin trayectoria en la industria petrolera, que atraviesa desde hace tiempo serias dificultades financieras en la Bolsa Australiana, con lo cual es más peligroso aún dejar bajo su responsabilidad esas perforaciones.
PARA REFLEXIONAR…
Desde que el hombre comienza a tener una influencia determinante en la modificación de su entorno, empieza a alterar el balance de los ecosistemas y llega, en algunos casos, a transformar los sistemas naturales en cuestión de segundos (como sucede con la actividad minera), cuando la naturaleza los ha desarrollado a lo largo de miles de años.
La respuesta de la naturaleza a las modificaciones generadas no siempre pueden predecirse ni tampoco pueden precisarse algunos efectos que dichos cambios provoquen en el entorno.
Cuando las modificaciones se llevan a cabo en el medio que nos rodea, como el aire y el agua, los efectos pueden percibirse sin necesidad de ser un estudioso del ambiente; sin embargo, existe un tipo de contaminación que de alguna forma permanece oculta a nuestros ojos, pero que se agudiza día con día sin que tengamos conciencia real de la problemática; me refiero a la alteración de las características propias de la contaminación del suelo, subsuelo y los mantos freáticos. Esta degradación “silenciosa” también se ha reflejado en un atraso en la elaboración de instrumentos de prevención, control y restauración de sitios afectados.
Las fuentes de contaminación al subsuelo pueden ser varias, las principales son: fugas en tanques de almacenamiento y líneas de conducción de combustibles; campos agrícolas regados con aguas residuales o uso de agroquímicos; fugas en alcantarillados y letrinas; tiraderos de residuos sólidos y peligrosos; sitios de disposición final mal planeados, entre otros. Los propios trabajos de investigación para la detección de contaminación del subsuelo pueden llegar a constituir una fuente potencial que introduzca o agudice la contaminación, especialmente cuando se utilizan técnicas de exploración que requieren el uso de algún fluido de perforación.