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viernes, 20 de junio de 2025
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La nueva película de suspenso y ciencia ficción de Jake Gyllenhaal se exhibe en nuestro país

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4″8 Minutos antes de morir»
La nueva película de suspenso y ciencia ficción
de Jake Gyllenhaal se exhibe en nuestro país

«8 Minutos antes de morir»

Hoy nos acercamos a una película que ya se está exhibiendo en nuestro país, “8 minutos antes de morir” (traducción libre de “Source Code”, 2011), con las actuaciones de Jake Gyllenhaal, Michelle Monaghan, Vera Farmiga y Jeffrey Wright bajo la dirección del inteligente Duncan Jones en su segunda película, luego de la aclamada “Moon” (2009).

8 MINUTOS

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ANTES DE MORIR

Siempre se ha especulado sobre cómo la ciencia se ha puesto al servicio del armamentismo y a la creación o construcción de armas de todo tipo, no solo ofensivas sino también defensivas. Se ha dicho que la famosa “Guerra de las Galaxias” (título tomado de la singular película de George Lucas) en la era de Ronald Reagan fue la máxima expresión de la tecnología puesta al servicio del armamentismo, donde fueron colocados satélites en la órbita terrestre con la función de prevenir ataques nucleares de la extinta Unión Soviética a los Estados Unidos.

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De ahí podemos imaginarnos que también fueron colocados satélites norteamericanos con misiles y ojivas nucleares apuntando a lugares estratégicos soviéticos y que estos a su vez habían previsto algo similar contra su contrapartida yanqui, teoría más que interesante que alcanza a verse en una película de Clint Eastwood (“Space Cowboys”, 2000).

Temas que planteados unos años antes eran considerados de ciencia ficción, hoy ingresan al género de la más cruda especulación y suposición de la actualidad que analistas tanto del Pentágono como del símil del enemigo de turno del imperio yanqui podrían estar analizando, máxime luego del 11 de setiembre de 2001 donde la paranoia campea libremente por el mundo.

Pues bien, de esa paranoia se trata, la que permite avanzar a la ciencia en busca de no solo armas sino también de herramientas para prevenir o erradicar acciones terroristas en nuestra propia casa.

Así surge esta película, que tiene poco de original en un planteo que ya vimos en la “Deja Vu” (2006) de Tony Scott, con la diferencia que en esta oportunidad no se intenta prevenir algo que ya pasó, la explosión de un tren con cientos de muertos en el medio de una populosa ciudad norteamericana (Chicago), sino evitar que explote una segunda bomba en la misma ciudad unos minutos más tarde.

Para evitar el nuevo atentado, se utiliza un sistema secreto y experimental, donde un soldado voluntario, claro está, puede poseer la voluntad de uno de los fallecidos en el atentado del tren a través de sus recuerdos por tan solo ocho minutos, es decir, lo del título, esos ocho minutos antes de morir. Así que el militar, ingresando en los recuerdos de una de las víctimas, deberá averiguar quién puso la bomba en el tren, señalarlo a las autoridades y así atraparlo luego en el tiempo real.

Lo cierto es que ocho minutos es poco tiempo y al joven soldado no le alcanza para resolver el misterio, por eso debe regresar una y otra vez a los mismos ocho minutos en busca de pistas que le permitan dar con el terrorista que puso la bomba en el tren. En ese ir y venir, siempre se encuentra con una joven sentada enfrente de él que parece conocer a la persona de la que el soldado se apropia mediante sus recuerdos, y de a poco comienza a enamorarse de alguien que ya murió, lo que trae un problema adicional a la película.

Ante esto, la paradoja que trae el film tiene que ver con la teoría esgrimida por los científicos creadores de la máquina que permite realizar los viajes temporales, contradiciendo el planteo de la posibilidad de regresar al pasado y cambiarlo, evitando de esa manera, por ejemplo, que el tren explote y así salvar todas esas vidas que ya se perdieron. Bajo esa premisa solo habrá esperanza para las vidas que puedan ser salvadas en el próximo atentado.

La lógica científica utilizada en el discurso de los técnicos que tienen a su cargo el proyecto experimental secreto es inteligente, pues en verdad lo que se está utilizando son recuerdos de una persona fallecida y no un viaje al pasado propiamente. Pero resulta que una vez que la película avanza, las dudas del joven soldado que investiga en los recuerdos del fallecido sobre la posibilidad de cambiar el destino y salvar la vida de todos los pasajeros del tren se vuelven más fuertes, llevando a un estado de tensión creciente en la película que le agrega un aire de suspenso adicional.

Hay un par de vueltas de tuerca interesantes que a mitad de la película, y con alguna información previa adicional, se empieza a ver venir por los espectadores más atentos, algo que obviamente termina por concretarse.

La película alcanza a realizar algunos planteos existenciales (como también pasó en su momento con “Soldado Universal”, 1992) desde la óptica de la ciencia ficción sobre algo que quien le dice, quizás dentro de unos diez o quince años, siendo pesimistas, ya pase a tratarse de ciencia pura y lo que hoy se ve como una película de anticipación, hoy inspire a algún científico a plasmarlo en realidad, después de todo, por qué pensar que hubo un solo Julio Verne.

Las actuaciones de Jake Gyllenhaal como el capitán Colter Stevens, secundado por Michelle Monaghan en el papel de la damisela en peligro y por Vera Farmiga como la oficial de comunicaciones que guía al joven militar en su misión, son aceptables.

Se trata además del segundo trabajo del realizador hasta ahora especializado en ciencia ficción Duncan Jones, que dejó un buen sabor a los aficionados con “Moon”.

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