
Hay una nueva categoría de eventos con crecimiento exponencial marcado y preocupante: el gender reveal (revelación de género). Lo que comenzó como una simple torta con relleno rosa o azul ha mutado en una carrera armamentística donde globos, fuegos artificiales, aviones y hasta explosivos compiten por protagonismo. Porque, al parecer, el anuncio de «es niño» o «es niña» no es suficiente si no hay un riesgo inminente de muerte o desastre ambiental.
Si pensabas que romper un globo era el máximo de la creatividad, permíteme decirte que no: hace unos días, una pareja decidió utilizar el caño de escape de una moto para reventar un globo. El resultado: humo gris. ¿La conclusión? Los testigos entraron en pánico, creyendo que la madre había sido abducida por extraterrestres y el feto era un híbrido alienígena.
Pero esto no es lo peor. Recordemos que en 2019 aparecieron en escena las avionetas que arrojan humo de colores. Bueno, arrojaban, porque una de esas brillantes ideas terminó con la avioneta estrellándose mientras intentaba cumplir su heroica misión de anunciar un “¡Es niña!”. Afortunadamente, el piloto sobrevivió, y ese “¡Es niña!” fue cambiado por un “¡está vivo!”.
Mirando a futuro, o no tanto, lo único que falta es que Elon Musk se meta en el negocio y nos ofrezca una nave de SpaceX para revelaciones de género intergalácticas. ¿Qué podría salir mal? Bueno, considerando la tasa de explosiones en sus lanzamientos, es probable que el humo azul o rosa se vea desde Marte… junto con una nube de escombros espaciales, o que directamente explote a los pocos segundos de despegar. Pero bueno, al menos nadie lo había hecho antes.
Detrás de toda esta pirotecnia y locura hay una pregunta incómoda por la interpelación que nos plantea: ¿tiene sentido celebrar con tanto bombo, platillo y redoblante el sexo biológico de un bebé en un mundo donde las discusiones sobre identidad de género están en plena ebullición? En Estados Unidos, el género no solo está en debate; está en guerra abierta, especialmente ahora que Trump ha decidido dictaminar que “solo existen dos géneros, masculino y femenino”. Con esto, ha dejado claro que las identidades no binarias, fluidas o cualquier otra fuera de su esquema binario, cuadrado, prehistórico y retrógrado no se encuentra aceptado.
Mientras tanto, las organizaciones LGBT siguen luchando para que estos discursos binaristas no borren por completo los avances en la aceptación y comprensión de la diversidad de género. Pero no nos engañemos: el gender reveal es el sueño americano en su máxima expresión, mezclando consumismo, espectáculo y controversia.
Quizás sea hora de simplificar. En lugar de arriesgarte a estrellar una nave espacial o iniciar un apocalipsis climático, ¿qué tal si vuelves al clásico “Es niño” o “Es niña” en un mensajito de WhatsApp acompañado de una ecografía? O mejor aún, ¿por qué no adornarlo con colores neutros que no se limiten al azul y rosa? Pero claro, sin explosiones ni debates existenciales, ¿cómo competirías por likes en Instagram?