El pasado martes 29, en la emblemática sala Hugo Balzo del Sodre, el Instituto Nacional de Música de la Dirección Nacional de Cultura, galardonó, en Montevideo, a la salteña Gabriela Costa ganadora del primer lugar en la categoría Rock y Pop de los Premios Nacionales de Música.
Su obra, Puede Ser, se destacó entre las postulaciones, consolidándose como un reflejo del alto nivel de la música salteña contemporánea.
¿Cuándo empezaste en la música?
Desde que nací estoy en la música, desde bebé iba con mi familia a giras y eventos. En casa teníamos una guitarra gigante que fue mi primer instrumento y a pesar de que me quedaba enorme me encantaba intentar aprender acordes.
Alrededor de los 8 años, empecé el taller “Violín Rojo” de Alberto Chiriff, donde aprendí a escribir canciones. En 2008, canté en el Mercado 18 de Salto en la fiesta FAZ, organizada por el diario El Pueblo, fue mi primera presentación en público interpretando un tema de mi autoría: “Alas Anaranjadas”.
Comencé en talleres, luego estudié batería y guitarra en el conservatorio Sagaría, pasé la prueba para el Conservatorio, pero no lo terminé. Hoy continúo estudiando armonía con la mentoría de Nelson Turchetti, que vive en Buenos Aires.
Trabajo en dos jardines, dando talleres de música a niños y, en mi casa, tengo una pequeña academia donde doy clases personalizadas usando el método Aschero, un sistema de escritura musical que utiliza números, colores y figuras en lugar de la escritura musical tradicional.
Y el ganador es… Puede Ser
En 2017 tuve una especie de bloqueo musical. Hasta hace un año en que, finalmente, pude destrabar eso y salió un cancionero entero.
Las composiciones son bastante introspectivas, en algunas tiendo a irme al lado filosófico, como partes de un todo que sucede en mi interior y se expresa con emociones.
Muchas veces busco las canciones y no las encuentro, por eso, ya aprendí que tengo que darme mi tiempo y esperar que salgan. El estribillo de Puede Ser surgió de una vez, me levanté una mañana y la compuse, así me nacen los temas.
Mandé todo por la ventana
La dejé por ahí, pero para presentarla en el premio tenía muy poquita letra. Llegó el último día de plazo para inscribirme y tuve que obligarme a terminarla, me dije: hoy tiene que salir sí o sí la segunda parte.
Eso de esperar mis tiempos lo mandé por la ventana y me interné en casa y empecé a pensar, qué significaba lo que había hecho hasta ese momento, qué quería seguir diciendo, cómo quería que cerrara el tema.
Fueron unas frases más que definieron la esencia del tema. Lo mandé y crucé los dedos.
Al amor le gustan los distraídos
Pasaron los meses. Me dijeron que a principio de octubre daban los resultados. Como vi que no pasaba nada, dije, bueno, ya está, se ve que no quedé. Y un día, totalmente distraída, me llega una invitación a la ceremonia de los premios y digo — ¡No puede ser!
Pero igual fui, sin saber si sería o no sería, mi única certeza era que tenía muchos nervios. Pasaron las categorías anteriores, tango, contemporáneo, clásico, y no llegaba nunca la mía, que era el Rock & Pop.
Y en una llega y dicen tercer premio y nombran a otra persona, segundo premio, nombran a otra persona y pienso — acá hay dos opciones o lloro de alegría o lloro de tristeza.
Lloré de alegría cuando dijeron mi nombre.
Aprovechar lo que ya existe
Lo que le digo a la gente, principalmente a la del interior, es que se anime a presentarse a estos llamados públicos. Hay que entrar al MEC y fijarse que hay un espacio para nosotros y que tenemos que ocuparlo, porque a veces, a los que estamos en el interior nos cuesta un poco más.
No quiero tirarme muy para arriba, solo decir que sí se puede y que conozco muchos músicos de Salto que son unos cracks, ¡que se animen!