La palabra JODA, tiene su propia definición. Es cosa de leerla: «situación que es complicada, contradictoria en sí misma o que conlleva problemas de difícil solución». O sea: la palabra es aceptada.
Desde EL PUEBLO, solo basta con rescatar las expresiones del futbolista RONALD ARAÚJO, a su retorno a Uruguay, tras haber sido parte del plantel en el Mundial de Qatar. Araújo, quien milita en Barcelona, no jugó a consecuencia de una lesión.

Los colegas de Fútbol.uy enfatizan que «Ronald Araujo recibió días libres por parte del Barcelona y regresó a Uruguay para estar junto a su familia, por lo que habló con la prensa en el Aeropuerto Internacional de Carrasco. “Tristeza por quedar eliminados, por no jugar y por no poder haber ayudado a mis compañeros”, comentó. El Mundial lo vivió “con bastante tensión porque quería estar ahí, apurar para llegar bien y estar en los siguientes partidos, pero lamentablemente no se pudo”, aseguró. “Quiero que se quede [Diego] Alonso porque le tengo mucho afecto y, desde que llegó, nos ayudó muchísimo. Estoy muy contento con él”, indicó. Estará durante algunos días en el país y luego regresará a España para reintegrarse a su club, y aseguró que “es la idea” que pueda jugar de inmediato.
NUNCA COMO ANTES ESTA VEZ
Debe ser la primera vez que un jugador de fútbol profesional de élite (alistando en el Barcelona de España, Ronald Araújo lo es), declara que un técnico debe prolongarse en su función «porque le tengo mucho afecto».
Es obvio que a partir de la condolida reflexión del jugador, la ofensiva de críticas, cuestionamientos e ironías, etc, surgió sin más trámite desde las redes sociales. El lector podrá imaginarlas o suponerlas.
Por lo demás, cabría el atenuante para Araújo, si se interpretase lo suyo como «una joda» o «una ocurrencia argumental», en medio del tormento de no saber que exponer frente a la desolación de ser eliminado prematuramente, configurando una de las más opacas producciones mundialistas de Uruguay. Que el zaguero apunte a la continuidad del DT «porque le tengo mucho afecto», es como demasiado. Toda una galopante trivialidad.
La sinrazón debería tener su propio límite. Penosamente no la tiene. Ni hay quien lo determine. Entender lo entendible, es misión compleja.
Casi un cuesta arriba inalcanzable. Lo es.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-
