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Fiestas diferentes

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Capaz que si se piensa en lo más frecuente de cómo pasar las tradicionales fiestas de fin de año, viene a la mente la imagen de mesas largas, bien servidas y rodeadas de mucha gente de diferentes generaciones (¿en un patio bajo una parra quizás?).

Esa es la imagen que se desprende, principalmente, de tiempos en que las familias eran muy numerosas, que juntarse en una misma casa para esperar Navidad y Año Nuevo era infaltable y que no trabajar en esas fechas era lo más común.

Pero el tiempo avanza, las épocas cambian y con ello muchas cosas se transforman. Entre esas transformaciones, está el hecho de que se ha instalado la posibilidad de otras formas de vivir las fiestas. De hecho, los propios especialistas en Salud Mental (psicólogos, psiquiatras y demás) alientan a que nadie asuma como una responsabilidad o como un peso indeseado, eso de seguir cumpliendo con determinadas tradiciones. Al contrario, motivan a que cada persona o familia transite este tiempo de la mejor manera, como guste hacerlo, como prefiera y pueda, sin compromisos que muchas veces no son más que imposiciones.

Pero, por otra parte, que más integrantes de la familia trabajen (sin importar si son hombres o mujeres, si son jóvenes o son aquellos que ya después de jubilados han vuelto al mundo laboral) también se ha extendido bastante. Eso hace que para muchos, una noche de 24 o 31 de diciembre sea simplemente una jornada más de trabajo, como tantas. ¿Como tantas? Bueno… Con algunos ribetes diferentes por supuesto. Porque son noches diferentes y de eso no hay dudas.

Y por otro lado, el mundo se ha ampliado. Ya dejó de ser tan ancho y ajeno (parafraseando el título de una novela de Ciro Alegría). Las comunicaciones y los transportes avanzaron enormemente. Y así, cuando uno quiere acordar, hay salteños (y no son pocos) viviendo por todas partes del mundo, y claro, allí mismo también celebran estas fiestas. De igual forma, Salto recibe ya como una práctica cada vez más habitual, a personas de las más variadas regiones del planeta que se integran a las celebraciones de aquí.

De eso habla hoy el informe dominical que cada semana presenta Diario EL PUEBLO. Habla de fiestas diferentes. Ya sea porque dan su testimonio personas que están en Salto pero no son de acá, o salteños que han pasado estas fiestas lejos de Salto, o aquellos que en vez de estar en sus casas celebrando, esperan Navidad o Año Nuevo en plena labor.

Fiestas diferentes, no caben dudas.


Más de 20 años al volante de un taxi, siempre en la noche

Ramón “Ruso” Pejo: “son las fechas que más te precisan los clientes, no los podés dejar tirados. Todo el año te están llamando, ¿y los vas a dejar tirados…”

Si alguien menciona a Américo Ramón Pejo Arreseigor, puede que no todos sepan en Salto de quién se habla. Pero en cambio, si se habla del “Ruso” Pejo, es inmediatamente ubicado casi que por todos.

Es el popular Ruso que ha tenido a lo largo de su vida múltiples oficios, desde peluquero hasta árbitro de fútbol, desde vendedor de comida en un carro hasta locutor de radio, entre tanto y tanto más, y que ahora (en realidad desde hace ya varios años) recorre las calles como chofer de taxi.

Pejo es un taxista al que se lo suele ver en las noches más que en otros momentos del día, y así lo confirmó al conversar con EL PUEBLO. De esa conversación extraemos los fragmentos medulares:

-¿Al volante del taxi desde cuándo aproximadamente?

Desde hace veinte años más o menos ando de taxista en la noche…

-¿Siempre en la noche?

Sí, siempre en la noche. En verano por ejemplo es bravo para trabajar de día, me gusta más la noche, es más tranquilo, hay menos tránsito, sin la locura de la entrada y salida de las escuelas, de día parece que te atropellan de todos lados, motos por la izquierda, motos por la derecha, hay que cuidarse más que nunca…

-¿Nochebuena cómo es para vos?

Nochebuena generalmente trabajo un rato de tarde y después vuelvo a las 0.15 o 0.20 más o menos, hasta las 6 o 6.30. Siempre con clientes nomás, no agarro otra cosa. Si tuviera 5 o 6 autos sí, pero si no, no te da, y como tengo una buena clientela, trabajo con este auto y con esos clientes nomás. Ya no estoy para otras locuras. La verdad que esos días hay muchos viajes para esperar, para rechazar, y uno no puede enloquecerse. Fijate que andan muchos corriendo carreras, muchos borrachos, no da para andar enloquecido. Es bravo, hay que andar cuidándose, primero que no te choquen, segundo que te insultan, se te atraviesan…

-Los locales bailables sobre todo se ponen complicados, ¿es así?

A la salida es una locura, salen fondeados, corriendo carreras, generalmente ya no hay controles a esa hora. A la salida de los bailes es lo más peligroso que hay. Sale el borbollón de gente y es muy difícil estar ahí esperando gente. Mirá que hasta te pueden abollar el auto a trompadas diciéndote “esperá, esperá, esperá”, porque quieren subir, quieren que los lleves… Un montón de gente, una locura. Te digo en las discotecas y hay también muchas chacras, ¿no? Pero a estas chacras van más bien en autos particulares…Quiero decir fiestas en chacras, casa quintas y todo eso…

-¿Son noches especiales? ¿Cómo son en definitiva?

Y son noches donde uno anda saludando a todo el mundo, deseando Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo a todo el mundo (risas)… Pasa a veces también que te encontrás con grupos de seis o siete personas y se te quieren meter todos adentro del auto, y no es así, porque la multa es grande y hasta te pueden sacar la libreta. Al menos yo que no tengo vidrios oscuros, no puedo hacer nada de eso. Los inspectores en un caso así te pueden sacar el auto y la libreta ahí nomás.

-¿Qué tiene de bueno trabajar en estas fechas?

Lo bueno es que andan todos felices, todos contentos, te encontrás con gente que hace mucho tiempo que no ves… Y yo creo que en realidad ahora hay bastante respeto, al menos conmigo.

Yo los trato bien a todos, les cobro la tarifa diaria de siempre nomás. No les cobro ningún porcentaje especial por ser esa fecha por ejemplo, nada de eso, o sea cobro lo justo, trabajo para cumplir con los clientes que he tenido todo el año.

-Pienso si no preferís pasar con tu familia, pienso en tu mamá por ejemplo y si no preferirías estar con ella en vez de estar trabajando, ¿cómo manejás esas cosas?

Lo que pasa es que el 25 de diciembre y el 1° de enero yo me voy siempre a Bella Unión a ver a mi madre. En realidad todos los domingos me voy a verla a Bella Unión. Y a mi hija la tengo acá en Salto, la veo continuamente. Así que es lindo trabajar en la noche, se ve mucha gente, y todas las noches hay historias distintas, para mirar y escuchar.

-Otras veces que hablamos has insistido mucho en la fidelidad de tus clientes, ¿qué agregarías sobre ese punto?

Yo digo que estas son las fechas que más te precisan los clientes, no los podés dejar tirados. Todo el año te están llamando, ¿y los vas a dejar tirados en una fecha así? Pero por eso decía, que esas son noches donde trabajo solo con los clientes, si no los tengo registrados como clientes, tengo que rechazar esos viajes…Y no es por engrandecerme, pero te puedo mostrar el teléfono (saca el celular del bolsillo y exhibe llamadas rechazadas), fijate que tengo 40, 50 y más llamados que tengo que rechazar. Hay otros taxis que no tienen cartera de clientes y están para la repesca. El que tiene cartera de clientes es el que cumple todo el año con ellos y por eso te siguen llamando.


Un músico italiano pasando las fiestas entre los salteños

Mario Toscano cuenta que “allá se come mucho pescado” y que “después volvemos a las pastas”

Muy buen músico (acordeonista) es Mario Toscano, italiano oriundo de la zona de Calabria, que invitado por Luciano Campos este año está pasando este fin de año en Salto. Mario es frecuente que alterne su residencia entre países europeos y Argentina, donde también tiene familiares y amigos. Pero en Salto es la primera vez que pasa estas fiestas tradicionales. Con él también conversó EL PUEBLO.

“Como calabrés que soy -comienza narrando- le digo que en Calabria nos reunimos a la tarde (sobre todo el 24 de diciembre) y normalmente se come pescado. A medianoche vamos a la iglesia, antes de medianoche ya volvemos a casa, porque a medianoche nace el Niño Jesús, entonces vamos a la iglesia a escuchar la misa y después volvemos a casa. El día siguiente se prepara otra comida diferente, con carne y muchas cosas, es impresionante la cantidad de cosas…parece la última cena (risas)…”.

Después, “cuando pasa el 25 de diciembre o el 1° de enero, volvemos a la pasta (sostiene entre risas y con gran firmeza); siempre la base es de pastas. También tenemos una especie de salchicha, que se llama Sopressata, que es como un salame calabrés… Pero hay de todo. Tenemos el mar, entonces hay pescado, carnes, todo…Y eso es lo que se hace presente en la noche de Navidad. Como decía, el 24 se come más pescado y el 25 más carne de otros tipos”.

Consultado sobre el tradicional pan dulce, el turrón y similares comentó: “Sí, todo eso se come en Navidad, el Panettone es una especialidad para el día de Navidad. Los turrones son otra especialidad. Y otra especialidad es el Zéppole, que es con harina, se hace frito, se lo puede rellenar con anchoas, o así nomás sin relleno. Se estira la masa, se la rellena y se frita en el aceite caliente, en unos segundos está hecha. Y se come así, queda crocante. Eso se come normalmente en Navidad”.

Dice sobre las bebidas: “Y para beber, en esa zona de Calabria se toma vino, la tradición mayor es el vino, aunque hay otras bebidas. Los espumantes, como el champagne más bien se beben en Francia, donde también he pasado”.

Entre las principales diferencias que nota estando acá, “en primer lugar el clima, que no es lo mismo”, sostiene. Agrega: “En Europa está el frío, incluso nieve como este año, porque en Calabria tenemos el mar, tenemos las montañas, son 700 quilómetros de costa…Estamos en una península. La punta más estrecha, 35 quilómetros de un mar al otro, porque ahí tenemos el Tirreno, el Lígure…Tenemos cuatro mares en realidad, y todo eso bañado por el gran mar Mediterráneo. Hay muchas pesca”.

Le llama la atención el paisaje, destaca la carne y el vino

Entre las cosas que más le llaman la atención de Salto y de esta región es que “veo que hay mucho campo, mucho ganado…Además acá todo es plano, mientras que allá hay muchas montañas, más bien colinas. Muy buenos son los vinos de acá de Salto, compiten perfectamente con los vinos de otras partes del mundo, y muy buena es la carne también. Me parece que es mejor el gusto de la carne de acá y de Argentina que la de Europa”.

Cuenta asimismo Mario que en verdad le gustan todas las comidas, aunque no le cae muy bien el ajo y la cebolla. Estos días en Salto ha cocinado buenas pastas, “pero siempre al dente, apenas pasada por el agua hirviendo, eso favorece a la digestión”. Y en cuanto a la salsa, la prepara “con cebolla morada, albahaca morada, tomate fresco”.

¿Qué pasa con las pizzas, algo tan típico de Italia? Dice Mario que sí, que eso también le apetece degustar estando aquí, pero “la pizza que lleva un tratamiento especial”. Y consultado sobre ese tratamiento, dice que “lleva un proceso con masa madre, proceso de 24 y hasta 48 horas antes de ir al horno. Así los elementos fermentan antes de ingresar al cuerpo”.

Mario Toscano, desde hace muchos años recorre el mundo, pero aclara que “siempre con el acordeón acompañándome para todos lados”. Es así, que las tradicionales fiestas de Navidad y Año Nuevo lo han encontrado en los más variados lugares, donde es común que ofrezca conciertos. Hay que hacer música variada, comenta, pero sin dudas que el “Mery Christmas” nunca falta en los hoteles, restaurantes y otros lugares donde le toca presentarse año tras año. Ahora, tras esta estadía de algunos días en Salto, espera con ansias viajar rumbo a Punta del Este, donde junto al salteño Luciano Campos, ofrecerá varios espectáculos.


El testimonio de tres jóvenes salteños que pasan las fiestas trabajando en el Este

Pensando en personas que pasan las fiestas tradicionales de una manera diferente porque lo hacen trabajando, fue que EL PUEBLO pudo entablar contacto con tres jóvenes salteños que se encuentran trabajando en Maldonado. Es frecuente que en este momento del año, muchas personas busquen esta oportunidad laboral, lo que implica alejarse del hogar, pero con la esperanza de una recompensa favorable en experiencias y salario.

Sobre algunos de estos puntos dieron su testimonio Jean, Jonatan y Fernando, a los que además, entre otras cosas se les consultó sobre lo bueno y lo malo de esta experiencia. Los leemos:

Jean:

“Me llamo Jean Cayetano, tengo 19 años, soy de Salto. Vine con un grupo de compañeros a trabajar en la temporada. Llegamos el 14 de noviembre y nos vamos a quedar hasta que termine la temporada, ojalá dure bastante. Estoy trabajando en José Ignacio (departamento de Maldonado) y mi oficio es de bachero (auxiliar de limpieza, auxiliar de cocina). Trabajo bajo el mando del jefe de cocina para todas las tareas que le sean encomendadas. Esta es la segunda vez que vengo a hacer la temporada. Estas experiencias tienen cosas malas y cosas buenas.

Lo bueno de estas oportunidades de trabajo es que permiten adquirir experiencia y adquirir disciplina y que no volvemos a casa al final de la temporada con los bolsillos vacíos Lo malo de esto es que estamos lejos de casa y no estamos con la familia y más en estas épocas de fiesta.

Trabajar en la temporada de José Ignacio es una experiencia increíble, llena de desafíos pero también de recompensas. Además, lo que digo sobre lo bueno es la independencia económica y la experiencia profesional, son geniales, pero está la parte mala, la distancia de la familia siempre pesa y más en esta época”.

Jonatan:

“Mi nombre es Jonatan Rodríguez, soy de Salto, tengo 19 años. Es la primera vez que vengo a «Hacer la temporada en Punta del Este» como se dice en el norte de Uruguay.

Vine el miércoles 18 de diciembre, me avisaron dos días antes que había quedado seleccionado para el puesto. Pienso volver a Salto cuando termine la temporada.

Estoy en José Ignacio, que es un pueblo de Maldonado. Mi puesto es de Bachero en un restaurante.

A pesar de ser la primera vez que vengo no se me hizo difícil ya que tengo conocidos que hacen más llevadero el hecho de quedarse en una ciudad desconocida.

Lo bueno de pasar un tiempo afuera de Salto es que tengo la oportunidad de conocer otras tradiciones y formas de pasar las fiestas, en mi caso trabajando y también aprender de las culturas de mis compañeros y turistas que no son de Uruguay. Lo malo de pasar las fiestas lejos de Salto es que se la pasa lejos de la familia y del hogar, se mantiene contacto diario a través de mensajes y videollamada, pero no es lo mismo que estar en tu casa. Es una buena experiencia laboral, si en 2025 me llaman es probable que vuelva”.

Fernando:

“Me llamo Fernando Correa, tengo 19 años, vengo de Salto. Vinimos en grupo, con algunos nos conocemos desde el liceo. Acá nos quedamos todos juntos en una casa que la empresa para la que trabajamos alquila. Venir en grupo es bueno ya que es una experiencia que requiere estar acompañados y contenidos por compañeros para compartir, charlar, matear…

Yo en particular llegué el 29 de noviembre y me quedo hasta principios de marzo.

Estoy trabajando en José Ignacio, departamento de Maldonado, mi oficio acá es de bachero, trabajo en limpieza de los utensilios de cocina. Antes ya había conocido San Ignacio, en ese momento vine para estos lados por estudio. Esta es la primera vez que vengo a trabajar.

Lo bueno de venir a trabajar en la «temporada de Punta del Este» es ganar experiencia, y también volver con un buen capital ahorrado a Salto.

Lo malo es estar lejos de casa, lejos de mi familia. Hoy con el teléfono celular me puedo mantener en contacto diariamente, pero no es lo mismo”.

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