Diego Ney Tomás Fernández: nieto de inmigrantes libaneses
Diego Ney Tomás Fernández es nieto de inmigrantes libaneses y miembro fundador de La Unión de Inmigrantes Salto – que lleva dos décadas desde su nacimiento. Su abuelo llegó a estas tierras desde El Líbano, desde un barco de refugiados en el año 1910. El barco salió en 1911 hacia España por agua, llegando a nuestro país en 1916. “Justo los agarró la cuarentena en la famosa Isla de Lobos y no los dejan desembarcar en Montevideo. Entonces tenía dos opciones. O bajaban de la isla o seguían hacia Buenos Aires. De los tres hermanos, uno decidió quedarse en aquella ciudad y mi abuelo vino por el interior argentino y cruzó desde Concordia hacia Salto. El otro hermano retorna y desciende del mismo barco en Sao Paulo” – evoca Tomás.
Diego Tomás es una personalidad conocida dentro del ámbito de los inmigrantes y uno de los precursores de la Unión de Inmigrantes Salto, institución que brega por ese crisol de culturas unidas por el respeto y el recuerdo hacia sus antecesores.
Tomás continúa recordando la historia de sus ancestros: “Fueron tres hermanos que se lanzaron a la aventura. El que quedó en Sao Paulo después de seis meses se fue a los Estados Unidos y el que estaba en Buenos Aires también se vino a Salto, pero también demoró como un año y medio.
Encontraron aquí paz… tranquilidad y tierra para trabajar. Mi abuelo – al igual que los turcos antiguos – era mercader. Podía vender peines, peinetas, lo que se denominada las baratijas. Salía a la campaña… vendía de todo y así fue progresando”.
Su abuelo luego conoció a quien fue su esposa – oriunda de Salto – Alberta González, con quien tuvo once hijos. De los once, el mayor fue el padre de Diego.
– ¿Dentro de su familia mantienen las costumbres?
– “Las manteníamos hasta hace tres años atrás… ante la pérdida de mi señora Miriam Natividad Hernández, perdimos la elaboración de las comidas típicas. Algunas veces mis hijos me piden que les haga las comidas, pero no es lo mismo”.
– ¿Cuándo se vincula a la Colectividad Libanesa?
– “Comencé a integrarme cuando la Colectividad Libanesa funcionaba en la calle Washington Beltrán entre Rivera y Artigas.
Siempre estuve muy vinculado a las raíces con mi padre, al que lo acompañaba a todas las fiestas que se hacían. Después me fui arrimando a los viejos libaneses y hoy prácticamente sigo presidiendo la Colectividad Libanesa desde hace treinta años. Soy visto desde Montevideo como representante de la Colectividad Libanesa.
Cuando falleció don Pedro Murad, por un tiempo se extravió la identidad de los libaneses y allí fue que comenzamos con un grupo grande a integrarnos.
Continuamos manteniendo la tradición y ello ha hecho que a partir del año 1999 estableciera una relación con la Unión de Inmigrantes y ya han pasado veinte años de labor mancomunada.
Todos los años hacemos muestras gastronómicas, danzas… presentamos filmaciones, fotos – en este caso de El Líbano, vestimentas, demostraciones de herramientas… todos esos elementos que se han utilizado año tras año.
Salto es un crisol de inmigrantes y ello es una realidad.
Las primeras charlas de la Unión de Inmigrantes se dieron en la Universidad; primeramente se adhirieron ocho colectividades, que luego llegaron a ser dieciocho. El Padre Emilio Guidotti nos permitió hacer las reuniones en la Casa Diocesana. Junto a Elizabeth Widmaier somos los precursores de la Unión de Inmigrantes. A lo largo de los años hemos perdido varios compañeros”.
– ¿Cómo eran esas primeras reuniones?
– “Las primeras reuniones fueron muy importantes porque marcaron un antecedente que nunca se había dado… primero que nada por la diferencia de etnias y las diferencias religiosas. Convocarnos a una reunión donde cada uno tenía su forma de pensar… y cuando hablamos de forma de pensar nos referimos a sus religiones, diferentes lenguas. Llegamos a un acuerdo donde la religión debería ser dejada de lado, como también así la política.
De esa manera hemos venido conviviendo estos veinte años con un grupo excepcional… nos hemos fortalecido.Personalmente los considero como hermanos y a los más jóvenes como hijos.
Lo más importante de todo es que ha sido un grupo homogéneo, donde la participación tiene sus limitaciones. Todo se decide por consenso, tratando siempre de dar lo mejor.
Lo más importante de todo ésto es la unión que existe. Otro punto fundamental fue el logro del Monumento al Inmigrante – iniciativa que fue aprobada por la Intendencia Departamental de Salto.
No se trata solamente del reconocimiento a aquellos inmigrantes que vinieron, sino también el reconocimiento al esfuerzo y al sacrificio que hicieron. Las palabras que se destacan son: sabiduría y prudencia”.
– Una reflexión final de la importancia de reivindicar la unión de las culturas inmigrantes…
– “En estos últimos años se ha dado la oportunidad que las escuelas participen del evento… tanto es así que este año participaron seis, el CERP y diferentes grupos de danza. Los niños pueden exponer allí también sus trabajos. Queremos que ésto no se pierda y que el reconocimiento sea mayor a quienes hicieron que ésto hoy sea una realidad”.