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viernes, 9 de mayo de 2025
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El oportunismo de la diplomacia

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Diario EL PUEBLO digital
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En 1988 fue elegido para realizar un arbitraje en cuestiones pesqueras entre Francia y Canadá.
Presentó una fórmula que fue aceptada por ambas naciones y se solucionó así un problema de
larga data.
Es que el prestigio de Enrique Iglesias, ex canciller del Uruguay, hoy ya nonagenario, no solo ha sido reconocido en nuestro país, sino también a nivel internacional, siendo convocado como asesor desde otros países, además de presidir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Por eso entendemos que es una voz que los uruguayos deberíamos no sólo escuchar y atender, sino llevar a la práctica, porque seguramente sus argumentos son totalmente lúcidos y su prestigio internacional le da suficiente autoridad para ser respetado.
Días atrás tuvimos oportunidad de volver a escucharlo y nos quedó rondando en la cabeza una afirmación del ex canciller sobre uno de los temas de nuestros días.
Estimó Iglesias en la entrevista de referencia que Rusia y Ucrania se tendrán que poner de acuerdo, porque es la única forma de poner fin al conflicto.
Mal que nos pese y por más que consideremos que la Justicia indica otra cosa, mucho nostememos que se trata de la única salida posible a un conflicto que amenaza con extenderse.
Cuando escuchamos a una autoridad como la de Iglesias, pronunciarse con tanta seguridad.
Nos hace revisar nuestra posición discrepante, basada en la Justicia y no en el poder de las armas.
Vemos con preocupación con que rapidez se toma posición en relación a temas actuales.Conque rapidez condenamos un bando y alabamos otro.
Pero lo que más nos preocupa es con que rapidez nos fanatizamos por uno de los dos bandos, basándonos en las versiones que nos llegan, que ni siquiera sabemos si tienen suficiente veracidad o no.
En estos casos es necesario tener muy claro, que es lo justo (lo que equivale decir quien tiene argumentos sólidos para asumir la posición adoptada) y quien no lo tiene.
Tener muy claro que es lo ajustado a derecho y que es lo posible de lograr, que muchas veces será harto injusto.
Y esto no quiere decir que le demos la derecha a quien avasalla, a quien impone su poderío, sino sencillamente que estamos reconociendo que no es el momento oportuno para luchar por lo que se entiende como más justo.
Resulta difícil de entender, pero sabemos que la diplomacia tiene sus tiempos y no siempre sus reclamos son los mismos.
Es necesario aprenderlo.
A.R.D.

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