Otra vez el poeta sanducero Mario Mele vuelve al libro, ha dado a conocer ahora “El bar de las mesas vacías”. Sin dudas debe celebrarse, porque como lo hemos afirmado ya en otras ocasiones, la suya es de las voces poéticas más valiosas del Uruguay de estos años. El nuevo volumen, confirma la calidad que ya había expuesto en los anteriores: “Los ojos del cuarto” (1998), “La camena” (1999), “Café negro” (2003), “La breve noche de tres hora” (2008) y “El perro sin cola” (2011).

Editado por Publicaciones LA CASA DEL RÍO, sello que dirige Leonardo Garet (a quien Mele además considera su maestro, dado que se formó en los talleres que el salteño impartía en Paysandú hace algunos años), “El bar de las mesas vacías” sumerge al lector en el ambiente del bar como lugar de sensaciones únicas. Hay descripciones (las paredes con cuadros, la estufa, las ventanas, las mesas y sillas) pero sobre todo hay emociones que allí, y solo allí, pueden vivirse y evocarse. Palabras, gestos, miradas, el erotismo notablemente poetizado en una constante referencia al “tú y yo”, sin caer jamás en lugares comunes o clichés, hacen de estos poemas (breves, intensos, de lenguaje preciso) una valiosa muestra de auténtica poesía.
Se abre el libro con estos versos:
Abrí las ventanas y un tropel de palabras
entraron y salieron ensimismadas.
Abajo, inquietas sobre el río, algunas
formaron la barca y comenzó el viaje.
Las otras, las más amigas, las nuestras,
las de adentro, al son del silencio
de pájaros y árboles
juegan en el portal de la casa del río.
Luego, acompañados por ilustraciones del propio autor, los poemas se dividen en dos partes principales: El bar y Las mesas vacías, las que a su vez comprenden las secciones Los cuadros, Entre lunes y viernes, Por la camena, Los amantes y La penúltima mujer.
Mario Mele nació en 1954. En el año 2002 recibió una mención en el concurso anual de la Intendencia Municipal de Montevideo por su libro “Tiresias”, en ese momento inédito y que se convertiría más tarde en “Café negro”.
Aquí una breve muestra de poemas de diferentes secciones:
El bar
I
tengo una tarde escondida
y apenas una noche desvelada
como un río que siguió mar adentro
por mis sueños
a refrescar la memoria
de relojes enmudecidos.
Se oculta el sol
por la mirilla de la puerta.
II
dos y media de la madrugada
vi tu nombre recorrer
las calles de mi niñez,
entrar al bar
y sonreír frente a un cuadro de Picasso
y beber el café caliente del verano,
jóvenes y viejos y callados
al ritmo del reloj
que me desvela
y de una mesa vacía que nos separa,
este bar no cierra las puertas,
estoy cansado.
Los amantes
I
recuerdo ahora como era
desvestirse a escondidas
y mentirle a la gente
hablar con voz a oscuras
de lo que fuimos
llevarme la hora suprema
al otro día
y apuntalarme los ojos
que saltaban por la ventana,
nada importaba más
que sentirse vivos
y sentir la muerte
en cada cuarto
de la casa.
II
el aire frío
delató la calentura
de los dos ríos en el auto,
camino a la noche
la luna se quebró en el capot
e iluminó las caras,
cada tanto los ojos
se deleitaban entre ellos
y las manos socorrían
a los pensamientos,
por las ligas de tus medias
crucé los dedos en un beso
y la sonrisa de tus labios
ardió en los sueños ocultos
cuando estacionamos.
