Así tal cual, de política y periodismo, de eso se me ocurre hablar hoy.
Voy a empezar con esta anécdota. En la noche del viernes, en una esquina de calle Uruguay, me puse a charlar con Carlitos, un amigo al que hacía tiempo no veía. Charlábamos mientras mirábamos cartelería política tanto a favor del SÍ como del NO, de la que fue colocada en distintas balconadas del centro. De pronto me pregunta Carlitos, así de golpe, a boca de jarro:
-¿Y cómo ves la delincuencia en este momento?
-Y…está complicada la cosa -se me ocurrió contestar, y es además lo que pienso-.
-¡Muy complicada! –me dice Carlitos-.
-Sí, sí -le digo-, aunque según el Ministro Heber está bajando el número de delitos…
Esto último poco menos que enfureció a mi amigo Carlitos, que empezó a decir casi a los gritos: –Heber miente, esas estadísticas son mentirosas, el gobierno miente…
-¿Y cómo estás tan seguro? -le pregunté-. Y entonces me contestó muy brevemente: –Porque si mirás los informativos de Montevideo en la tardecita, o escuchás informativos en la radio o leés la crónica policial de los diarios, te vas a dar cuenta que los asesinatos se siguen dando uno tras otro, y las rapiñas, y robos, y ajustes de cuenta…
Ahora pienso…¿Pero cómo? Este Carlitos (y hay cientos y cientos de Carlitos), al que al mismo tiempo lo escucho decir constantemente que los medios de comunicación uruguayos “están todos comprados” por el gobierno para ocultar información (o manipularla según convenga), ¿ahora me dice que se entera del caos en la (in) seguridad que hay en el país justamente por esos mismos medios de comunicación? Entonces los medios no están tan “comprados”, entonces no son tan falsos, entonces no están tan desprestigiados, entonces no son tan culpables de todo lo malo que ocurre como algunos parece que quieren hacer creer…
Pero además, es evidente que el razonamiento de Carlitos es producto de la tremenda “manija” de una gran parte de la clase política, de Salto y del país todo. Esa parte de los políticos que si un periodista dice lo que ellos quieren que diga, poco menos que lo suben al pedestal de ídolo y se acercan a lamerle las medias; pero si opina algo distinto, o dedica menos espacio a lo que ellos entendían que ameritaba más repercusión, entonces lo condenan, lo crucifican como el peor profesional, pasa a ser el “vendido”, el “deshonesto”, el que no tiene ética…etc., etc.
Señores políticos, ¿en serio ustedes son capaces de juzgar de esa manera a los periodistas, cuando nadie más que los políticos (sí, ustedes mismos) van para aquí o para allá según como sople el viento, sin importarles un comino ideologías, principios, etc. con tal de acceder, en la mayoría de los casos, a una cargo remunerado, y bien remunerado?
Bien podrá pensar usted que estoy equivocándome al generalizar. Es que lo hago precisamente para que se note lo incómodo que resultan las generalizaciones. Así que cuando se hable del periodismo, también estaría bueno no generalizar.
No quiero dejar pasar la ocasión para decir que si políticamente “hay periodismo vendido”, es porque hay “políticos compradores”. Si hay oferta es porque hay demanda, así de sencillo. ¿Quién es más culpable? ¿El que compra o el que se deja comprar? Dejo en usted la respuesta, estimado lector. Y le agrego algo más: si en la avenida Barbieri sigue habiendo “oferta” de travestis, es porque también hay “demanda” de travestis, no se puede borrar esa realidad y esa hipocresía mirando para el costado. ¿Qué tiene que ver una cosa con otra? Sencillo: que en todos los casos estamos hablando de prostitución, de un cuerpo o de una profesión.
De mi parte, puedo decir que en 20 años de ejercicio del periodismo, jamás recibí un solo peso de un político para decir o dejar de decir algo. Pero miro alrededor y veo gente que tras un micrófono o un portal ha “destrozado” a determinado político en la previa a una elección departamental. ¿Y cuál fue la respuesta de ese político? Aunque usted no lo crea: la respuesta fue darle un premio, una buena suma de dinero en publicidad. ¿Eso no es repudiable también? ¿Y después se quejan de periodistas “comprados” o “vendidos” cuando ellos mismos “compran”? ¿Es que tienen miedo que se diga tal o cual cosa y prefieren comprar silencio? Pero, ¿sabe qué es lo peor, además? Que cuanto más ordinario es el periodista, cuanto más bajo, cuanto más cae en el barro de meterse en cuestiones personales, familiares, etc. parece que más premiado es por los políticos. Lamentable. Claro, de quienes pretendemos hacer un periodismo serio y sin faltar el respeto a nadie bajo ninguna circunstancia, seguramente no tienen que cuidarse tanto y menos tienen que ofrecernos dinero. ¿Ese es el razonamiento de buena parte de los políticos? Qué triste de ser así. ¿Esa es la forma con la que quieren elevar el nivel de la convivencia social?
Pero volvamos al tema del comienzo. EL PUEBLO dedica todos los días una página entera a la transcripción de hechos policiales, de Salto e incluso también de otros departamentos. Yo, en mis programas radiales leo diariamente la crónica policial actualizada a ese momento sin quitar una sola línea. ¿Dónde está el ocultamiento que hacemos para favorecer a un gobierno o a un Ministro y su gestión? Claro, se podrá decir que el ocultamiento viene de más arriba, que ya la información nos llega recortada a los periodistas. Pues bien, quien tenga la certeza que eso es así, y tenga por lo tanto pruebas para esa certeza, venga y acérquese, aquí estamos, a las órdenes para recibirlo.
Es hora, señores de la política, de hacerse cargo de las cosas sin buscar permanentemente culpables. Por supuesto que los medios de comunicación influyen en la opinión pública, ¡vaya novedad! Pero no somos los responsables de las grandiosidades que se nos quieren atribuir…
Pero al fin de cuentas, queremos concluir esta nota reafirmando algo que planteábamos en una breve opinión en la edición del pasado sábado. Hoy se termina enero y comienzan a calentarse los motores de cara al referéndum de marzo. Que hay periodistas que votarán por el SÍ y otros por el NO, no es ninguna novedad, por supuesto. Es hasta obvio y bienvenido sea que exista esa pluralidad (y no estén todos “comprados” para un solo lado, como afirman algunos). Lo importante es que el periodista sepa diferenciar cuando opina, cuando informa y cuando entrevista sobre el tema. Son cosas muy distintas, pero de forma más o menos consciente, con mayor o menor intención, suele mezclarse todo. En parte por la nueva tendencia en los estilos periodísticos y en parte por la vieja costumbre de querer confundir a la gente. Pero lo que queremos combatir son esas críticas a periodistas porque (lo que sigue es textual): «están todos haciendo campaña por el SÍ» o «están todos comprados por el gobierno para hacer campaña por el NO». En primer lugar, si esa actitud tendenciosa del periodismo fuera tan clara, no habría tal contradicción entre los que afirman una cosa y los que afirman lo contrario.
En fin…Una vez más como en la previa a tantas instancias electorales, hoy queremos hacer un pedido: quien quiera juzgar a un periodista porque considera que tiene una postura inadecuada o deshonesta para su profesión, no hable de «los periodistas», sino que diga claramente a qué periodista se refiere (con nombre y apellido) y en qué medio o medios de comunicación cumple tareas.
De lo contrario, se seguirá alimentando generalizaciones, que además de ser “patadas tiradas al aire”, suelen ser injustas.
Contratapa por: Jorge Pignataro