Gabina Di Fonzo: misionera argentina residente en Salto
Gabina Di Fonzo tiene 37 años, es oriunda de Buenos Aires pero hace diez años y medio que reside en nuestra ciudad.
Gabina pertenece al Movimiento de la Palabra de Dios, movimiento al cual se integró a los quince años.

Particípó de los grupos de oración y evangelización hasta los veintiséis años en Buenos Aires, respondiendo a un llamado a la vida consagrada.
Este movimiento es una familia eclesial de renovación evangélica y de evangelización, con diversos tipos de miembros, compromisos y servicios. Busca participar, desde la Iglesia Católica, del Ecumenismo del Amor con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, colaborando con todo lo verdadero, noble y justo; procurando así la unión de los hombres, pueblos y naciones por encima de sus diferencias para que todos, sin distinción, por medio de Cristo tengamos acceso al Padre en el Espíritu de su Amor.
La misión fundamental es evangelizar, buscando desarrollar la Civilización del Amor desde las comunidades de salvación bajo el Señorío de Jesús sobre el mundo. Unidos a la Palabra de Dios recorremos el desierto de los hombres anunciando el Agua Viva que no se acaba.
“Fue en ese tiempo que me vine a misionar a Salto, fundando una comunidad de consagradas. Éramos tres en ese momento y empezamos una misión de evangelización con jóvenes. Hoy en día acompañamos distintos grupos y la catequesis para la confirmación de la Parroquia Catedral San Juan Bautista.
Soy profesora de Arte, continúo trabajando en CECAP Salto y trabajo a distancia para un liceo de Concordia.
A su vez desempeño las actividades propias de la pastoral; al comenzar la pandemia mantuvimos reuniones con cada grupo de jóvenes vía Zoom, compartiendo la vida, la Palabra y también orábamos; luego aquí en Salto – en el marco de los protocolos – comenzamos a realizar algunos encuentros presenciales, cumpliendo con todas las medidas”.
-¿Qué lectura hace de la experiencia?
- “Que Dios no tiene límites ni de pantalla ni de dificultades para llegar al corazón de los jóvenes. Lo que necesita es nuestra disposición.
Una conciencia que atravesó nuestros encuentros es que, aunque las reuniones fueran virtuales – a distancia, no dejaban de ser reales.
Cada uno de los encuentros se dieron por la disposición de encontrarnos.
Lo mismo pasa con Dios y con la oración… podíamos encontrarnos con Él, más allá de la pantalla.
Lo seguimos comprobando con los jóvenes concordienses que siguen haciéndolo virtualmente.
Este tiempo me permitió cultivar una conciencia de integración social, que no estamos solos en el mundo, que hay muchas personas que la están pasando mal, que necesitan de nosotros…
Debemos tomar real consciencia de lo que está sucediendo a nivel mundial y no debemos dejar de cuidarnos.
Por otra parte, estas instancias me hicieron reencontrarme con mi identidad y mis deseos más profundos; darme tiempo para otras cosas que las tenía relegadas.
La oportunidad de proyectarme en distintas actividades.
Con mi familia hemos fortalecido nuestros vínculos a través de las videollamadas”.
Vale destacar que Gabina como integrante de la comunidad consagrada, se sostiene económicamente con su profesión.