Nos despedimos de un ciclo al que se nos ocurrió denominar “mi otro yo”, porque felizmente nos permitió desentrañar valiosos aspectos de la personalidad de personas y personalidades y algunas interesantes figuras que trascendieron casi desde el anonimato, pero que nos enriquecieron de una manera inusitada.
Vale agradecer, en primera instancia, a EL PUEBLO quien por tercera vez confió en nuestra propuesta y nos fue iluminando el camino, como una especie de numinoso Virgilio.
Mediante el “alter ego” descubrimos en cada uno de los entrevistados sus facetas menos conocidas que fueron deslizándose naturalmente sobre caminales de sensibilidad, humanismo, espiritualidad, demostrándonos que cada uno de nosotros – sin excepciones necesitamos para subsistir límites, valores.
Por otra parte llegamos a la conclusión que no siempre las historias ni los protagonistas que tienen más prensa son los que albergan las historias que llegan con mayor intensidad al corazón de un pueblo.
Como comunicadores, nuestro mayor aporte debe ser el prestar un oído gigantesco a cada uno de los mensajes, cuya onda expansiva vuelve al seno de la comunidad.
Desentrañar, escarbar, hurgar, escuchar y luego transmitir en forma fidedigna dista mucho de la eterna búsqueda de ridículo e inexplicable protagonismo.
La “verdad” de cada uno debe ser respetada; es por eso que la Naturaleza es sabia y a ningún ser mortal le ha adjudicado la verdad absoluta.
VALORANDO A NUESTRO ALREDEDOR
El objetivo de “Mi otro yo” no fue solamente el conocer a cada uno de los entrevistados a través de las aristas más profundas de sus almas, sino que estuvo (y lo decimos desde el corazón) el ánimo ferviente de entenderlos y valorarlos.
Sabemos que sumergidos en el anonimato existen grandes valores que en ocasiones trascienden en capacidad a los que tienen cartel, pero esto se ha dado desde que el mundo se conoció por tal.
Consideramos que tendríamos que resaltar y aprovechar las virtudes y facultades de nuestros propios vecinos en vez de criticarlos como si fuéramos los ejemplos a prueba de todo.
Esa particularidad “todo terreno” que tiene el ciudadano del interior es de resaltarla y conservarla.
En un universo dominado por el poder y el creciente materialismo, es bueno de vez en cuando darle un moquete de realidad, para que aprenda que lo imperecedero justamente está en los buenos recuerdos, ejemplos y en las personas que lucharon siempre limpiamente por lograr nobles objetivos.
¿Para qué vamos a llamar a lo negativo? Ya han en demasía quien se ocupe de hacer ese trabajo sucio.
La nobleza de la docencia, el que posee el don elevado del arte, el trabajador incesante, el religioso convencido, el que se planta por defender al medio ambiente, el que siente la comunicación fluir por todas sus venas es que forma un todo muy poderoso que de despliega en racimos de “Mi otro yo”.
La fe es la que sostiene a la mayor parte de los humanos que se mueven entre “el ser y el devenir” y logra consolidarlos en sus afectos y sentimientos que florecieron en cada entrevista.
Volviendo a la una de las causas más valiosas del ser, que es la docencia, pudieron proyectar su “otro yo” en la realidad que permite forjar almas que perdurarán por siempre.
Con alegría vivimos la asunción del Dr. José Luis Pereira como Presidente de la Junta Departamental, rodeado de sus alumnos de danza, de artistas, amigos y familiares, una escena digna de ser disfrutada, caras que muestran lo que podemos ser, si nos lo proponemos y trabajamos día tras día para ello.
En denominadores comunes encontramos la gran mayoría de esos “alter ego”.
Sin dejar de ser “el descubrimiento” consideramos que lo que se proponen el cammb…palabra que está en boca de muchos pero lejos está quienes lo prometen…lejos…muy lejos está de la tierra de los valores y de la razón razonada.
Vamos a pensar un poquito más e intentar proyectar positivamente esa otra cara, para que la existencia sea disfrutable y armónica con el resto, en contrapartida con el modelo del individualismo.
Quien no se armoniza con el otro no puede acceder a un desarrollo existencial.
Aunque en términos de este ciclo no nos despedimos del tema, seguramente los próximos entrevistados dejarán traslucir oportunamente esa otra cada que nos permitirá conectarnos a un aprendizaje en común.
Sin ser conscientes del todo asumimos la resistencia a “las caras que no sienten”, esas no merecen un segundo de nuestro tiempo y mucho menos de la prensa.
Esas nos llevan simplemente al laberinto del Minotauro.
Y decimos hasta luego, con satisfacción y agradecimiento. María Fernanda Ferreira.
