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jueves, 10 de abril de 2025
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Demasiado triste

Diario EL PUEBLO digital
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Alguien predijo que las próximas guerras de la humanidad serían por el agua. Aún no hemos llegado a esa situación. Pero bastaría con mirar lo que ha acontecido en ocasión de la reciente sequía o faltante del agua para ver en qué grado la vida depende del agua.

Pese a que muchos anuncian el fin del período caracterizado por la sequía en América del Sur y el comienzo del fenómeno que trae aparejadas inundaciones, lluvias y deslaves, lo que no se puede negar es el gran desarreglo que estamos produciendo en la naturaleza, porque estas son las consecuencias de lo poco que apreciamos y valoramos el ambiente o las condiciones naturales.

Nadie parece haber notado las consecuencias de la deforestación amazónica y de otros ambientes. Nadie – a no ser unos “locos” ambientalistas- parecen estar preocupados por las consecuencias que aparejan el arrojar o lo que es peor aún, quemar los plásticos y liberar a la atmósfera los gases que esto produce.

Nadie parece reparar en que el río Paraná, en buena medida generador de buenos recursos para Argentina, Brasil y Paraguay, muestra en estos momentos una de las sequías históricas y prácticamente se ha quedado sin agua.

Tampoco nadie está preocupado por las nefastas consecuencias que aparejan las “colillas” de cigarrillos desechadas o arrojadas en la playa.

Nadie parece reparar en que las consecuencias de nuestra “inconducta” nos pasará factura y tarde o temprano sufriremos las consecuencias.

Lamentablemente muchas de estas consecuencias son irreversibles. Se requerirían varias generaciones para reparar este daño y lógicamente se debería comenzar por cambiar el concepto que nos ha llevado o ha permitido al menos que destruyéramos.

Mientras tanto todo parece estar dirigido o “comandado” por la ambición, por obtener más dinero que de nada servirá si la naturaleza se destruye. No sólo se trata de obtener más dinero por la venta de estas tierras, de esta madera y otros recursos, sino que esencialmente se trata de manejar el recurso con la debida prudencia.

Hoy en muchos lugares vemos como se derrocha el agua o se usa para fines puramente recreativos sin que a nadie parezca importarle. Esta es nuestra preocupación y ojalá cambiemos de conducta mientras haya tiempo.

El agua dulce no es un recurso infinito, sino que es la naturaleza la que lo proporciona y si afectamos esta “fábrica” corremos el riesgo de quedarnos sin ella, y no olvidemos que sin agua no hay vida.

A.R.D.

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