Se dice que conformar a todos es muy difícil, por la sencilla razón de que no todos pensamos igual. De allí que indirectamente siempre que miramos, leemos o escuchamos un medio de comunicación, tratamos de descubrir “de que pata renguea”, como dice el paisano. Esto es para endilgarle el mote de oficialista u opositor, las dos grandes corrientes de pensamiento que se ponen sobre la mesa en estos casos,
Lo que pocas veces escuchamos o vemos es ver a estos medios de comunicación como lo que son, es decir empresas que tienen que cubrir sus presupuestos y que por lo tanto no están exentos de la tentación de inclinarse para tal o cual lado.

Siempre hemos escuchado que detrás de un gran medio debe haber una gran persona, porque un medio de comunicación es como la proyección de su sombra, si se trata de una buena persona, de alguien honesto y sincero en algún momento se nota, porque cuando debe definirse en los temas más polémicos, lo hará siempre buscando la justicia y la verdad, más allá de cualquier otro interés.
En cambio si se trata de alguien que busca con el medio de comunicación un interés espurio, o sencillamente un lugar en la sociedad a cualquier precio, también se lo notará.
No juzgamos. “Cada cual sabe donde le aprieta el zapato” y siempre lo hemos dicho, el mantener un medio de comunicación significará siempre navegar entre dos aguas. Darle preferencia a lo económico o darle preferencia a lo idealista. El tema está en que quienes abogan por un medio de comunicación honesto, independiente y plural difícilmente se inclinan por aportar lo suficiente para mantener este medio más allá del as presiones que seguramente deberá sortear permanentemente.
Se dice que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. Vale decir que si un pueblo poco valora la honestidad, la justicia, tendrá gobernantes que tampoco lo hagan. En cambio si se trata de un pueblo que valora tajantemente la honestidad y la justicia para todos sus ciudadanos, seguramente que tendrá autoridades que también responderán a estos conceptos.
Quienes están o han estado al frente de un medio de comunicación lo saben. Siempre tendrán sobre sus cabezas una espada de Damocles y según lo que opinen serán tachados de tal o cual cosa. El respeto a la opinión, no se declara, se construye y de allí que la única forma de generar la confianza del lector, oyente o televidente, es manteniendo un rumbo firme y coherente con lo que piensa, ante cualquier tema y en cualquier momento.
A.R.D.