Alicia Cano Menoni, nació el 14 de junio de 1982, su infancia la pasó en el barrio Cerro, muy cerquita de Plaza Flores, un lugar que con sus jardines, caminos y espacios verdes marcó su fiel amor a la naturaleza. Fue al jardín, escuela y liceo del barrio, empoderándose desde niña de la libertad que le ofrecía la tranquilidad de la zona, iba caminando a la escuela y pasaba tardes enteras jugando en la plaza. “Mi infancia fue hermosa”, comenzó diciendo Alicia, con una leve sonrisa que iluminó su rostro a la vez que soltó un suspiro al aire que le permitió contar algunos de esos pequeños momentos de su niñez que atesora con dulzura.
Su madre es maestra, su padre agrónomo y Alicia fue la única mujer de tres hermanos varones, sin embargo, más allá de ser la más mimosa y cuidada de la familia, resultó ser “la más peleadora de los cuatro”, dijo entre risas.
Ese espíritu de aventurero, curioso, ávida por conocer nuevos lugares e historias lo sintió desde niña, aunque nunca imaginó el rumbo que tomaría su vida al transformarla en cineasta. “Desde que descubrí el cine me di cuenta que … ¡ta!, eso es lo que quería. Es el lugar donde soy feliz, donde puedo expresar mi ser, mi sensibilidad, es donde siento que quiero y tengo que contar esa historia que veo. Es casi una necesidad”, reflexionó con emoción por la profesión que ama y ejerce con pasión.
¿Qué recuerdos tienes de tu infancia y adolescencia?
“Yo viví una infancia muy libre. Iba sola a la escuela que me quedaba a pocas cuadras y que de alguna manera me dio esta autonomía que tengo desde muy niña. Ahora que vivo en Montevideo veo como hay chicos que no pueden vivir eso y sus padres tienen que llevarlos y traerlos a muchos lados. Esa libertad que yo viví creo que te hace madurar, conocer más el mundo y no vivir con tanto miedo. Otra de las cosas que siempre me gustó mucho fue explorar, me gustaba muchísimo el contacto con la naturaleza, ver el paso de las estaciones, los espinillos, los lapachos … Y cada vez que se da un cambio de estación todavía me pregunto ¿cómo se estará viviendo en Salto? Después vino la adolescencia, que yo creo que es como ¡algo que hay que atravesar y punto! (sonríe). Donde no sabés ni que querés de la vida, no sabés nada y tu cuerpo empieza a cambiar y tenés que acostumbrarte a eso y todo como que es muy brusco. Uno choca mucho con uno mismo y con el mundo”.
¿Su vínculo con el arte empezó de alguna manera con el teatro?
“A los 9 años empecé a hacer teatro con Óscar Bibbó y eso fue muy lindo, pero hoy no vuelvo a hacer teatro ni loca (vuelve a reir). Hacíamos presentaciones, recuerdo que mi primer papel fue como la tía Aurelia en “Pluf, el fantasmita”. Si miro hoy, con el diario del día después, es como que todo lo que uno vive te va marcando pero sin dudas tenía una predisposición hacia el arte. Hoy me acostumbré a estar detrás de cámaras y contar una historia desde ahí”.
¿Cómo arrancó con el cine?
“A mi siempre me gustó la aventura y eso de conocer nuevos lugares. Decidí estudiar comunicación y ahí empecé a trabajar con audiovisuales, hice mis primeros cortos y me di cuenta que me gustaba ese lenguaje. Cuando terminé la Universidad quise seguir estudiando y me fui a hacer una maestría de audiovisuales en Italia. Era por un año, pero me quedé tres porque terminé haciendo una serie llamada “Reparto Maternitá”, que quiere decir “Pabellón Maternidad”. Se trataba de una serie documental para Fox Life que contaba la vida cotidiana de un hospital en el área de maternidad. Para mi eso fue una escuela impresionante”.
¿Cuál fue su primer película en Uruguay?
“En el 2010 volví a Uruguay y me metí en el cine de acá con “El Bella Vista”, que fue un proyecto que surgió cuando leí una noticia de un prostíbulo que se convirtió en Iglesia en Durazno. Ahí empiezo a investigar, armo el proyecto, me presento el concurso y gano. Después empiezo con el plan de rodaje y eso fue un trabajo súper intenso que lo filmé en el 2011. Ahí escribí el guión, hice dirección y lo co-produje”.
¿También trabajó en varios cortos?
“Después del Bella Vista hice varias cosas. Participé en una serie de TV Ciudad sobre las huellas de la dictadura y sobre eso decidí contar pequeñas historias anónimas de como vivieron esa época personas que no fueron militantes, acá en Salto. Después trabajé para una serie de la BBC que se llamaba “¿Porqué pobreza?” que buscaba mostrar estrategias de salida a la pobreza. Ese trabajo lo hice sobre una mujer que vive en el medio rural en Rivera y que a través de un micro crédito pudo comprarse una máquina de coser y comenzar a hacer vestidos para las chicas del pueblo. Así muchas comenzaron a hacerse su vestido de fiesta para los 15 años. Ahí se muestra el tema de la inclusión y exclusión social”.
¿El proyecto “Las Nubes” la tiene por estos momentos en Salto?
“Al proyecto de Las Nubes llego a través de Inés y Lucila Bortagaray (guionistas salteñas) que hace tiempo andan tras la huella de Enrique Amorim. Nos presentamos a los Fondos Concursables del MEC (Ministerio de Educación y Cultura) y logramos hacer esto, que busca rescatar la memoria de ese lugar. Ahora, a través de una página web está todo, la biografía de Enrique Amorim, de su esposa Esther Haedo, del chalet, de su obra, del Salto de los años 50. Además hicimos un documental con testimonios de personas que hoy tienen entre 70 y 80 años y conocieron a este fabuloso matrimonio y que de alguna manera nos traen la memora viva del lugar que va más allá de la trayectoria literaria de Amorim y logramos ver que Las Nubes era un poco el epicentro del mundo con todas las novedades que Enrique y Esther traían, porque ellos viajaban mucho y venían muchas personalidades destacadas a su casa. Logramos incorporar imágenes que el mismo Amorim había filmado como las cascadas del río antes que se hiciera la represa, las lavanderas, las pandorgas y así muchas cosas más que son un material de un valor patrimonial impresionante. (Dicho audiovisual fue presentado en Las Nubes el pasado sábado, tiene una duración de 35 minutos y se lo puede ver en la página web de Las Nubes)”.
¿Ya tiene un próximo proyecto?
“Ahora estoy haciendo un segundo largometraje sobre la capacidad de construir sueños, en una radio que funciona dentro del Hospital Vilardebó en Montevideo. Los mismos pacientes del lugar hacen radio, entrevistan a la gente, y es un espacio donde los que han perdido la razón son los que se interesan por la coyuntura del país y se comprometen con lo que sucede. Es mostrar como los que no son nadie, los locos, tienen la capacidad de soñar y transformar su realidad a través de una cosa tan sencilla como hacer radio”.
¿Cómo está el cine en Uruguay?
“En este momento estamos en crisis, se creó una ley de cine en el 2008, pero todo se hace mucho a pulmón. Se empezó a trabajar muchísimo y hoy ya no es novedad ver una película uruguaya en cartelera, pero ahora está todo muy estancado porque hace cuatro años que no se actualiza el fondo que da el Estado a la cinematografía nacional y eso generó una pérdida real del 40 %. Este año solamente se rodó una película de ficción y de alguna manera es un abandono del Estado al cine. El cine no solo tiene un valor patrimonial, también es una empresa rentable; porque una película uruguaya solo produce el 40%, el resto son capitales extranjeros, además, las películas nacionales viajan mucho y en muchos lugares se ve nuestro cine y por ende conocen Uruguay y se interesan por saber de él o venir acá. Es mucho más lo que da el cine de lo que uno se puede imaginar. Es una ventana al mundo”.
¿Es muy exigente con cada producto qué hace?
“Yo creo que siempre que nos enfrentamos a una película uno no sabe como va a salir. Cada película tiene sus propias complejidades. Soy muy crítica conmigo misma, pero más allá de eso siento que hay un momento en que hay que dejar todo como está, porque una obra en realidad nunca se termina, se abandona. Además las historias que contamos responden a un momento de nuestras vidas y tenerlas por mucho tiempo hacen que se le de demasiada vuelta mental y eso tampoco está bueno. Pero es muy relativo el tema del tiempo”.
¿Qué es el cine para usted?
“Hacer cine es la manera que tengo para descubrir el mundo y ver distintos universos posibles. Lo hago porque soy curiosa y con la excusa de la película puedo entrar a muchos lugares, desde un hospital en Italia a un hospital psiquiátrico, o a la historia de una familia en el medio rural. Aspiro a seguir haciendo películas como las que hago, que es un cine con una mirada un poco más intimista desde distintos rincones del mundo. Hoy quisiera seguir haciendo lo que hago, porque no es nada fácil y con eso ya soy feliz.