Cuidemos el ambiente

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Quienes peinamos canas recordamos cuando se dijo que una escasez de yerba mate (se vendía de cuarto quilo o de medio quilo a los sumo), había costado las elecciones al partido gobernante. Estamos hablando quizás de la década del sesenta o setenta a lo sumo.

No se puede obviar la similitud con la situación actual, en que muchos uruguayos se quejan del agua que ofrece OSE, que según señalan no sirve siquiera para el mate, y las manifestaciones han estado a la orden del día. Sean o no los gobernantes actuales responsables el pueblo pronto les hace culpables.

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Lamentablemente pareciera que no importa a quien responsabilizamos, la cuestión es que el faltante de unos de estos elementos de primera necesidad pronto es adjudicado al gobierno nacional.

Hoy si miráramos más allá del corto plazo sabríamos que esta situación se daría a la corta o a la larga porque los únicos culpables son los ciudadanos, los que no son capaces de mirar más allá de lo que se les muestra, aunque la situación tenga diversas causas.

Para solucionar al menos momentáneamente el faltante de agua requiere que aprovechemos mejor el recurso muchas cosas que actualmente se hace con el agua dulce y no sólo la que proporciona OSE, podría hacerse con agua procedente de otras fuentes.

La primera medida es entonces el cambio cultural. El pueblo debe saber que disponer de agua no es gratis. Cuando se arrojan los desperdicios a ella se está desperdiciando, o arruinando un recurso imprescindible para la vida.

Hemos sido bendecidos con la abundancia de este recurso, pero no por ello significa que resulta infinito. En contrapartida, han mucha agua dulce que se pierde, se arruina o se desperdicia y a nadie parece importarle.

No es una buena administración la que se hace de este recurso y los primeros en no valorarlo como se debe son los consumidores. Cuando se arroja una botella de plástico, una bandeja o una bolsita deberíamos de saber que estos elementos irán a parar a los cursos de agua y la naturaleza necesitará cientos de años para desintegrarlos e incorporarlos.

Pero esto no es todo. Debemos de aprender a estimar todo el daño que producen estos elementos, tanto en la fauna como en la flora y en especial sobre la vida humana. Se ha vaticinado y con razón, de que llegará el momento en que una botellita de agua valdrá más de una bebida y no estamos muy lejos de ello.

Próximos al Día Mundial del Medio Ambiente, es hora que todos comencemos a prestar más atención a estos aspectos y a cuidarlos como corresponde.

A.R.D.

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