Rubén Darío Rossi: entre ganar partidos o perder la capacidad de aprender.
Ruben Darío Rossi tiene 49 años. Jugó en varios equipos argentinos y fue campeón del Mundo con Argentina en 1979 a nivel juvenil. Antes fue uno más en el Sudanericano de Montevideo que ganó Uruguay con un salteño en cancha: Domingo Rufino Cáceres.
El hecho es que Rossi se considera como un «utópico del fútbol a la hora de formar jugadores, desde el momento que al niño, al adolescente, hay que transmitirle conceptos para que aprenda a jugar, a desarrollar la técnica desde el saber y no desde la intuición».

En las redes sociales suelen rescatarse apuntes reflexivos de Rossi y uno de ellos, sumado para consumo de todos, a partir de la actitud de RAMÓN ROMERO, el actual DT de Nacional.
Al fin de cuentas, Ramón es de los que en nuestro medio parece adherido al pensamiento de Rossi. No por nada dirigiendo a la categoría Sub 13 del Club Remeros, es de los que asienta ese fin.
Es del caso reproducir desde EL PUEBLO, la concepción que Ruben Rosi defiende.
«Un niño llega con diez años con la voluntad de aprender a jugar a la pelota y termina solamente con la motivación de ganar. Porque usted puede ganar de mil formas, pero puede perder la capacidad de aprender. O sea, un equipo en benjamines sale campeón y los jugadores creen que aprendieron y no, no aprendieron, consiguieron el objetivo de los adultos. En su justa medida, todos jugamos para ganar, el fútbol es competitivo y no hace falta leer a Piaget para saber que por naturaleza el niño es competitivo, pero se trata de bajarle ese grado de competitividad para hacerle comprender que tiene que aprender a jugar bien, porque si juega bien a la pelota en el fútbol base, en el profesional tendrá más oportunidades de ganar. Hoy se antepone el resultado deportivo a la formación, hasta tal punto que como dijo mi amigo Jorge Valdano: «Los jugadores, hasta cuando están solos, buscan a alguien para darle un pase». De lo que se trata en el fútbol no es de los saberes que uno tenga, sino de lo que aprendan los jugadores y los jugadores aprenden por medio del juego. Y voy a ser más duro: cuanto más intervenga el adulto en el juego del niño, menos posibilidades tiene ese niño de jugar en Primera División.»
