La muerte de dos caballos en las Criollas del Prado en la Capital de la República, uno de ellos “sacrificado” (víctima de una muerte “piadosa” al sufrir una lesión irrecuperable) ha reactivado por estos días una discusión sobre la utilización que hace el hombre de los animales.
No es una polémica propia del Uruguay sino que va mucho más allá. Es la misma que logró erradicar a los animales de los circos.
Es la misma que está tratando de erradicar a los animales en cautiverio en los zoológicos y demás.
Entendemos que se procure aliviar los tormentos de los animales, en algunos casos hambrientos o presos en ambientes prácticamente carcelarios, pero las jineteadas, declaradas deporte nacional, son una competencia entre el hombre y el caballo y a veces gana aquel y a veces lo hace éste.
Claro está que como en toda actividad humana pueden suceder accidentes o imprevistos, el caballo puede golpearse o caer mal, como también puede caer sobre el jinete y las consecuencias pueden ser lamentables para éste.
Pero estos son accidentes, imprevistos, que suceden esporádicamente. Al ciudadano o el hombre urbano “le espanta” el sufrimiento del animal que se lo ata, se lo venda y cuanto más bellaquea y trata de librarse de su jinete más puntos le da a este si logra dominarlo.
Lo que tiene que saber es que los potros (caballos sin domar) deben ser los caballos que tienen mejor pasar de todos los de su especie. Por preservar su condición de indómitos, no se los hace trabajar, no tiran de ningún carro ni deben ser montados por nadie. Se los alimenta debidamente y se mantienen en libertad salvo cuando un par de veces al año a lo sumo son llevado a algún festival y montado por uno o dos minutos.
Como amantes de los animales estamos de acuerdo en que se trate de evitarles sufrimientos innecesarios, pero no es el caso.
Aplaudimos la medida de la Intendencia de Montevideo que permitió sustituir los carros tirados por equinos por motos.
Aplaudimos también la eliminación de los animales en los circos y su derivación gradual a reservas donde puedan vivir en libertad.
Aplaudimos los planes para exigir la tenencia responsable de los perros frecuentemente abandonados a su suerte en calles de esas ciudades.
Pero no estamos de acuerdo con quienes apuntan a meter en la misma bolsa a los caballos de las jineteadas, sencillamente porque la situación es muy diferente, aunque reditúe mucho más en algunos medios de comunicación que ir a manifestarse a las puertas de los frigoríficos que faenan cien o doscientos caballos por día, por ejemplo.
A.R.D.
Cosas muy diferentes
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