Que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen es una realidad incontrastable, pero esto no significa que no se pueda cambiar, en eso estamos. Creemos que el pueblo uruguayo puede llegar a ser maduro, justo, solidario y comprometido y no decirlo hipócritamente sino de asumirlo como tal y demostrarlo.
Pero para esto nos falta mucho casi diríamos que nos falta todo. Comencemos por asumir que el ciudadano uruguayo no vota por ideología (salvo contadas excepciones), sino que lo hace por amistad o pseudo conocimiento del candidato o lo que es peor aún “esperando un puestito” que tanto necesitamos).
Esta es la cruda realidad. Nadie se atreverá discutir que el pueblo uruguayo en su gran mayoría necesita un trabajo de calidad, y como tiene la convicción de que éste sólo se consigue en el Estado, considera legítimo su anhelo, aunque esto sea una utopía.
Estamos en un círculo vicioso. Mientras los ciudadanos piensen y voten de esta manera no habrá salida y es muy difícil que lo haga de manera diferente. Es que nadie piensa si es justo o nó, si hay posibilidades para satisfacer su aspiración o nó y en tanto sigamos así será muy difícil conseguir otra cosa que no sea lo que tenemos.
En esta situación el primero que debe cambiar es el votante. No podemos seguir votando como lo hacemos hasta hoy, porque lamentablemente hay quienes se aprovechan de la situación, prometen el oro y el moro y cuando logran su propósito, que es el de llegar al poder, se olvidan de todo, hasta que renace la necesidad de “convencer” al votante.
Cuando se nos recuerda que “los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”, nos duele en el alma, pero debemos reconocerles que tienen razón. Hoy Nadie se detiene a pensar mucho, se vota por otros motivos (no nos atrevemos a decir “razones”) y los resultados ya los conocemos.
Es que el pueblo acumula años de aspiraciones frustradas. Hoy no sabe siquiera como pensar y lamentablemente existen pocos casos en que pueden servirles de inspiración, debido a que en todos los partidos “se cuecen habas”. Todos han cometido errores y es lógico que así sea, pero hay valores que debieran estar más allá de esta posibilidad, la justicia social, la honestidad, la igualdad de la ley para todos, el nivel educativo, el cambio cultural entre ellos.
Hasta que estos valores no sean el faro que nos ilumine no cejaremos en nuestro empeño.
A.R.D.
