Esta es una afirmación muy escuchada en nuestros días y a veces muy adoptada, aunque no se la exprese mucho y todos debemos tener mucho cuidado con esta afirmación.
Sobre el particular debemos señalar que a nuestro criterio es profundamente equivocada. En primer lugar, porque no todos los políticos son iguales y no podemos “meter a todos en la misma bolsa”.
En segundo lugar si se cree que con medidas como la que nos ocupa, tomadas en forma impulsiva o con “la cabeza caliente”, por algún asunto en particular o alguna medida que consideramos fuera de lugar, mejoraremos el sistema estamos equivocados.
En tercer lugar debemos decir que sabemos que siempre será fertilizarles el campo a los “salvadores de la Patria”, los que llegarán supuestamente para rescatar los valores perdidos, pero terminarán haciendo los peores desbarajustes, porque no tienen control alguno que les exija y les ponga en vereda cuando hay abusos de poder,
Es muy fácil hallar “salvadores” en momentos así y confiar en ellos sin medir mucho las consecuencias.
¡Que se vayan todos!, es una consigna frecuente, pero se debiera saber que el sistema democrático debe ser corregido, reparado o mejorado, pero jamás dejado de lado, porque no conocemos nada mejor, que el gobierno del pueblo por parte del pueblo.
¡Que se vayan todos! No es la fórmula adecuada, ni tampoco aporta mucho si lo que pretendemos es mayor justicia social, menos discriminación y más tolerancia hacia quienes menos tienen.
¡Que se vayan todos! Es una forma de profundizar la tan mentada “grieta” existente del otro lado del charco, pero tampoco no es desconocida aquí. Siempre hemos advertido que esta situación es provocada, es impulsada e incentivada por alguien y nunca se sabe bien por qué, ni por quién.
Cuando se llega al poder con una amplia base popular, se puede tomar medidas arbitrarias, no hay Constitución alguna, es decir hay, pero no rige, no se respeta y por lo tanto es como si no hubiera.
Lo que pretendemos es advertir que la solución no es precisamente ¡que se vayan todos!, sino pensar en la forma de contribuir a que haya más justicia y que la explotación de la riqueza sea mejor distribuida, porque mientras no se satisfagan estos aspectos no habrá paz posible.
Recordamos aquello de que hay experiencias en América que el tema de la seguridad (el mayor impulsor de estas posiciones) comenzó con unos pocos homicidios cada 100 mil habitantes y alcanzó a ser de 30 cada 100 mil habitantes. Hoy el Uruguay está en 12 pero… ¿hasta cuándo?
A.R.D.
