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Chica Trans en Uruguay

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Chicas Trans en Uruguay
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“El no querer vivir una vida equivocada”

He cambiado mucho” dijo a su familia, adjuntando algunas fotos. “pero quiero que sepáis que soy una persona extremadamente feliz…La naturaleza cometió un error, que he hecho corregir, y ahora soy vuestra hija” Sacado de National Geographic, relato de Christine Jorgensen en 1952, la primera chica trans de EEUU, quien a sus 26 años fue soldado, luego de someterse a procedimiento médicos en Dinamarca, se convirtió en la primera mujer transgénero. 

La palabra transgénero no se popularizó hasta los años 90, pero la historia comenzó mucho antes. Aunque el estigma, la violencia y la opresión forman parte de la historia trans, dice Gill Peterson. Las personas trans “siguieron viviendo vidas trans realmente interesante, ricas, felices y florecientes, “generalmente se esconden a la vista”.

Algo de historia

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Ya desde las Diosas de la antigua Sumeria, Acadia, Grecia y Roma, otras culturas reconocieron un tercer género, cómo los biespíritus de las comunidades indígenas y los Hijra, personas no binarias que desempeñaran funciones rituales en el sur de Asia. 

Elagabalus, fue un emperador Romano, en su breve reinado que gobernó desde el año 218 hasta el 222 de la era cristiana, de origen masculino adoptó una vestimenta femenina, pidió que se le llamara “ella” y expresó su deseo de someterse a una cirugía de extirpación de los genitales. Rechazado y estigmatizado, Elagabalus fue asesinado a los 18 años y arrojado al Río Tíber. 

A mediados del siglo XX, en Estados Unidos, surge un movimiento por los derechos de los trans, eran activistas trans que empezaron a presionar para ser aceptados en la sociedad, y conseguir derechos civiles para los LGBTQ, siendo el año 1959 un año clave para el estadounidense trans. En 1966 se creó “Tranvestia” una revista que sirvió a los transgénero y de género no conforme durante décadas. En 1969 impulsó el movimiento más amplio del Orgullo Gay.

En 1999 la activista trans Mónica Helms diseño un símbolo que llegaría a definir un movimiento; la bandera del orgullo transgénero.

En 2021, la Campaña de Derechos Humanos estima que 50 personas trans y no binarias fueron asesinadas. La friolera del 82% de las personas transgénero dicen haber considerado el suicidio y el 56% de los jóvenes trans encuestados en un estudio de 2022 dijeron que lo habían intentado en el pasado.

En Uruguay tenemos desde el 1ro de enero de 1996 la ley N°19.684 Ley Integral para personas trans.

“Toda persona tiene derecho al libre desarrollo de su personalidad conforme a su propia identidad de género, con dependencia de su sexo biológico, genético, anatómico, morfológico, hormonal, de asignación u otro.*

Esta ley tiene por finalidad garantizar y promover el derecho a la igual real y efectiva de las personas lesbianas, gais, bisexuales e intersexuales en adelante, LGBTI, así como de sus familias (se definió el 28 de febrero del presente año).

La ley Integral de personas trans se aprobó en octubre de 2018 y su reglamentación se concretó el 29 de abril de 2019. Aquí también se establece que existe un cupo para los llamados laborales para instituciones públicas y privadas del 1% sea para una persona trans. No se fiscaliza si se está cumpliendo con este cupo al momento, pero se puede afirmar que, en el último censo, (no el de este año realizado porque no se han conocido los números aún) reveló a través del Ministerio de Desarrollo que en Uruguay existían 853 personas transexuales. 

El costo en Uruguay para realizar una cirugía de cambio de sexo cuesta más de 600 mil pesos y el Estado las va a tener que pagar, según fuente citada el 19 de julio de 2019. 

Esto ha sido una introducción a la temática, para de ahora en más poder relatar distintas realidades de chicas trans que viven en Salto, una es Flor y la otra es Cecilia Elizabeth, historias muy distintas, pero en algunos puntos muy similares.

Florencia, la primera chica trans de Salto que logró el cambio de identidad.

Concreté una entrevista a través de conocidos, ¿quién no conoce a Flor -así le dicen-? Llegué en la hora citada, a las 16.00 en punto ya que a las 17.00 tenía otro compromiso. Me atendió alguien que no supe quién era, me hizo pasar a esperarla ya que  Flor estaba atrasada y se iba a bañar, cómo toda mujer, demoró bastante, durante la espera, me encontré en un lugar nunca visto antes, la realidad era que me encontraba en un Templo umbanda, con asientos, y en el frente detrás de varias telas de cortinas habían varias esculturas de Diosas, Dioses, velas,  flores en distintos lugares, olores de saumerios, un colchón en el piso, que fue lo primero que sacó un muchacho que entró, sin dudas era dónde descansaba Flor. Luego durante la espera, ingresó el mismo joven con una olla que algo tenía porque recorrió el templo largando un humo, que no era desagradable, si muy abundante por momentos, ya que no había ninguna ventana abierta para que ventilara un poco. Fue una sensación extraña ya que yo nunca había estado en un espacio que no fuera católico. 

Luego de casi 40 minutos de espera, ingresa Florencia Ayelen Stoll Soto, tiene 29 años, ya producida, bella, arreglada, con aún el pelo mojado y con una sonrisa en su rostro. Hoy en día se dedica a la Afro umbandista, tira las cartas de Tarot entre otras cosas y no se encuentra trabajando en actividad sexual, lo hizo en el pasado y si tuviese la necesidad de volver hacerlo no tendría problema. Flor cómo todos la suelen llamar, se ha realizado hace dos años la cirugía de senos y desea poder realizarse el cambio de sexo, ya ha averiguado y la operación para tener vagina cómo lo expresa ella, tiene un costo de 10 mil dólares.

Nació en un hogar dónde su madre y abuela se hicieron cargo con mucho amor, un padre ausente, dónde la conoció a los 5 años, y luego nunca logró su aceptación, ya que no comparte la cultura de la religión que practica su hija, y además ella lo define como un hombre homofóbico; pero Flor siempre tuvo a sus dos tíos a los cuales ama profundamente cómo figuras paternas, ambos son homosexuales también. En este momento, vive junto a su abuela que tiene 84 años y padece con Alzheimer, y tiene personas que la cuidan las 24 horas. 

Florencia se sintió desde muy niña, que le gustaba jugar más con las niñas del jardín y luego en la escuela que con las actividades que realizaban los varones compañeros. Le gustaba mucho disfrazarse con telas, y desfilar. Desde que tenía 6 años, la maestra llamó a su mamá para explicarle la situación, la llevaron a una psiquiatra infantil. Estando en quinto o sexto de primaria con 10 u 11 años, los compañeros la hacían a un lado. La etapa más difícil fue cuando comenzó a ir a la secundaria, porque ahí con los cambios hormonales, ella ya se sentía estar en un cuerpo equivocado, se identificaba cómo una chica y los problemas desde con el director, adscriptos y docentes se hicieron casi una guerra de forma diaria. Vivió un calvario, expresado por ella, su sostén fueron 4 o 5 amigas que en ella se resguardaba emocionalmente. Esa etapa la nombra “la peor”, porque fue cuándo más miedo sintió, no sólo por las burlas diarias a las que se enfrentaba, sino a que si se maquillaba sufría violencia por parte del director del liceo de llevarla al baño y lavarle la cara con una esponja de aluminio para quitarle la base y demás maquillaje que se había puesto…Se autodefine cómo mujer trans desde los 14 años, dónde el empuje hormonal natural, hizo la definición que ella ya sabía. Luego sólo tomó hormonas hace dos años antes de operarse para ponerse los implantes de senos. 

Su primer cómplice fue una vecina que notó su cambio y le preguntó cómo quería que la llamase, ya que en el liceo fue el tiempo más violento, de vejación, porque ella solicitaba que la nombraran por su apellido, y no lo hacían, utilizaban el nombre masculino adrede. Hasta que decidió no ir más por seguidos sucesos de humillación. Con tan sólo trece años, sufrió un acto de violencia sexual, el cual aún no ha podido decirle a su madre, sí lo habló con su psicóloga, al mencionar Flor, se quiebra, su voz cambia, sus ojos se inundan de una profunda tristeza la cuál no logra contener, intenta reponerse para continuar su relato, y a pesar del dolor que queda tan expuesto, eso que se hizo real en ese instante, que tanto oculta, porque aún duele mucho, logra continuar, y nos dice que ahí decidió ser Fran, que fue su primera opción de nombre. Cuando salía se cambiaba y al regresar a la casa se volvía a cambiar y ocultar en una bolsa la ropa que usaba en la noche, entre el colchón de la cama y los tirantes de la misma. 

Su madre escapando de su padre por violencia doméstica y de género se fue a Montevideo a vivir, por un año aproximadamente, y a su regreso, la enfrentó ya a Florencia, “montada” cómo una chica, y le dijo, “esta soy yo mamá, tienes que aceptar que tienes una hija travesti”. En aquellos tiempos iba a pediatras que sentía que no estaban preparados para tratar con la diversidad. También realizó tratamientos con distintos psicólogos, para ser exacto, nombró a cuatro, pero sólo una fue la que le dijo, “sé tú misma”, “Tienes que ser, y no parecer”, y fue el gran comienzo de la transformación y la lucha por el cambio de identidad de género. Florencia es la primera salteña que logró tener su cédula con su nuevo nombre con sólo 19 años logró lo que tanto anhelaba, dejar atrás quien había sido para algunos Franco, lo que la llenó de orgullo, satisfacción, y mucha emoción.  Debió pasar por todo el proceso que se solicita, juez, abogado, médicos, psicólogos para ver si ella era realmente Florencia o no. Y lo logró.  Es muy querida, y conocida no sólo por la lucha de las chicas trans para que obtener logros, sino porque es una figura del carnaval, dónde le encanta participar siempre. 

Hoy existen otras oportunidades, los trámites son más rápidos, no hay tanta discriminación, logró estudiar, trabajó en el hospital en tisanería, y no tiene necesidad de realizar ahora el trabajo sexual, ahora no lo hace, porque está abocada a su religión, en su templo. Al momento se encuentra sin pareja a pesar que había estado comprometida con un chico de Montevideo, pero no se dio, y se encuentra abierta al amor. 

Florencia es una referente para las chicas trans en Salto, ha sido la fundadora del movimiento trans salteño, referente del Colectivo Trans del Uruguay (CTU). La ley no se está cumpliendo según ella lo indica, se anotó, y dice que las cosas no se hicieron de forma legal. Son pocas las empresas que han tomado a chicas trans para trabajar, a pesar del cupo, sigue existiendo la discriminación. 

De día te discriminan y de noche te comen cómo pan caliente

Florencia

Así lo definió Florencia a la hipocresía de la sociedad salteña.

Cuidó de una amiga, que estuvo enferma, la cuidaron en el hospital hasta que falleció, fue de sus mejores amigas sobre todo en la lucha por conseguir los logros que hoy en día existe. El hospital es un lugar dónde son destratadas, las discriminan, las ponen en el sector de los hombres, aunque Flor se realiza los cuidados y exámenes en clínicas privadas. 

Para ella su familia es todo, la contención, el amor, el apoyo, sus tíos y además que tiene dos hermanos más. A la única persona que le permite que le puede decir el nombre de niño es a su abuela, por la edad, y por su enfermedad, pero para todas las demás personas es Florencia. Hoy en día y en pandemia ha ayudado a demás chicas trans, les brindó una canasta para que tuviesen un sustento todos los meses, que lo ponía de su propio bolsillo. Hoy existen otros medios, pero siempre está para escuchar y ayudar a quien lo necesite. 

En la esquina emblemática de Salto, a lo prostituta, estuvimos en la parada de Cecilia Elizabeth en plena zona roja de Salto.

Una noche cualquiera, no hacía frío, había una temperatura ideal diría, un día de semana cualquiera, después de las 21.30, no había mucho movimiento cómo suele suceder, ahí estaba ella parada, esbelta, con unas piernas largas que impresionaban, nos acercamos y la saludamos, nos presentamos y le dijimos el interés que teníamos en acceder a ella para que nos cuente quién es y porqué estaba ahí. La presencia imponía, el mujerón que se veía desde lejos, le preguntamos si accedía a darnos una entrevista, y muy gentil y sonriendo, nos dijo sí, claro, encantada. Ahí comenzó nuestra charla, más que entrevista formal, sino una conversación, dónde no tuvo reparo ninguno en responder, siempre de forma muy adecuada y con un lenguaje muy rico en palabras, lo que ya percibimos que no era una chica trans más, era alguien con mundo, y que había tenido la oportunidad de estudiar. Se expresaba muy bien, no estaba muy maquillada, estaba sobria, se distinguían algunos rasgos no tan femeninos, pero con una piel muy cuidada. Ella es Cecilia Elizabeth Maidana, es de Salto, pero ha vivido mucho en Montevideo, y hoy en día se encuentra estando una semana en Salto y otra en la capital. Allá nos indica que suele trabajar muy bien, tiene sus clientes, y gana mucho más, pero viene a Salto porque tiene a sus padres viejitos y quiere acompañarlos todo lo que puede. Lo que destacó por sobre todas las cosas, ha sido el apoyo recibido desde que era muy chica, por parte de la madre, siempre estuvo para ella y aceptándola cómo era, a su papá le costó un poquito más, pero también siempre la apoyaron para que ella sea quién deseaba ser. 


Yo elijo con quién sí, y con quién no

Cecilia Maidana

Claro que también vivió en la etapa de estudios, discriminación y burlas de los otros chicos, pero teniendo el apoyo de la familia y el no haber sufrido una vida de conflictos, negación, abusos, la han convertido en una mujer trans con una fortaleza que le salen por los poros. Ella ha estudiado, hace alta costura, tiene trabajo de otras cosas, pero el trabajo sexual lo hace por que le gusta, y con eso se permite darse ciertos gustos. Cecilia elige los clientes, con quien quiere salir y con quien no. Sólo le pasó una situación diferente, una vez estando en Salto, que la bajaron del auto, y la hicieron venirse caminando sola por la ruta desde el puente sobre el Arroyo  San Antonio, ya que se había quedado sin batería en su celular, para poder avisar o solicitar un taxi; desde ese día nos dice que siempre sale con el celular con batería y con saldo para llamar  por si le surge un imprevisto. 

Cecilia Elizabeth, pausada, nos dice que por lo general trabaja más con sus clientes a través del celular, esos clientes que buscan un servicio extra matrimonial porque sin pruritos nos indica que la gran mayoría son hombres casados que están dispuesto a pagar por un servicio sexual que en la casa no lo tienen, y no sólo por estar con una mujer trans, sino que Cecilia es activa y pasiva, y nos dice que trabaja más de activa que de pasiva. Lo que tiene muy claro es los cuidados, que ella si no usan preservativo no brinda servicio, porque se cuida primero ella, y sabe que esos hombres además tienen familia. Ella tiene la documentación y los exámenes que le exigen para ejercer. Indica que ha tenido propuestas de mucho dinero por sexo sin cuidado y no lo acepta, porque ella lo hace porque le gusta, y no quiere perder salud cuando no necesita de ese dinero extra. Tiene su casa, y no pasa necesidad cómo otras chicas que quizá van y trabajan un día, pero luego por distintas razones no trabajan por tres o cuatro días y esos, quizá no tengan ni para alimentarse. 

Cecilia Elizabeth, indica que prefiere arreglar de forma telefónica con su cliente e ir derecho al hotel o motel, y no estar parada en la esquina que es frecuente que la llamen zona roja de Salto, ahí dónde estábamos. Alguno que otro pasó y tocó bocina, pero ninguno hizo el amague de frenar y consultar o intentar hablar con ella, el tiempo que estuvimos dialogando. 

Manifiesta tener muy buena relación con las demás chicas trans, que entre ella se suelen ayudar, otra cosa en común con Florencia.

Quizá no están formando hoy en día una afiliación específica, pero en lo fraterno, humano y social es un grupo de chicas que suelen ayudarse en las malas. También el tema de la religión es algo común en varias chicas trans, suelen practicar la religión umbanda y además también tienen un gran desempeño en realizar trajes que llevan mucho trabajo para las fiestas afro para los pai y mae.  El haber pasado una etapa en la enseñanza secundaria dónde se encuentran con la verdadera identidad, dónde se descubren que se encuentran en un cuerpo equivocado para su sentir, ella se mira y se ven chicas, y se sienten cómo tal, y luchan para que las demás personas las acepten con esta condición. Cecilia, no tiene cirugías, ella lo que hace es ponerse o tomar hormonas y le ayudan para su piel, y además con el trabajo en Montevideo le permite ir a clínica estética para el cuidado de la piel más que nada. 

Son mujeres que luchan por ser aceptadas, si bien conocen las leyes que hoy tenemos en el Uruguay, nos indican no interesarles mucho, porque ambas se han presentado a algunos llamados públicos y tienen mejor CV que otras chicas, pero no son las llamadas para el trabajo.  

Cuando cae el sol, y se hace noche, ellas encienden las esquinas de Salto.

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