El «Rabito» Ríos. A secas. El que siendo adolescente se sumó a las divisiones juveniles de Ferro Carril y con 17 años, el pase surgió y emigró a Peñarol de Montevideo. En 1968 jugó partidos en Primera División con aquel plantel aurinegro que se metió en la historia mundial, tras la gloria alcanzada un 20 de mayo de 1966 cuando fue Campeón de América batiendo a River Plate de Argentina 4 a 2.
Ya en 1969, Carlos Alfredo Ríos Roux fue transferido a la Liga Deportiva Universitaria de Quito, para compartir equipo con dos uruguayos más: Yamandú Solimando (ya fallecido) y Francisco «Tano» Bertocchi. La Liga montó un equipazo y en 1970 fue uno más en la llave con Peñarol y Guaraní de Paraguay.Tras el final de su trayectoria como jugador, la arquitectura se convirtió en prioridad del «Rabito», mientras un sentimiento futbolero por la franja no deja de tener sustento, más allá de la distancia y los más de 50 años de radicación en la señorial Quinto. Al decir, del salteño: «en el medio del mundo».
La reciente consagración de Ferro Carril fue razón de plácemes para tantos salteños que transcurren su vida en otras latitudes, pero que saben de la prolongación de «ese Ferro Carril en el más sagrado afecto».
Desde Carlos Alfredo Ríos a EL PUEBLO, este registro gráfico es la elocuencia misma: con la camiseta de la franja y la suma de uno de sus nietos: Olivier.
Después de todo, esos colores blancos y negros, partes de la primera camiseta que se enfundó en aquellas soñadoras exposiciones ofensivas, con el gol entre ceja y ceja. El «Rabito» es de los que suele pegarse una vuelta por ese ayer. Pero sin nostalgia. Tan solo desde la alegría de haberlo vivido. Mientras Ferro Carril será para él….un querer inseparable y sin concesiones. Como el corazón manda.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-