El próximo 1º de setiembre el presidente Lacalle Pou cumplirá exactamente un año y medio de haber asumido su mandato, casi todo el cual se ha desarrollado en un contexto de emergencia sanitaria por la pandemia por Covid-19. Según los datos de la última encuesta realizada por Equipos Consultores, algo menos de la mitad de los uruguayos (47%) aprueba la gestión de Lacalle Pou como presidente, 20% manifiesta opiniones intermedias, y 32% lo desaprueba (el restante 1% prefirió no opinar). De esta forma el presidente mantiene un saldo positivo de +15 puntos (proveniente de la resta entre juicios positivos y negativos).
Hasta el momento el presidente había mantenido niveles muy altos de apoyo de parte de la ciudadanía. Según Equipos Consultores, las últimas mediciones muestran algunas variaciones significativas. Aunque mantiene un saldo positivo, la aprobación cae por segundo mes consecutivo. La encuesta presentada ayer miércoles por Ignacio Zuasnábar fue realizada entre el 22 de julio y el 2 de agosto.

El contexto
¿Qué puede explicar esta caída? Dos elementos de contexto pueden ayudar a plantear hipótesis para entender esta variación, consigna el informe de Equipos Consultores.
En primer lugar: así como la pandemia «ayudó» a sostener altos niveles de apoyo al gobierno, quizá el «control» de la misma pueda amortiguar este efecto. Fue analizado muchas veces por Equipos Consultores el hecho de que la pandemia operó como un factor de alineamiento de la sociedad uruguaya con el gobierno (a quien se veía combatiendo contra un enemigo externo en una situación inesperada). Este efecto no fue exclusivamente uruguayo ni contemporáneo: se ha registrado muchas veces en la historia en situaciones de crisis de distinto tipo, como las guerras (en inglés este efecto se denomina »rally around the flag»). Entonces, en un contexto en que la pandemia está aparentemente controlada y comienzan a emerger otras preocupaciones, el efecto de alineamiento podría comenzar a atenuarse.
En segundo lugar, otro elemento de contexto puede sugerir una interpretación alternativa o complementaria. Las semanas en que se realizó la medición de julio (y también la medición anterior de junio), la agenda pública giró fuertemente en torno al incremento del precio de los combustibles, y de la posibilidad incluso de que se incrementara el precio del supergás. Estos aumentos generaron reacciones públicas diversas y pusieron al gobierno a la defensiva, en un tema sensible para la población, en el cual el presidente había hecho además énfasis durante su campaña electoral. ¿Pueden los aumentos de combustibles haber generado un impacto tan significativo en la opinión pública? La respuesta teórica es, sí: podrían. El tema es suficientemente sensible como para generar efectos de este tipo.
Por supuesto, también puede ocurrir que ambos factores influyan en simultáneo. Puede pensarse que el aumento del precio del combustible haya tenido efectos en la evaluación, precisamente porque coincide con el cambio de contexto asociado a la pandemia. Dicho de otra forma, en la medida en que el «alineamiento pandémico» se debilita, otros temas de la agenda comienzan a tener mayor influencia en los juicios sobre el gobierno.
La polarización de las opiniones
Es habitual en Uruguay, un país con identidades partidarias fuertes, que los juicios de las personas estén fuertemente influidos por estas en múltiples aspectos, y por supuesto también en la imagen presidencial. La encuesta de Equipos Consultores de julio ilustra este aspecto con claridad. Entre los votantes de la Coalición Multicolor, el presidente Lacalle Pou mantiene un nivel de aprobación muy alto (83%), y con desaprobaciones marginales (5%). En cambio, entre los votantes del Frente Amplio los juicios son fuertemente críticos (10% de aprobación y 68% de desaprobación).
De hecho, la pérdida de apoyo del presidente en el último bimestre proviene casi enteramente de la evolución negativa entre los votantes del Frente Amplio, que pasan de tener opiniones relativamente divididas sobre la gestión presidencial hasta mayo inclusive, a consolidar juicios más críticos en el último bimestre.
La existencia de diferencias de percepción entre ambos bloques no es llamativa, pero sí es llamativa su magnitud. Equipos construyó un indicador de polarización promediando las diferencias de las visiones de ambos bloques (gobierno y oposición), para poder comparar con otras épocas. Este indicador varía teóricamente entre 0 y 100, representando 0 opiniones idénticas entre ambos bloques, y 100 las máximas diferencias posibles.
En julio, el resultado del indicador fue 68, es decir un valor más cercano al máximo que al mínimo.
La comparación histórica de este indicador con otros momentos similares (cerca del mes 18 del ciclo de gobierno) muestra que efectivamente el Uruguay está en un nivel mayor de polarización sobre la gestión del presidente que en otras épocas. El valor de este indicador era de 38 a mitad de 2006 (primera presidencia de Vázquez), de 37 en 2011 (presidencia de Mujica) y de 42 en 2016 (segunda presidencia de Vázquez). El resultado actual es significativamente más alto que en aquellos momentos.
Por otra parte, la evolución en el corto plazo de este indicador muestra también una agudización de la polarización en los últimos meses. En el último bimestre la polarización pasó de 52 en mayo a 68 en junio. Ya en mayo era alta en perspectiva histórica (lo que muestra que esto quizá puede considerarse un rasgo de este período), pero se agudiza en junio y más aún en julio.