No por el hecho de ser Marta la mayor de los hermanos, fue menos mimada.
Nació en un hogar de personas íntegras, como es el caso de sus progenitores Néstor Flores y Mireya Vega, colmado de buenas costumbres.

Al conformar su hogar con Ricardo, Marta tuvo dos hijos: Eliana y Agustín. Ambos, compartiendo tareas en lo que ataña a Viviendas Prefabricadas y Carpintería.
Como si fuera poco el disfrute que lleva adelante la familia, le llegan a Marta dos nietos: Lautaro y Octavia.
Con una historia rica en valores y exigencias, que así nos la cuenta:
¿Dónde nació?
En Salto.
¿Qué recuerdos guarda de sus padres?
Como primer hijo y por ser mujer, muy mal enseñada. Conocí el deseo de papá, de que mientras venía yo en camino, fuera una nena y se le cumplió.
Al lado de nuestra casa vivían los abuelos maternos, me crié con ellos y con los abuelos paternos, donde tuvimos una relación de familia, muy unidos todos.
¿A que penitencias debía acatar, en su niñez?
Son cosas que ahora no están tan presentes.
No solían castigarnos, no se si era porque fuimos inculcados por el ejemplo de antes, ni más bueno, ni más malo que hoy.
Fuimos cinco hermanas y un hermano, con el rol de papá como trabajador y mamá costurera. Por ende mi hermana y yo ayudábamos mucho en la casa.
Entre las dos casas, compartíamos un fondo grande donde jugábamos mucho.
Teníamos vecinos con niños de nuestra edad y con muchos juegos entre todos, como la rayuela, la pachanga, la mancha y más.
Tengo un recuerdo guardado de mis tres años, de un jueguito de patio de hierro forjado como los de antes, que me lo trajeron con un juego de té y lo bajaron los Reyes Magos del camión de la Alaska.
Pero sin lograr relacionar a los Reyes con el camión, era muy chica.
¡Tengo para contarle a mis nietos! (sonríe).
¿Cuál es el recuerdo de sus abuelos?
Con el abuelo teniendo yo pocos años, ya éramos muy compinches.
Escuchábamos Tabaré al mediodía, con su medio vasito de vino rebajado con agua y azúcar, sentados los dos.
Me hacían el huevo batido con azúcar y yo le pedía al abuelo fuera cómplice de echarme unas gotas de vino en mi vaso. (Sonríe).
Se levantaba muy temprano, trabajaba en un aserradero, mi otro abuelo era policía y mi abuela ama de casa por parte paterna.
Tener los dos abuelos al lado, fue fantástico.
Y lo que uno trata de decir con estas anécdotas que contamos, es de lo importante que a veces somos los abuelos, ayudando en la crianza, además.
¿Tuvo la oportunidad de estudiar?
Sí, logré el Bachiller con el interés mayor por Español y Biología, por ello seguí Veterinaria, con dos años y medio realizado acá en Salto, que era con lo que contábamos, luego me casé, enseguida quedé embarazada y ya no pude viajar a Montevideo para continuar con la carrera.
Y en ése entonces, ya estaba trabajando hacía un par de años Ricardo, mi esposo, por su cuenta con la Carpintería.
¿Cómo conoce a su esposo?
En un baile.Solíamos salir con un grupo de amigas, compañeras de liceo, quedándonos al finalizar, juntas en nuestras casas.
¿Cuál fue su mejor amiga en esa época?
Shirley Domínguez que es Médica y Adriana Etcheverriborda. Con las cuales, hasta ahora continuamos en una sincera amistad.
¿Cuándo es la llegada de su primer hijo?
Fue Eliana a mis 21.
Cuando nos dijeron que era una nena, mi esposo estaba feliz. Enseguida elegimos el nombre y hasta los 10 años, fue hija única, cuando nació su hermano Agustín.
¿Fue en ese entonces que comienza la fábrica de muebles a fortalecerse?
Sí. A los 3 años de Agustín. Y comencé yo a incursionar cada vez más en ella, aprovechando la buena voluntad de mi abuela y mamá que me cuidaban a mi hijo.
¿Se le ha hecho muy difícil tomar las riendas como empresaria además?
Si, con Eliana, vivíamos en casa de mi abuela, con papá y mamá a mi lado. De todas formas, siempre fuí una madre muy presente.
Y hoy me pasa con los nietos, que siempre me hago mi espacio para ellos y ellos un apego con nosotros.
¿Cómo es ser abuela?
¡Divino! Tenemos dos nietos, Lautaro que hoy tiene 7 años y Octavia con 2. ¡Una princesa, mimosa!
Soy de mal enseñarlos y a veces interceder por ellos cuando quieren algo y la madre dice: «¡no, porque tienen que entender que eso es después!».
Recibo retos de parte de sus padres, cuando a veces queremos romper reglas, que los padres impusieron, pero para eso estamos los abuelos, (sonríe).
Ya criamos a los hijos, así que nuestros nietos vienen a ser, una extensión de cosas que tal vez no nos permitíamos con los hijos porque queríamos que caminaran «derechitos».
Pero con los nietos… ¡yo sé que está mal, pero me divierte un poco lo de romper reglas!
Por algo los nietos dicen: ¡quiero ir con la abuela o el abuelo!
¿Con que disfrutan juntos?
Con ir a la placita en la costanera, al Lago a pescar.
Los domingos, con un almuerzo todos juntos, con los niños buscándose para jugar.
¿De qué se siente orgullosa?
De mi familia, del crecimiento con el esfuerzo propio trabajando con Ricardo,con 36 años de casados.
Con el sacrificio de dejar cosas de lado, para notar hoy los logros. Como el estudio de Eliana para recibirse de Arquitecta y viendo a Agustín trabajar con nosotros.
¿Qué palabras tiene hoy para sus nietos?
Amor, alegría, dulzura, juegos, diversión, complicidad y mucho, mucho más.
Se me llena la cara de felicidad cuando hablo de mis nietos y saco lo mejor de mí.
