El acto eleccionario que enfrentaremos los uruguayos dentro de 12 días, se presenta como uno de los que muestra mayor grado de indecisos o de incertidumbre en cuanto a las posibilidades de cada fórmula presidencial propuesta.
Más allá de que cada ciudadano expresará su voluntad en las urnas y el voto es obligatorio, pero secreto, entendemos y aspiramos a que cada ciudadano uruguayo ponga la mayor responsabilidad al momento de emitir su voto.
Esto es, a la hora de determinar qué y a quién votar, es muy importante determinar qué es lo que pretendemos, qué grado de confianza nos merecen las personas y para nosotros, esto es mucho más importante que los planes, proyectos y programas que propongan.
La credibilidad que nos merezca cada uno de los presidenciables y su entorno. Los propios partidos, que muchas veces siguen atados a fórmulas y propuestas vetustas, que no miran, ni menos atienden la realidad actual, es punto clave. La esencia – al menos para nosotros – es este factor.
De nada vale prometer planes beneficiosos, de atender en especial y primero a los que más lo necesitan, hablar de mejor calidad de vida –todos lo hacen y bueno sería que no aspiráramos a vivir mejor – pero no todos explican pormenorizadamente como piensan hacerlo.
Es importante saber qué es lo que se piensa en referencia a temas esenciales, algunos innegociables, como lo es el de la defensa de la vida en todos los ámbitos, desde la concepción hasta la última posibilidad de defensa de la salud.
Es –sobre todos para quienes compartimos un pensamiento cristiano – esencial analizar los planes, los proyectos, las posiciones de cada uno a la luz de las enseñanzas de la palabra evangélica.
Lo que es bueno para el hombre es bueno para Dios, la cuestión está en saber determinar con la mayor claridad posible, cuáles de las propuestas serán buenas y en especial qué personas nos ofrecen mayor credibilidad en lo que sostienen.
Aún cuando no hay fórmula algunas que pueda ser infalible.
Aún cuando seguramente ni siquiera los cristianos nos pondremos de acuerdo en el tema.
Aún cuando es válido que entendamos que no hay absolutamente nadie que nos merezca una confianza ciega, es ineludible la acción de votar y de hacerlo con la mayor responsabilidad.
Felizmente tenemos libertad, somos libres, disfrutamos de esta condición innegociable para el ser humano y por lo tanto, cada uno de nosotros elegirá libremente.
Más allá de acierto o el error, que luego se verá con mayor claridad, esperemos que esta circunstancia, cargada de mucha pasión, no deje heridas incurables en una sociedad que necesita a gritos la unión de todos para encarar acciones que están por encima de cualquier gobierno.
Es lo que más deseamos.
