Las comunicaciones electrónicas, Internet, la telefonía y las nuevas tecnologías en general, representan hoy la mayor herramienta de poder en el mundo. Quien domine las comunicaciones prácticamente domina el mundo, su economía, a través de ellas es posible dominar gobiernos enteros y por lo tanto las naciones mismo.
Los magnates de las comunicaciones están a la cabeza de los hombres más ricos del mundo. Se trata por lo tanto de uno de los intereses más grandes de la actualidad.
En este rubro, ANTEL es hoy para el Uruguay una de las principales empresas, sino la principal de todas, tanto en materia económica, como estratégica. El directorio que acaba de ser desmantelado le ha permitido ubicarse entre las primeras de su género en Latino América, aunque la línea trazada y mantenida con rigurosidad ha sido siempre “bombardeada” permanentemente por gente que responde a intereses de la competencia.
Es por eso que seguimos observando con mucha atención y no sin sorpresa lo que ha pasado en los últimos meses. Los avatares que han desmantelado a la empresa estatal deben ser vistos y analizados con mucho cuidado. No siempre lo que vemos a flor de agua es la realidad y menos aún “toda” la realidad.
En principio, digamos que compartimos plenamente lo actuado por la presidencia de la República, solicitando la inmediata renuncia a quienes de alguna manera, por error u otro motivo, han defraudado la voluntad y los criterios de quienes depositaron su confianza en ellos para el cargo.
Conste que no estamos haciendo juicios de valor, porque no se trata de desmerecer lo que se ha hecho. Consideramos que el ex presidente, lideró una excelente conducción que llevó a la empresa al sitial que ostenta hoy, sin embargo –aparentemente – cometió un error garrafal al aprobar que se tomara como funcionario un pseudo “recomendado”, que no era tal. La sola actitud de tomar un funcionario porque creyó que estaba siendo “recomendado” por el hermano del presidente de la República, obviamente denotó un trasfondo de permeabilidad inadmisible. En primer lugar, porque el Presidente hasta hoy ha mantenido y predicado una actitud totalmente contraria en la materia. Pero a su vez, porque dejó en claro que si una engañifa burda, como la imitación probablemente de la voz de un jerarca del gobierno, basta para designar a un funcionario se estaría dejando de lado los principios pregonados.
Entendámonos bien. Siempre ha sucedido, pero antes difícilmente se sabía y menos aún se corregía. Pero también hay que dejar claro que no estamos hablando de corrupción, al menos en este caso específico, no hubo, ni hay daño económico para el Estado, sino un error, inadmisible, pero explicable en quienes a veces tienen un estrés permanente debido a la complejidad de las tareas y decisiones que deben cumplir.
Por el momento, lo recomendable es aguardar los resultados de las investigaciones en curso y no quedarse sólo con lo que se ve o se muestra…
Antel: que la verdad resplandezca
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