Muchas veces hemos escrito sobre este tema, pero como sucede a menudo, quienes tienen que asumir la realidad o demostrar cuan equivocados estamos no lo hacen y por lo tanto todo sigue igual.
La basura de la ciudad es un grave problema y gobierne quien gobierne, nadie lo ha podido resolver, a pesar de haber intentado diferentes soluciones. Es probable que haya quienes pienses que sacándolo de la vista de la ciudad – como actualmente – el problema deja de existir.
Nada más errado, como dijera un recordado semanario, “la basura que se barre y echa al aire sigue siendo basura por o aires”. Por nuestra parte podríamos decir que la basura que se entierra o esconde sigue siendo un problema.
Los “tiraderos” como les llaman en Brasil ya no tienen sentido. Que haya gente revolviendo los tachos de basura o los lugares donde ésta se deposita no es admisible en pleno siglo XXI. Creemos que en esto debe haber un gran esfuerzo, no porque creamos que llegará a ser una solución, sino porque es la única forma de atemperar y de convivir con el tema.
Por una parte no es admisible que un gobierno, cualquiera sea, considere que está teniendo éxito si en contrapartida se ve gente a veces jóvenes y hasta niños revolviendo los contenedores en busca vaya a saber de qué.
En segundo lugar es hora de que se asuma que todo lo que pueda reciclarse debe reciclarse. No importa cómo se pueden conseguir los fondos de inversión necesarios, pero no hay argumento alguno capaz de justificar la situación actual.
En tercer lugar el esfuerzo debe encaminarse al cambio cultural. Cuando los uruguayos aprendamos a cuidar y a preservar lo que hemos recibido quizás, podamos exigir otras soluciones.
Debemos aprender a no arrojar nuestros desperdicios a la calle. A no tirar o esconder nuestros residuos y esto puede llevar varias décadas, pero es necesario, porque actualmente estamos haciendo todo lo posible por destruir la naturaleza que se nos ha confiado.
Que el agua que tomamos en Salto no es buena. Vaya novedad. Estamos cansados de sostenerlo, porque sólo a alguien muy perturbado se le ocurriría instalar la Toma de OSE a pocos cientos de metros más debajo de la desembocadura del arroyo que recibe todo lo que del basural emana y donde se forman montañas de residuos.
Es un viejo problema pero algún día tendremos que resolverlo, Ojala sea antes que la propia naturaleza nos pase factura como hoy ha sucedido con el agua para el área capitalina.
A.R.D.
