Trabajar artísticamente, es conectarse con el sentir espiritual
Agó Páez es una destacada artista plástica uruguaya, hija del reconocido artista Carlos Páez Vilaró. Su obra se centra en la creación de mandalas y la conexión con el ser interior. A lo largo de su carrera, ha compartido en diversas entrevistas aspectos profundos de su vida y arte.
Compartimos con ustedes la entrevista que concedió, siempre haciendo gala de su sencillez, educación e inmenso agrado por nuestra tierra salteña. La misma, busca profundizar en su vida y obra, explorando la intersección entre su legado familiar, su desarrollo espiritual y su expresión artística única.
Su obra se caracteriza por el uso del círculo y las mandalas. ¿Qué simbolismo tienen para usted estas formas y cómo las integra en su proceso creativo?
Siempre cuento una historia de que, cuando era niña, mi padre, lo primero que me enseñó a dibujar fue el sol. Entonces, tengo integrado el círculo en mi vida, desde mis primeros dibujos. Luego, empecé a trabajar más profundamente con el círculo, y descubrir todo lo que este significa y guarda; porque, dentro del círculo, un punto, es como el infinito y, dentro de ese infinito, suceden muchas cosas. Para mí, conectarme con la naturaleza para poderla pintar y manifestarla, me parece una conexión muy profunda, y es lo que realmente hago.
A diferencia de su padre, usted evita el uso del color negro en sus obras. ¿Cuál es la razón detrás de esta elección?
En realidad, trabajo con los colores de la luz, los colores del arcoiris que, en realidad, unidos, forman la luz. El negro, es la ausencia de color. Trabajo, por lo tanto, con los colores de la luz, teniendo que ver, también, con lo femenino y lo masculino. Mi padre, por ejemplo, siempre en todos sus diseños y pinturas, demuestra la influencia de la cultura africana, con la raíz, con la tierra, esas formas bien fuertes, utilizando mucho el color negro. En cambio, mi pintura, es un camino interior, hacia adentro, tiene más que ver con el encuentro con la luz, lo femenino, ya que el círculo simboliza la barriga de la madre, la madre tierra, la luna.
Ha desarrollado talleres de mandalas y meditación. ¿Cómo percibe la relación entre el arte y la sanación espiritual?
Creo que el arte es mágico, porque, para mí, es el verdadero lenguaje del espíritu. Si el espíritu se tiene que manifestar, lo hace en todas sus maneras, a través del arte, ya sea la pintura, la música, la danza, el teatro, la escritura. Enfocado en la conexión con el corazón. Cuando eso sucede, baja de la mente al sentir del corazón, permitiendo que todo cambie y se ilumine. Para mí, el trabajo con el arte, conectando desde el sentir verdadero, provoca que, por ejemplo, el espectador cuando observa una obra de arte, se pueda conectar, también. Porque a veces, uno dice: que horror lo que pintó esta persona; pero, esa persona se conectó con lo malo, con lo trágico de su persona, para poder sacárselo de adentro. Eso queda vibrando. Entonces, si uno compra una obra de esa forma, hace daño; porque estás comprando lo que el otro se sacó de adentro. En cambio, cuando profundizas y vas hacia un lugar que todos tenemos, que es nuestro ser, nuestro centro, ahí podés descubrir la creación, la conexión con la naturaleza, lo cual es diferente.
En varias oportunidades ha mencionado que la tragedia de los Andes, en la que su hermano Carlos fue sobreviviente, marcó un punto de inflexión en su vida espiritual. ¿Podría profundizar en cómo este evento impactó en su arte y en su camino espiritual?
Justamente, hace algunas noches tuvimos la presentación del libro de mi madre: “El Rosario de los Andes”, donde hace referencia a la entrega que le hizo a mi hermano antes del viaje, de su Rosario, con el cual, durante los 72 días que estuvieron en los Andes, rezaron. Pero nosotros acá también, lo rezábamos durante esos días, esperando su regreso, con muchísima fe. Mi madre siempre tuvo la certeza de que Carlitos estaba vivo. Entonces, lo que cuento siempre, es que lo que me sucedió durante la espera, fue como una confirmación de que existe algo más; porque, mi madre no sólo investigó y buscó a través de astrólogos, videntes y cartomantes, sino que, también, en la acción, todos los días, rezábamos el Rosario. Por lo tanto, todo eso que no se ve pero que se siente, fue lo que nos llevó a poder atravesar esa historia que duró 72 días, de una manera diferente, con esperanza y con fe. Fue ahí donde me di cuenta que, con el apoyo espiritual -la espiritualidad la tenemos todos, solo que elegimos diferentes caminos- a través del Rosario y de la Virgen, pudimos transitar ese momento tan difícil, sucediendo lo que sucedió: el podernos reencontrar con Carlitos. Ese Rosario que mamá le entregó el día que se fueron, reitero, fue el que rezaron ellos durante los 72 días.
Creció en Casapueblo, una obra emblemática de su padre. ¿Cómo fue su experiencia participando en su construcción y de qué manera este entorno influyó en su visión artística?
Nosotros lo tomábamos como un fuego. Porque papá nos enseñó a construir a nosotros y a nuestros amigos -que éramos muchos los que veraneábamos en Punta Ballena- divirtiéndonos; creábamos con él. Papá decía que Casapueblo era una escultura para vivir, que no era una casa. Él la armó como si fuese una vasija de cerámica, y que teníamos que acariciar las paredes. Entonces, para mí, fue algo que fue creciendo a través del tiempo y de los años, y lo hicimos con mucho cariño, sin darnos cuenta que, algo pequeño, se transformó en algo gigantesco.
¿Su opinión sobre los proyectos inmobiliarios que se pretenden realizar en Punta Ballena?
En realidad, lo primero que siento es que tenemos que respetar a la naturaleza. Estamos en un momento del planeta que, si no lo hacemos, no sé dónde vamos a terminar ni cómo va a terminar toda esta naturaleza que nos envuelve. Llegó un momento en el que estamos tomando conciencia; por eso, se consiguieron tantas firmas. Hay que concientizarnos de lo que está sucediendo. Creo que, si lo hacemos, somos incapaces de pensar en destruir algo que creó Dios; que se creó con tanta fuerza. Esas piedras, tan antiguas, todo lo que representan. Imaginémonos que comiencen a dinamitar toda esa zona, corriendo el riesgo de que pueda llegar a hundirse toda la punta; sería horrible. Sería un desequilibro ambiental para los peces, para las ballenas, para los pájaros, las plantas, todo el ecosistema del lugar. Entonces, más allá de que Casapueblo esté enclavada en Punta Ballena y que estemos acostumbrados a que no haya nada en ese paisaje más que la naturaleza; me parece una agresión muy fuerte para el medioambiente.
¿En qué proyectos está trabajando actualmente y qué nuevas direcciones le gustaría explorar en su carrera?
Ahora estoy creando un nuevo espacio en mi lugar que es el Octógono de Agó, acá en Las Grutas, que es un espacio que tengo para hacer talleres, seminarios, encuentros, de todo lo que haga bien. Ese nuevo espacio, es para compartir el arte de diferentes personas, de diferentes lugares del mundo, para que puedan exponer sus obras. Estoy, entonces, en camino de presentar ese nuevo espacio, y, al mismo tiempo, escribiendo, pintando, creando, y sumando a todo ese legado inmenso que dejó mi padre.