Días pasados también llegó a la Redacción de EL PUEBLO un par de libros recién salidos de imprenta. En este caso editados por la editorial «civiles iletrados», cuyo responsable es el periodista, escritor y gestor cultural (nacido en Paso de los Toros) Luis Pereira.
«La frontera será como un tenue campo de manzanilla»
Uno de ellos nos resulta muy cercano, es del salteño Elder Silva, nacido en Pueblo Lavalleja en 1955 y fallecido en el pasado 2019 en Montevideo. Es una reedición de «La frontera será como un tenue campo de manzanilla», libro publicado por primera vez en 2003, año en el que obtuvo el «V Premio de Poesía Luis Feria», Universidad de La Laguna, Tenerife, España.
«La frontera como metáfora de la contemporaneidad: escenario de pérdida y regreso, donde acontece la épica del siglo que llega. Una épica que ya no tiene héroes, o al menos no héroes infalibles. El poeta le otorga estatus poético a mundos eternamente desplazados de lo poético. Una Caterpillar, un limpiaparabrisas en una carretera del oeste y un grafiti montevideano comparten un mismo escenario. El acto de nombrar restituye identidades y otorga existencia. Pueblos olvidados por la mano de Dios, ajetreos fuera de toda geografía, historias de hombres y mujeres invisibles. «La frontera…» es en cierto modo el fin de un largo viaje: el del poeta hacia su origen. Conheço meu lugar, escribe» (Palabras de contratapa).
«Música para desarmaderos»
El otro es «Música para desarmaderos», un poemario de Gonzalo Fonseca, poeta y cronista nacido en Rocha en 1964. Dice allí Fernández de Palleja: «Todo se desarma en la poética de Fonseca, se descompone, se reestructura en gestos novedosos, a veces tornasolados por la nafta, las lágrimas o la sangre derramadas. La amalgama del cultismo poético con la imagen futbolística da paso a una aclaración que muestra las cartas: detrás de cada texto se adivina una historia, de amor, de alcohol, de lugares, y el tono transita por los potreros indómitos de la tajancia y las arterias en las que circula el poeta, ora virus, ora leucocito, en muchos casos catéter viajero de sí mismo que explora su interior, su país interior, sus capitales».