María Celeste y Federico Scaparoni
Siguiendo los pasos de su mamá, el doctor Ricardo Scaparoni cuenta en su trayectoria, desde el 19 de noviembre de 1985, con treinta y dos años de profesión, como Médico Pediatra.
Está casado desde hace treinta y ocho años, con María del Carmen y tiene dos hijos: Federico, que es novio de Alfonsina y estudia Agronomía y María Celeste, la Escribana de la familia, casada con Dany.

Fue ella la encargada de regalarle dos nietos hermosos, que significan su mundo: Lautaro y Felipe.
Ricardo integra felizmente una familia muy unida y su mayor anhelo, es pasar todo el tiempo posible juntos.
Para que sus hijos lo sorprendan en este, su día del padre, así dialogamos con ellos:
¿Cómo describen a su familia?
-Mª Celeste: ¡Una familia hermosa!
Siempre agradezco la familia que me tocó. Chica, pero siempre compañeros y unidos.
¿Cómo se logra esa comunicación en la familia?
-Federico: pienso que todo lo que pasa lo charlamos en familia.
¿Qué recuerdos guardan de papá en la época escolar?
-María Celeste: yo, por ser la mayor, nací en Salto, pero alcancé a vivir la etapa de segundo de primaria en la que papá estudiaba en Montevideo.
Me llevaba y me iba a buscar en una combi. Hacíamos los mandados, siempre presentes los dos. Porque mamá también es así.
-Federico: yo nací en Montevideo un 20 de Noviembre y papá se había recibido un día antes de médico.

Y concurrí a la Escuela de acá de la zona.
Pero papá siempre presente, para los deberes, para todo.
Nunca me exigió notas, ni nada, pero sí que todo lo que hiciera, fuera con respeto por las personas grandes, las maestras.
¿Cómo fue la relación con papá de adolescentes?
-Federico: Pudiendo charlar de todo y encontrando siempre su apoyo para estudiar y para todo lo que vaya a hacer.
Siempre con un “Vamo arriba”, no exigiendo nada, solamente, inculcándonos que estudiemos, porque él sostiene que es lo único que nos puede dejar.
Y muy relacionados por el deporte. Siempre jugué al básquetbol y a él le gusta.
Ha sido presidente y directivo de Nacional y siempre juntos. Muy comprensivo en todo, siempre apoyando en momentos de decisiones, me ha dado para adelante.
-Mª Celeste: a mi me pasó cuando me fui a Montevideo a hacer Economía. Pasado los tres meses, me daba pena decirle a papá y a mamá con todo lo que habían hecho, que me quería venir a estudiar escribanía, porque extrañaba. Cuando lo hice, también le dije que había perdido un año y el apoyándome, me dijo: “no, no lo perdiste, lo ganaste, porque tenés que saber qué es lo que te gusta”, “lo ganaste en experiencia, mañana te venís”.
Cero problemas.
¿Qué lo enojaba?
Mª Celeste: conmigo era la salida a los bailes, cuando recién comencé a salir. No quería que saliera.
Me dejaba salir una vez al mes. Cuando iba a salir y se ponía el tiempo feo con una nube, ya no me dejaba. Porque decía que iba a volar el techo del baile y ponía mil excusas.

¡Le costó mis salidas!
Él quería ir a buscarme de madrugada.
Y un día quedamos en que yo salía a las cinco de la mañana. Eran las cinco y cinco y yo no salí y él entró a buscarme.
Yo corría y me encerraba en el baño del baile y cuando me encontró, le dije: “papá, ¿qué hacés acá?”
Me dijo: “yo te dije: vos me tenés que esperar en la puerta”.
Al próximo baile, yo cuatro y media estaba en la puerta.
Lo enojaba que le contestáramos y le faltáramos el respeto. Una vez, cuando era chica, le dije una mala palabra y el me puso en penitencia y no me dejó salir.
Pero de verlo enojado, muy difícil.
¿Qué lo alegra?
-Federico: Él siempre está alegre.
Y cuando éramos chicos, con lo único que no transaba era que le dijéramos malas palabras, o vinieras con notas bajas. Hasta ahora de grande. Pero si le decís enseguida: “perdoname” y le das un beso, él no tiene drama. Ya está.
-Mª Celeste: es más, a veces cuando él se enoja por algo, al rato ya te está pidiendo disculpas.
Siempre está de buen humor, para que reunamos a nuestros amigos y los suyos mismos en casa.
¿Qué los emociona de él?
-Mª Celeste: de ver como lo quieren.
Tiene amigos de chico. De la facultad, todos lo recuerdan con cariño, y los que están afuera del país, llegan y lo llaman.
-Federico: es demasiado bueno. En muchas cosas que a veces hay que ser frontal, el es todo “sí”.
¿Qué le gusta?
-Federico: tomar helado, le fascina.
Y si hay algo que lo enoje, es que en un fin de semana no haya helado o se lo escondas después de comer la comida. O le digas que no hay.

O por ejemplo, cuando va a comer dos veces, te dice: “serví abundante” y le servimos poquito, para hacerle una broma.
¡Va y se sirve él!
“Ta, ya comiste”, le decimos. ¡Eso lo enoja! (Sonríen).
¿Dos defectos de papá?
-Federico: que es muy mal enseñado.
Él tiene costumbres que como fue criado como único hijo, que cuando era chico, era todo para él… ¡En pavadas, cotidianas!
Y otro defecto… que a veces acepta las cosas que le decís que están mal, pero no enseguida. Se hace el enojado y te dice: “Ta, ta, ta”… Y después toma conciencia y te da la razón.
¿Dos virtudes?
Mª Celeste: es la persona más buena. Lo que hace, es de corazón.
-Federico. Muy presente. Está llamando todo el tiempo para saber cómo estamos.
¿Lo elogian con frecuencia?
Sí, le decimos las buenas y también las malas.
¿Qué es lo que más admiran de papá?
Mª Celeste: la forma de ser.
Como la gente lo quiere y lo respeta.

Se “prende” de todo lo que proponemos. A los Shopping, no le gusta ir, pero él se sienta a tomar un café y nos da tiempo a hacer lo que deseemos.
-Federico: siento el respeto que se ha ganado en la sociedad.
Su trayectoria.
La relación que tenía con la abuela, (su madre) el respeto que le demostraba. ¡Es admirable!
¿Qué mensaje desean enviarle en su día?
-Mª Celeste: ¡Gracias por todo lo que hace por nosotros, sigue haciendo y lo que nos dio y nos inculcó!
Por ser la persona que es.
¡Lo amamos! Al igual que a mamá.
¡Nos sentimos orgullosos de él, y de lo que ha forjado como familia!
-Federico: Lo primero es decirle ¡Gracias por todo!
Y siempre voy a seguir agradeciéndole, porque el da más de lo que uno se merece.
El es tan bueno que te da todo y si lo charlás un ratito te da más.
¡Lo comprás con nada!
Somos nosotros primero y después él.
¡Lo amamos! ¡Si yo fuera la mitad de lo que es él, ya estaría contento! Es un orgullo.