Antoine Saint-Exupèry
Una huella en el Parque San Carlos de Concordia.
La obra realizada por el piloto de aviación Francés que llegó a suelo argentino en las primeras décadas del siglo XX, motivó la venida de periodistas franceses desde el país Galo en la década del ’60. Esto para confirmar lo que estaba escrito en los trabajos literarios de aquel piloto que tuvo un desperfecto en su nave y por ese motivo debió aterrizar con urgencia en los campos linderos al Castillo San Carlos, en ese momento habitados por la francesa Familia Fuchs Vallon.
Un equipo de Diario El Pueblo llegó hasta el Castillo, dónde hoy cuenta con el atractivo de un recorrido por las instalaciones que aún perduran (ruinas restauradas que sobrevivieron a un incendio) y se tornan un lindo paseo para quienes llegan por el parque.
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Dos de los guías de ese recorrido fueron los encargados de narrar la importancia de aquella casual visita de Saint-Exupèry para después estampar en sus obras célebres la historia de dos niñas que vivían en un ‘Oasis’ rodeadas de animales salvajes domesticados; Edda y Suzanne Fuchs Vallon.
Ariel Benítez y Lucas Morinico nos fueron relatando los distintos pasajes en la rica historia que rodea al Castillo con aquella casual visita del piloto aero postal.
“En una primera instancia siempre abordamos la construcción del castillo, con la llegada de su primer propietario, el francés Édouard de Machy (1888) pero lo que justamente le da la relevancia, tanto nacional como internacional, es que aquí estuvo Antoine de Saint-Exupéry y parte de las vivencias que él atravesó con los últimos en habitar el castillo, la familia Fuchs Vallon.
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Tiempo después los volcaría en la escritura de esta obra en personajes trascendentales tales como el zorro. Las niñas de la familia, Edda y Suzanne le enseñaron a domesticar a este tipo de animales como ser los zorros del monte, que incluso hasta el día de hoy se pueden encontrar ejemplares aquí en el parque, desde que se lo preserva como una reserva natural también.
Antoine se encuentra con serpientes, con víboras en el comedor de la casa, que las niñas le señalarían que habitaban el Castillo y tenían su nido debajo de las tablas.
Esto en sí no son deducciones mismas de nosotros los residentes, sino que para nuestra fortuna Antoine las dejó por escrito en un artículo periodístico para la revista ‘Marianne’ en el año 1932 que lo tituló justamente las ‘princesitas argentinas’ y es allí donde profundiza acerca de esta relación que forja con las niñas Edda y Suzanne, que posteriormente, lo tomó como base para el capítulo número 5 de otro libro suyo muy reconocido también el cual se llama ‘Tierra de Hombres’: Al mismo lo publica en 1939 y es allí donde señalan esta frase que justamente mencionamos nosotros los guías de aquí del Castillo; ‘tanto os hablé del desierto que antes de seguir hablando de él, me gustaría describir un oasis, la imagen que tengo de él no está perdida en el fondo del Sahara, se encuentra cerca de Concordia en Argentina.
Había aterrizado en un campo y no sabía que iba a vivir un cuento de hadas’. Lógicamente al encontrarse los compatriotas de Antoine con esta historia creían que era producto de su imaginación. Cómo podía haber un Castillo en el medio de la nada con princesitas, zorros, serpientes, todo conviviendo en armonía.
Es esto lo que llevó a que tiempo después, en la década de los 60 más precisamente, periodistas franceses visiten nuestra ciudad, justamente para poder corroborar la veracidad de estos hechos.
Para ese entonces, lamentablemente, el Castillo ya se encontraba en ruinas, pero a su vez se encuentran con Edda y Suzanne, ya que las niñas, (mujeres ya adultas en ese momento) continuaron viviendo aquí en Concordia. Ellas fueron las que se encargaron de confirmarles a estos periodistas todo lo que Antoine les dijo en su momento.
Hay un documental, el cual se llama Oasis, hecho por un cineasta local, Danilo Laviñe, donde se recreó toda esta visita de Antoine al Castillo pero a su vez anexa las entrevistas que realizaron estos periodistas a Edda y Suzanne sobre todo a Edda, quien era la mas extrovertida, que se ‘lleva todas las luces’.”
Antoine Saint-Exupèry; un bohemio, ‘un trota mundos’ con su avión.
“Interpretar todo lo que dice Antoine en estas obras, en esas letras, en esos párrafos, los que quedaron de manera perpetua, que son leídos por muchas personas en el mundo. Nosotros interpretamos su esencia a la hora de escribir, porque se reconoce mucho la figura de Antoine como una persona muy bohemia, con una imaginación muy grande, dio la casualidad que tenía ese don también para escribir.
Podemos destacar mucho la influencia de su gran experiencia sobrevolando lugares exóticos de distintas partes del mundo.
Por esa casualidad, por esa avería que sufre con su avioneta, se encuentra con este ‘Oasis’: Así lo llamó en el capítulo 5 del libro ‘Tierra de Hombres’ donde él, queda maravillado con lo que es el ambiente, con la ubicación de la casona que nosotros llamamos Castillo, el ‘Chateau’ San Carlos y también con esta familia extraña. Una familia bastante particular que ya tenía ese halo de misticismo alrededor, por los animales extraños, por la forma de vida y sobre todo la experiencia que tenía Antoine en distintos lugares, como en el famoso desierto del Sahara, donde tiene ese accidente en el cuál, hace un paralelismo con esta situación, o esta aventura que tuvo con las chicas y con la familia Fuschs Vallon en Concordia.
Sobre todo nos gusta destacar mucho la profundidad, la magia que tiene el Castillo para los concordienses. O sea, la dimensión que nosotros le damos al lugar.”