back to top
martes, 22 de abril de 2025
14.4 C
Salto

Fritos antes de tiempo

- espacio publicitario -
Diario EL PUEBLO digital
Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/6fsj
Los valores son algo muy importante en la vida y en ese sentido, vale la pena insistir en ellos. Si bien ya me referí a este tema en un artículo anterior, me parece muy importante poder describir lo que realmente debe decirse con respecto a esto. La sociedad debe comenzar a cambiar y si bien todos cometemos errores y hacemos algo mal en la vida, que va a contrapelo de lo que realmente deberíamos hacer, lo bueno es  darnos cuenta y comenzar a librar una batalla denunciando lo que está mal y aportando nuestro granito de arena para que las cosas comiencen a ser distintas.
Sobre todo en estos meses donde los uruguayos volveremos a entrar en una campaña electoral, en la que los políticos de turno nos dejarán en el medio de todas sus ideas. Allí es cuando debemos aprovechar la oportunidad como ciudadanos para exigirles todo lo que consideramos para que se comprometan a dar su mayor esfuerzo y así cambiarlo. Y en ese sentido, nosotros, quienes reclamamos que nuestras propuestas sean tenidas en cuenta, debemos responsabilizarnos de ser parte en todo y dar lo mejor de nosotros para contribuir a una sociedad mejor.
Ayer fue el Día de la Madre, la mujer que nunca te abandona, la persona que es capaz de dar su vida por el hijo que muchas veces le falla, pero que ella respalda con total entereza y defiende a uñas y dientes. La que no duerme hasta saber que uno llegó bien a casa después de una noche de salidas, la que pone límites con la intención de que nos eduquemos en disciplina y obediencia, y así podamos ser metódicos con nuestra propia vida.
Las características de lo que definimos como madre encierran muchos conceptos, que enaltecen y ennoblecen a cualquier persona, y desde esa premisa hay que partir a la hora de hablar de valores. Porque la honestidad, el altruismo, la generosidad, la integridad y la humildad con la que una madre actúa para con su hijo, es el paradigma perfecto para saber hacia dónde debemos caminar como sociedad, en cada hogar, en cada lugar de trabajo, en cada organización social y en cada lugar.
En los últimos tiempos mucho se ha hablado del respeto a la vida humana, a la dignidad y a los derechos humanos, pero al momento de verificar y sobre todas las cosas garantizar su cumplimiento, poco es lo que se hace. Desde el Estado, cuyas instituciones deben velar por todos nosotros, hace oídos sordos a la situación de fondo y no hay respeto por la constante vulneración de los derechos humanos de la que son objeto miles de mujeres y niños de este país.
Muchos de estos casos se dan hoy en Salto, con el alto índice de embarazo adolescente que existe y el que se da en muchos casos en jóvenes que no cuentan con protección ni contención alguna. Allí el Estado no interviene, solo asiste el parto y después ‘andá que te cure lola’ con algún que otro beneficio social que solamente se convierte en una limosna sin sentido, que encima en vez de ayudar, pervierte por la falta de dirección que tienen esas jóvenes y sobre todo y lo más preocupante, por el contexto que nacen y se desarrollan esos niños.
Aquí la falta de educación y prestación de valores con más responsabilidad del Estado. No puede ser que el INAU funcione como si fuera un hotel y en los hogares de amparo, las jovencitas entren y salgan como si a nadie le importara nada. Pude ver en más de una oportunidad que las adolescentes que están en el hogar de amparo del INAU se encontraban en la puerta del lugar, a medianoche, fumando y hasta esperando que pase alguien, con quienes se irían, vaya uno a saber dónde. Lo he visto con mis propios ojos en forma reiterada y a nadie parece preocuparle.
Una vez consulté a la ex jefa departamental del organismo en Salto por esa situación y me dijo algo así como que se trataba de “salidas sin autorización” y en eso quedó. Es como quien oye llover y me pregunto ¿no es responsabilidad de las autoridades del INAU controlar la situación y ocuparse de que en los hogares haya un estricto orden de enseñanza y educación en valores, para que esas jovencitas, que son futuras madres y quizás esposas, se formen y se sientan contenidas ya que entran al lugar justamente buscando amparo? ¿La Policía no sabe que estas cosas pasan? ¿El Ministerio Público y Fiscal tampoco? ¿Los tres jueces de Familia que tiene Salto y los dos jueces penales no están en conocimiento del asunto?
Que hay carencias materiales lo sabemos todos. Pero no por eso se tienen que quedar cruzados de brazos, porque algo peor que el hecho de que haya carencias materiales, es que haya carencias humanas en todo sentido. El funcionario público que omite una conducta que hace esencialmente a su función puede infringir la ley, si lo hace y esto constituye algunas de las figuras que establece el Código Penal puede estar cometiendo un delito y si es responsable de un delito penal puede ser procesado, y si es procesado por cometer un delito con dolo (esto es culpa con intención), puede ser destituido.
Pero en Salto nadie hace nada por denunciar nada. Entonces seguimos desprotegiendo a nuestros jóvenes y fomentamos la degradación de los valores con los que deberíamos formarlos, ya sea desde cualquier institución del INAU, o desde las escuelas públicas, hasta los colegios privados más caros de Salto, donde al que tiene una manera distinta de ser o una religión diferente es pasible de desprecio por parte de sus compañeros y esto ahí queda como si nada.
¿Hacia dónde estamos yendo como sociedad? ¿Estamos haciendo bien en callarnos la boca y creer que todo da lo mismo? Yo no creo que sea ‘lo mismo un burro que un gran profesor’, como decía Discépolo y por eso insto a que empecemos por denunciarlo y hagamos todo para cambiar lo que está mal, sino estaremos fritos antes de tiempo.

Los valores son algo muy importante en la vida y en ese sentido, vale la pena insistir en ellos. Si bien ya me referí a este tema en un artículo anterior, me parece muy importante poder describir lo que realmente debe decirse con respecto a esto. La sociedad debe comenzar a cambiar y si bien todos cometemos errores y hacemos algo mal en la vida, que va a contrapelo de lo que realmente deberíamos hacer, lo bueno es  darnos cuenta y comenzar a librar una batalla denunciando lo que está mal y aportando nuestro granito de arena para que las cosas comiencen a ser distintas.

Sobre todo en estos meses donde los uruguayos volveremos a entrar en una campaña electoral, en la que los políticos de turno nosDibujo dejarán en el medio de todas sus ideas. Allí es cuando debemos aprovechar la oportunidad como ciudadanos para exigirles todo lo que consideramos para que se comprometan a dar su mayor esfuerzo y así cambiarlo. Y en ese sentido, nosotros, quienes reclamamos que nuestras propuestas sean tenidas en cuenta, debemos responsabilizarnos de ser parte en todo y dar lo mejor de nosotros para contribuir a una sociedad mejor.

Ayer fue el Día de la Madre, la mujer que nunca te abandona, la persona que es capaz de dar su vida por el hijo que muchas veces le falla, pero que ella respalda con total entereza y defiende a uñas y dientes. La que no duerme hasta saber que uno llegó bien a casa después de una noche de salidas, la que pone límites con la intención de que nos eduquemos en disciplina y obediencia, y así podamos ser metódicos con nuestra propia vida.

Las características de lo que definimos como madre encierran muchos conceptos, que enaltecen y ennoblecen a cualquier persona, y desde esa premisa hay que partir a la hora de hablar de valores. Porque la honestidad, el altruismo, la generosidad, la integridad y la humildad con la que una madre actúa para con su hijo, es el paradigma perfecto para saber hacia dónde debemos caminar como sociedad, en cada hogar, en cada lugar de trabajo, en cada organización social y en cada lugar.

En los últimos tiempos mucho se ha hablado del respeto a la vida humana, a la dignidad y a los derechos humanos, pero al momento de verificar y sobre todas las cosas garantizar su cumplimiento, poco es lo que se hace. Desde el Estado, cuyas instituciones deben velar por todos nosotros, hace oídos sordos a la situación de fondo y no hay respeto por la constante vulneración de los derechos humanos de la que son objeto miles de mujeres y niños de este país.

Muchos de estos casos se dan hoy en Salto, con el alto índice de embarazo adolescente que existe y el que se da en muchos casos en jóvenes que no cuentan con protección ni contención alguna. Allí el Estado no interviene, solo asiste el parto y después ‘andá que te cure lola’ con algún que otro beneficio social que solamente se convierte en una limosna sin sentido, que encima en vez de ayudar, pervierte por la falta de dirección que tienen esas jóvenes y sobre todo y lo más preocupante, por el contexto que nacen y se desarrollan esos niños.

Aquí la falta de educación y prestación de valores con más responsabilidad del Estado. No puede ser que el INAU funcione como si fuera un hotel y en los hogares de amparo, las jovencitas entren y salgan como si a nadie le importara nada. Pude ver en más de una oportunidad que las adolescentes que están en el hogar de amparo del INAU se encontraban en la puerta del lugar, a medianoche, fumando y hasta esperando que pase alguien, con quienes se irían, vaya uno a saber dónde. Lo he visto con mis propios ojos en forma reiterada y a nadie parece preocuparle.

Una vez consulté a la ex jefa departamental del organismo en Salto por esa situación y me dijo algo así como que se trataba de “salidas sin autorización” y en eso quedó. Es como quien oye llover y me pregunto ¿no es responsabilidad de las autoridades del INAU controlar la situación y ocuparse de que en los hogares haya un estricto orden de enseñanza y educación en valores, para que esas jovencitas, que son futuras madres y quizás esposas, se formen y se sientan contenidas ya que entran al lugar justamente buscando amparo? ¿La Policía no sabe que estas cosas pasan? ¿El Ministerio Público y Fiscal tampoco? ¿Los tres jueces de Familia que tiene Salto y los dos jueces penales no están en conocimiento del asunto?

Que hay carencias materiales lo sabemos todos. Pero no por eso se tienen que quedar cruzados de brazos, porque algo peor que el hecho de que haya carencias materiales, es que haya carencias humanas en todo sentido. El funcionario público que omite una conducta que hace esencialmente a su función puede infringir la ley, si lo hace y esto constituye algunas de las figuras que establece el Código Penal puede estar cometiendo un delito y si es responsable de un delito penal puede ser procesado, y si es procesado por cometer un delito con dolo (esto es culpa con intención), puede ser destituido.

Pero en Salto nadie hace nada por denunciar nada. Entonces seguimos desprotegiendo a nuestros jóvenes y fomentamos la degradación de los valores con los que deberíamos formarlos, ya sea desde cualquier institución del INAU, o desde las escuelas públicas, hasta los colegios privados más caros de Salto, donde al que tiene una manera distinta de ser o una religión diferente es pasible de desprecio por parte de sus compañeros y esto ahí queda como si nada.

¿Hacia dónde estamos yendo como sociedad? ¿Estamos haciendo bien en callarnos la boca y creer que todo da lo mismo? Yo no creo que sea ‘lo mismo un burro que un gran profesor’, como decía Discépolo y por eso insto a que empecemos por denunciarlo y hagamos todo para cambiar lo que está mal, sino estaremos fritos antes de tiempo.

Hugo Lemos

Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/6fsj
- espacio publicitario -
ALBISU Intendente - Lista 7001 - COALICIÓN SALTO