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jueves, 3 de julio de 2025
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Hoy: narrativa de Teresita M. Galarza

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Diario EL PUEBLO digital
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Salteña de nacimiento y ahora nuevamente residiendo en esta ciudad, Teresita M. Galarza vivió en Montevideo buena parte de su vida, desde 1966 hasta 2009. En 1996 obtuvo el Certificado de Proficiency in English, otorgado por la Universidad de Cambridge, Inglaterra, y se dedicó a la docencia del inglés. También tiene formación en Letras (Facultad de Humanidades, Udelar) y Turismo (UTU). Ella es la autora de los textos que ocupan esta página hoy.CULTURA. T. GALARZA
NEBLINA
(Poema en prosa)

Esta noche siento como si me hubiera convertido en sutil neblina. Tan liviana como la bruma, cubriré valles y colinas, selvas y desiertos, bosques y montañas, ríos y mares. En mi andar por el planeta azul recogeré flores silvestres de exótico aroma. Luego me elevaré para alcanzar la luna, escondida tras las nubes. Le robaré algo de su brillo de nácar y seguiré mi viaje. Podré tomar a manos llenas, el polvo de estrellas flotante en el espacio y atesorarlo en mi bolso maravilloso. Restituida a mi cuerpo mortal, una vez más, retornaré a la tierra. Al llegar a destino, abriré mi bolso cargado con tan preciados dones y dejaré llover sobre ti, una lluvia de polvo de estrellas, dotado de singular fragancia, con una miaja de brillo nacarado de la luna. Lo haré para iluminar tus sueños. Sueños tejidos con hilo titilante de polvo de estrellas. Al despertar sentirás en tu interior, que he velado tu descanso.
LA VENTANA ABIERTA
(Cuento)

Alexis era un afamado escritor. Sus novelas se caracterizaban por la trama de tragedia que se desarrollaba en ellas. Sentado en la penumbra, esperaba que la inspiración acudiera en su ayuda. Tenía que terminar la novela esa semana. Su editor no admitiría excusas.
La ventana que daba hacia la calle, estaba entreabierta.
El aire húmedo y frío, de esa hora temprana en invierno, lo despabilaba. El canto de las aves se oía claramente. En su interior sentía una inquietud que no sabía explicar. Sus expectativas con respecto al nuevo libro, no eran muy positivas.

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Entonces, observó a través de la ventana, algo fuera de lo común. En la vereda de enfrente, caminaba un personaje desgarbado, enjuto y anciano. Cargaba una bolsa de arpillera, colgando hacia la espalda, por encima del hombro. Alexis recordó al Atrapasueños.

Este aparecía en un cuento que había leído de niño. Era la fiel representación de aquel personaje. Lo seguía un pequeñuelo de cabellos rubios, desgreñados y vestimenta algo raída. El niño escrudiñaba todos los rincones a su paso. Un silbato pendía de su cuello. En determinado momento descubrió al escritor. Comenzó a soplar el silbato, que en realidad era una flauta dulce. Se oyó el comienzo de una melodía sublime. Alexis se sintió perturbado. Ciertos arpegios de la música, lo transportaban a un mundo casi irreal, desconocido. Era el mundo de los personajes de ficción de sus libros.
Como en una gran pantalla, fueron apareciendo uno a uno, ante su mirada incrédula. Su asombro fue aún mayor, al comprobar que eran seres reales. La heroína sofisticada de uno de sus argumentos, salió del grupo. Se acercó a la ventana y le habló. Reconoció a Dalma.

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Nuestro amigo no podía creer lo que veía. Se decía a sí mismo que tal vez era una trampa de su inconsciente. Pronto la voz de su personaje lo convenció de la veracidad de lo que acontecía.
«Tengo que reprocharte algo Alexis», dijo la muchacha. – «Me creaste como un ser feliz, pero en el desarrollo del libro, cambiaste eso. Me hiciste muy desgraciada con todas las miserias que pusiste en mi camino. La peor de todas fue cuando provocaste aquel accidente, en una rotonda, que mató al ser más amado que yo tenía. Nunca más pude recuperarme. Mi vida quedó destrozada.

Habiendo dicho esto, se alejó de la ventana siguiendo al anciano que cargaba la bolsa. De pronto vio a un niño que se aproximó y le decía:
«Yo soy Carlos, ¿me recuerdas? Tú me hiciste famoso y tuve la oportunidad de filmar innumerables películas. Pero mi carácter débil y manipulable me arrastró a situaciones muy comprometidas. Sufrí a consecuencia de eso.
Te pido que pongas atención de aquí en adelante cuando crees tus personajes. Proporcionales fortaleza y que sean capaces de lograr gran rendimiento en sus acciones». Una ráfaga empujó a Carlos hacia atrás y saludándole con la mano en alto, se unió a sus compañeros. Una chica joven y hermosa se arrimó. Era Nancy. Había sido una adolescente conflictiva. Como lo son casi todos los de su edad.

«Alexis»- dijo la chica- No te imaginas el dolor que me has causado con todos los conflictos que me hiciste vivir. Eso me llevó a perder el control y un día espeluznante, asesiné a mis padres sin sentir remordimiento. Pero ahora después de muchos años en la cárcel, la culpa no me deja en paz. Es una pena atroz que tengo que soportar día tras día. Todo lo causaste tú. Esas fueron las últimas palabras que Alexis escuchó. Cerró la ventana con estrépito y con la cabeza entre las manos, se quedó inmóvil por largo rato. Cuando alzó la cabeza, había lágrimas en sus mejillas.

Enfrentándose con la computadora, comenzó a ver en el monitor, las escenas de su próxima novela. El final que había pensado para el héroe de la misma, era muy miserable. Después de oír a sus antiguos personajes, escribió y escribió durante horas. Cuando terminó, imprimió todo. Lo puso en su portafolios y se fue a la editorial.

Días después, cuando el editor lo llamó, se mostró sumamente complacido.
-»Estoy algo sorprendido. Esta novela tuya, rompe con la estructura de todas las anteriores. Esta es una novela positiva, con personajes determinados, que logran todo lo que se proponen. ¿Qué te indujo a cambiar?» Nuestro amigo le contestó que él como todos los autores, estaba sometido a la influencia de su inspiración. «Tenía la ventana abierta y mi mente me hizo ver con claridad el camino a seguir en el futuro».
El editor no objetó a lo dicho por Alexis, pero éste sabía que había sucedido.

El Atrapasueños había pasado frente a su ventana precisamente para aclarar sus ideas.
Ese personaje era el pasado de Alexis, con su bagaje de experiencias. El pequeño

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