Un nuevo intendente empieza a asumir sus funciones en nuestro departamento de manera formal a partir de hoy. Se trata de Alejandro Noboa, quien es escribano y doctor en Sociología de profesión, pero por sobre todas las cosas, se trata de un hombre preparado para gestionar y administrar una institución tan compleja como es la Intendencia de Salto.
La misma simboliza el espacio de administración de los bienes de un departamento, pero además el lugar de expresión de todas las corrientes sociales que conforman nuestra comunidad. Y tener que gobernar eso implica un harto complejo porque el que lleva la batuta tiene que atender todos los reclamos, de todos los sectores, de todos los que tienen algo para decir.
Si bien ser intendente requiere de capacidad, sagacidad y una sensibilidad especial porque más allá de hacer que los números cierren, para que la institución pueda cumplir con sus cometidos que son los de atender los problemas de infraestructura, sociales y políticos que tienen el departamento, también debe atender la cuestión humana, que pasa según el ámbito, el barrio o las personas, el tenor de los reclamos y de los problemas que van surgiendo.
Pero en los últimos años la Intendencia, las intendencias de todo el país en realidad, pero la de Salto en particular, pasan por un momento en el que la cuestión política partidaria está muy arraigada a su funcionamiento, a sus quehaceres y a su composición.
Por lo cual, en muchos casos hay decenas de mandos medios afines al intendente de turno, ya no al partido político al que el mismo representa, o al menos al cual el jefe comunal de turno pertenezca; que están vigilando a los trabajadores que ingresan en la administración por distintos mecanismos legales, como el caso de la designación directa, para que respondan a los lineamientos políticos predeterminados.
Si estas prácticas son algo válidas y políticamente lógicas, que el intendente que ingresó al poder lleve a sus militantes a trabajar consigo y que luego les exija compromiso y lealtad, con él y con el sector político, para mantener la coherencia con la que dijeron que debían actuar, hay veces que las situaciones se les pasan de las mano y muchos terminan temiendo que así como ingresaron a trabajar en la administración y tuvieron la oportunidad de ganar un sueldo, puedan quedarse sin ese sustento de un día para el otro.
En esos casos, que son los que también se viven por estas horas, donde muchos se suman a la causa de tal o cual candidato, lo que más deberían imperar sería la alegría, la convicción, el entusiasmo por defender desde sus respectivas trincheras, tal o cual gestión de gobierno, determinada idea o pensamiento sin temor alguno a pensar diferente a los que gobiernan.
Empero, actualmente es injusto que muchos funcionarios municipales que concurren a diario a cumplir una tarea con la cual sustentan a su familia y pudieron ingresar durante el transcurso de una administración, sientan temor y stress cada vez que asume un nuevo gobernante, porque temen verse perjudicados, por pensar diferente y sentirse en cierta medida perseguidos al punto que terminarán en sus casas antes de lo que cante un gallo.
Por eso mismo, hay que apelar a la conciencia de los futuros intendentes, pero sobre todo de los tres candidatos que se están sacando chispas para poder llegar al poder o en otro caso, retenerlo.
Cuando un intendente no es reelecto en su departamento, es porque hubo mucha más cosas negativas que positivas en su administración, y por eso la mayoría de la gente decide con mucha valentía e hidalguía el futuro de ese puesto, algo que se va a juzgar en mayo, en tres meses, donde el pueblo someterá a votación cómo trabajó el último gobernante durante los 4 años y pico anteriores.
Pero la gente necesita de los trabajadores municipales, se sirve de su trabajo, precisa que los mismos estén tranquilos para poder prestarles un servicio y éstos, en ese sentido, no pueden estar atravesando este tipo de angustias, de pensar que porque el sillón municipal sea ocupado por otro inquilino durante el tiempo que sea, con un máximo de 5 años, también es posible que ellos puedan quedarse sin trabajo.
Este pensamiento, viene a colación de un proceso de politización a ultranza que han fomentado los últimos gobiernos y que han dicho que con determinados acuerdos, convenios y contratos, pueden darle estabilidad a mucha gente, cuando un intendente de turno puede en realidad, decidir qué hacer con la vida de todas esas personas desde un despacho.
No me estoy refiriendo a políticos en particular, ni siquiera a los problemas que enfrentan y enfrentarán las diferentes administraciones, sino a que debe haber un compromiso y un respeto por la institución Intendencia de Salto por un lado y por otro, una convicción sana y alegre de las ideas que acompañen a tal o cual candidato.
Para que el municipal sea primero funcionario, cumpla con su tarea, brinde a la sociedad lo que esta necesita, y luego piense en el aspecto político de la cosa, porque de lo contrario dentro de poco no habrá más que un club político en vez de una Intendencia donde la gente busca soluciones y esas cosas no están bien.
HUGO LEMOS
