El viernes 8 de noviembre se presentará en la Biblioteca Departamental Felisa Lisasola Delia Escudilla – autora del libro “Violación Consentida” – El evento tendrá lugar a la hora 19.00.
Delia Escudilla nació en Saénz Peña, Chaco, en 1963. Ya en Buenos Aires, la crisis de finales de los ’90 la empujó a las calles. Pasó siete años en situación de prostitución. Por aquellos años comenzó a militar en la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), también a estudiar en la Escuela de Psicología Social Pichon-Riviere «Educar sin Fronteras», donde se recibió
de psicóloga social. En 2003 abandonó AMMAR con críticas al regulacionismo. Hoy es una referente de la lucha abolicionista.
Cuando alguien cuenta su experiencia, esa narración adquiere un valor muy particular para sí mismo porque le permite examinarse.
Pero también, por esa vía, nos vemos a nosotros mismos en sus palabras y podemos evaluar nuestros comportamientos.
Delia Escudilla vive en Tristán Suarez, provincia de Buenos Aires, pero nació en Chaco. Es una sobreviviente y “Violación consentida” es su autobiografía. Este jueves, a las 17, en el tercer piso de la sede de ATE Santa Fe (San Luis 2854), estará en la ciudad. Junto a Delia estará Elena Moncada, militante abolicionista santafesina, y el cierre será con la música de las Docentes Feministas.
La crisis de finales de los ’90 empujó a Delia a las calles, donde pasó siete años en situación de prostitución. Por aquellos años comenzó a militar en la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) y también a estudiar psicología social en una escuela de Monte Grande. En 2003 abandonó AMMAR con críticas al regulacionismo. Hoy es una referente de la lucha abolicionista.
Cuando esa experiencia se cuenta, puede ser incorporada al curso de la historia, porque esas vivencias son parte de un caudal más general, de una necesidad colectiva. La importancia de ciertos testimonios radica, precisamente, en que esa experiencia individual es la de muchos otros y sirve para posicionarse en un campo de lucha. Estas reflexiones que nos ofrece la autora, tienen un interés muy directo para la etapa que estamos atravesando las mujeres. Con cada testimonio, cada una va descubriendo que la experiencia de nuestra subordinación bajo el patriarcado y en esta sociedad de clases, es colectiva.
) La importancia de ciertos testimonios radica en que el valor de esa experiencia individual refleja la de muchos otros. Escucharlos y reflexionar junto a ellos puede servir para posicionarse en un campo de lucha. Esta es la propuesta que nos ofrece la autora: las vivencias de una sobreviviente de prostitución que en el presente se define abolicionista. Un aporte que incorpora nuevas reflexiones en clave histórica para los debates al interior de los feminismos organizados y de todo el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y personas trans.
La prostitución es el privilegio del varón sobre un cuerpo en necesidad», define Escudilla.
Es un privilegio patriarcal ancestral.
Si hablamos de una relación sexual consensuada, hablamos de afecto, de calentura, deseo mutuo. Pero si te vas con cualquiera, si no sabés qué te va a pasar en esa habitación, qué te va a hacer el otro, que tiene mayor fuerza física… Si te va a pegar, si se va a querer poner preservativo, si se va a querer dar una ducha, a qué huele, si está sucio, si quiere aspirar marihuana. No sabés qué te va a hacer.
Tengo mil anécdotas de situaciones que son una más violenta que otra, de las que me salvé”, relata en su libro.
Organizado por la Campaña abolicionista y Azucenas, colectiva feminista abolicionista de La Plata, el próximo martes se presentará el libro Violación consentida con la presencia de la autora. Delia Escudilla es una sobreviviente. La crisis de finales de los ’90 la empujó a las calles. Pasó siete años en situación de prostitución. Por aquellos años comenzó a militar en la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), también a estudiar psicología social.
En 2003 abandonó AMMAR con críticas al regulacionismo. Hoy es una referente de la lucha abolicionista. Para ella, la prostitución es equivalente a la esclavitud.
Para Escudilla la prostitución es equivalente a la esclavitud y en su libro intenta mostrar dónde «está la trampa de quienes piensan que hay un derecho individual a prostituirse, incluso cuando pueda ser rentable para algunas. Sostenerlo, incluso regularlo, como si viviéramos en una sociedad de individuos sueltos, solo tiene un resultado: acentuar esa opresión», señala la autora.
Cuando alguien cuenta su experiencia, esa narración adquiere un valor muy particular para sí mismo porque le permite examinarse. Pero también, por esa vía, nos vemos a nosotros mismos en sus palabras y podemos evaluar nuestros comportamientos.
Cuando esa experiencia se cuenta, puede ser incorporada al curso de la historia, porque esas vivencias son parte de un caudal más general, de una necesidad colectiva. La importancia de ciertos testimonios radica, precisamente, en que esa experiencia individual es la de muchos otros y sirve para posicionarse en un campo de lucha. Estas reflexiones que nos ofrece la autora, tienen un interés muy directo para la etapa que estamos atravesando las mujeres. Con cada testimonio, cada una va descubriendo que la experiencia de nuestra subordinación bajo el patriarcado y en esta sociedad de clases, es colectiva.