Menos es más. A la hora de mejorar el desempeño de un emprendimiento un cambio milimétrico pero sostenible es más importante que “dar vuelta como una media” la manera en que se hacen las cosas. Al percibir el campo de posibilidades entre el hacer mucho o simplemente nada, el hacer algo que aunque se lo considere a priori como “poco” es en realidad eso, algo, y por lo tanto valorable. Cuando nos referimos al todo y la nada en primera instancia hablamos de extremos, y por lo tanto sin caer en un prejuicio sin fundamentos sino en una afirmación: son todos negativos.
Un proceso de administración eficiente de manera intrínseca trae consigo el valor del control como cuarto paso; luego de planificar, organizar y dirigir. Mucho se habla que no es posible gestionar ni mejorar un negocio sin métricas. Sin embargo, no necesariamente es posible monitorear todo, al contrario, dar seguimiento a demasiados datos, muchos sin importancia, deriva en un caótico cuadro de mando integral, lleno de variables sin importancia, que se miden, consumen recursos para su control pero no facilitan la toma de decisiones.
De lo anterior se desprende una serie de preguntas con las que nos introduciremos en tema.
¿Cuál es la relación entre el grado de complejidad de los cambios y el empoderamiento por parte del emprendedor? ¿Qué implicancias tiene en el consultor en lo relativo a plantear cambios graduales o disruptivos? ¿Qué aspectos que no deben perderse de vista a la hora de gestionar cambios dentro del emprendimiento?
Dentro de las puntas del “blanco o negro”, el “todo o nada” o el “siempre o nunca”, nos enfrentamos a una distorsión cognitiva, un pensamiento polarizado o dicotómico que poco tiene para aportar al emprendedor a la hora de gestionar el cambio hacia dentro de su negocio. A partir de allí, en la búsqueda de claridad, de sinceridad y el evitar las relativizaciones es que se comete una falacia; un error en la percepción de las cosas. No necesariamente cuando simplificamos tomando como eje “extremos”, acertamos la manera de proceder.
El objetivo del presente artículo es invitar al lector a reflexionar sobre la importancia de hacer foco en la implementación de cambios de manera gradual. Es poco probable la eficiencia de cualquier planificación que tiene como norte “hacer todo”, y justamente ese querer abarcar mucho, con recursos escasos como cualquier emprendimiento, es todo menos atinado.
No debería perderse de vista que para tener “buen estómago” para enfrentar las incertidumbres, termina siendo una cuestión elemental ir de menos a más, haciendo mucho foco en el control de las desviaciones. En caso contrario, terminaremos entendiendo cualquier situación con el diario del lunes o peor aún, con una mirada de médico forense buscando las respuestas del por qué de lo acontecido.
Apuntes del todo o nada
Decir que vamos a “digitalizar toda la empresa”, “medir todos los procesos” o “no cometer ningún error” es falso. Plantear cualquier acción por parte de un emprendedor es por definición algo complejo, no por la dificultad que dicha actividad supone, sino porque al plasmar en papel cualquier intención, es decir; planificar, la misma se encontrará sujeta a desviaciones dadas por factores externos e internos al proyecto empresarial y por lo tanto el todo o nada son una falacia.
Nada se debería manejar de forma absolutista: es saludable dar lugar al error, prever frenos y entender que los retrocesos forman parte del camino de todo emprendimiento. Lo importante será ante todo, tener la capacidad de poder afrontar las situaciones, generar aprendizajes y posteriormente tomar decisiones con asertividad.
Si lo descripto en los párrafos anteriores, quizás muy impregnados de una perspectiva psicológica y hasta algo filosófica que plantea cuestiones de cognitivismo y psicoanálisis, no son ciertos, estaríamos omitiendo la forma en que entendemos los procesos de ideación, desarrollo y puesta en marcha de emprendimientos: la heurística en su máxima expresión, el ensayo y el error como método, y en ese error, valga la redundancia, algo valioso en el ejercicio de comprobar las hipótesis del modelo de negocios.
Decimos que el todo y la nada son muy parecidos porque terminan bloqueando cualquier cambio o de alguna manera u otra, planteando una manera de proceder que anula el foco y la gradualidad, claves para lograr la efectividad emprendedora. Tanto si queremos hacer todo o preferimos tomar una postura pasiva y mantenernos en el status quo los resultados serán más o menos equivalentes; el secreto estará en ubicarse en los grises: y para ello, la simplicidad, la gradualidad y el foco son los aspectos en los que poner la lupa.
Hacerla simple
Es normal cuando respondemos un mail de manera rápida, algunas veces recibir un mensaje que diga: “gracias por la pronta respuesta”. No obstante, nadie nos dice: “muchísimas gracias por tu mensaje tan amplio, detallado y largo”. La simplicidad es fundamental para la transmisión de cualquier mensaje, y de igual modo para posicionar una idea.
Tanto para el seguimiento de los procesos dentro del emprendimiento como para la definición de una propuesta de valor, menos es más. La herramienta de descomposición de la estructura del trabajo, propia de la gestión de proyectos, se basa en subdividir un “gran resultado” en varios sub-resultados, menos generales, más específicos y mejor gestionables.
Cuando se busca incorporar un nuevo procedimiento, debería anteponerse un filtro en el que a todo cambio, al ponerlo en práctica, permita cuestionarnos sobre la verdadera importancia que tiene hacer o dejar de hacer una cosa u otra. Y a partir de eso, evitar “sobre-complejizar” su funcionamiento, al fin y al cabo, cualquier cambio debería por definición en el cambiar la forma de hacer las cosas, hacer cosas nuevas pero que además permitan agregar valor.
Es un grave error querer “hacer todo para todos”, ello es tan contraproducente como no hacer nada. El que mucho abarca poco aprieta y ese aprendizaje lo puede experimentar cualquier emprendedor que desee agregar “porque sí” una tras otra funcionalidad a su propuesta de valor.
De menos a más
Una buena consultoría, entre varias cuestiones, tiene la “transferencia efectiva de herramientas” como un pilar que condiciona un abordaje técnico bueno de uno mediocre. En otras palabras, qué tanto empoderamiento se logra generar en los emprendedores sobre “lo que se debe hacer”, y el aprendizaje necesario para que cuando el consultor “salga” del negocio, se genere una apropiación. No hace falta entrar en demasiadas nuevas deducciones para afirmar que un cambio pequeño tiene más probabilidad de prevalecer que “tirar la casa por la ventana”; aunque en algún momento sea necesario dar un vuelco de 180° a determinados patrones del modelo de negocios.
En algo tan sencillo como “agregar el logo” del emprendimiento a todos los contenidos que se publican en las redes sociales o saber presupuestar, el emprendedor en el marco de una consultoría puede o hasta por conveniencia diremos “tiene” dudas o dificultades que imposibilitan “asimilar” dichos hábitos a su rutina. Si lo anterior es cierto, es esperable que plantearse “trabajos” más amplios o que abarquen e impliquen la gestión de otro tipo de complejidades, aún más, en ese escenario, es más probable que contengan “frenos” o imprevistos. Por eso, y mucho más, es que es “negocio” ir de menos a más si lo que realmente se pretende es modificar y crear un nuevo status quo que se mantenga.
Las ansiedades no nos llevan a buen puerto en la mayoría de las situaciones. De nada sirve lamentarse por la distancia que separa el estadio actual de un emprendimiento con el estado del arte de negocios 4.0 o la posición marginal que se tiene en un momento con la posible “si se hubiera hecho tal o cual cosa”, todo gran proyecto tiene un principio y para obtener resultados no es posible tomar atajos: es indispensable tener aceitada la disciplina.
Cuando se diagnostica a un emprendedor, en un momento determinado, y se concluye que la incorporación de nuevos registros es necesario para llevar una contabilidad adecuada, el ir de menos a más debe priorizar en primera instancia el cultivo de hábitos de forma tal que la continuidad de lo que se empieza, y en todo caso su mejora, permita ir de menos a más. Una vez que se tenga una planilla en papel de ingresos y egresos, será posible digitalizar la misma en una planilla de Excel, y posteriormente ir agregando “nuevos datos”, tales como la creación de nuevas cuentas o la medición de otras métricas, que tomen como base el camino transitado de manera previa.
No es posible saltearse escalones, al igual que un equipo de fútbol debe clasificar a un torneo antes de ganarlo, ningún emprendimiento haciendo magia pasa de un estadio a otro mejor, y otra perspectiva sobre la que se sostiene la importancia del pequeño cambio a una gran revolución dentro de los emprendimientos radica en la necesaria condición de que sean “asimilados” en la operativa diaria.
Todo depende de las prioridades
Al tener certeza sobre el horizonte perseguido, el emprendedor planifica una consecución de pasos que lo llevan con simplicidad y gradualidad hacia el puerto que se pretende. Camino arduo, muchas veces impredecible pero que no finaliza hasta que el emprendedor lo abandona, la volatilidad de los cambios como el entorno incierto llevan a un obligado ejercicio de adaptarse para continuar en el mercado.
A modo de conclusión, todo depende de la meta trazada. La misma opera como un eje a partir del cual se toman decisiones sobre qué hacer y no. Sin prisa pero sin pausa, es posible dar sostenibilidad a trayectorias que se deciden crear, allí es que radica la esencia de tener una visión clara del negocio: un ejercicio de prospectiva. Sin la claridad para poder imaginar el futuro de un sector como del negocio, el ir de menos a más no tendrá ninguna base para de manera ir creciendo de manera iterativa.
Lic. Nicolás Remedi Rumi
