Creemos que necesariamente ha llegado el momento de valorar como es debido el agua y sobre todo el agua dulce que tan generosamente tenemos en nuestra región.
Siempre nos hemos preguntado ¿por qué las grandes inversiones como la de la finlandesa UPM se hace fuera de fronteras y no en su propio territorio? Siempre nos preguntamos ¿si es tan beneficiosa para el lugar donde se asienta, porqué hacerla en otro país y no en el propio?
Son preguntas sin respuesta, pero que hoy ya parecen respondidas por el propio recurso natural. Cierto es que la exportación de celulosa, ha acarreado para el Uruguay lo que ningún otro rubro ha sido capaz de asegurar.
Pero seguramente que el costo de ese beneficio no ha sido mostrado como se debería y gran parte de lo que se exporta no es madera, sino agua. El agua necesaria para el crecimiento de esos árboles, el agua dulce que requiere la extracción de esa celulosa que exportamos.
Toda el agua dulce que extraemos del suelo, se lo quitamos y lo que quizás ha demorado millones de años en llegar y aprovisionarse en poco años se lo quitamos.
Nos apresuramos a decir que no vimos con claridad lo que significaba el proyecto de UPM II, que seguramente podría transformar una zona casi olvidada del país. No vimos cuales podrían ser las consecuencias negativas del establecimiento de este proyecto,
Hoy ya en pleno funcionamiento de dicho proyecto, la lectura seguramente puede llegar a ser diferente. El agua dulce, un recurso abundante en nuestra región nos ha planteado por primera vez la importancia de su existencia.
Hoy cuando toda la población capitalina aprende a darle valor a este elemento, tras padecer su escasez, creemos estar en condiciones de ver el tema en toda su dimensión.
La escasez de agua potable no sólo nos ha planteado un tema económico (porque se dice que para sustituir la cañerías en todas las pérdidas de agua que tiene OSE se necesitan nada menos 400 millones de dólares), sino que nos ha recordado que el agua dulce es imprescindible para la vida misma.
Es hora analizar con seriedad este recurso y sobre todo de evitar el derroche que hacemos diariamente de este elemento, porque ya vemos que resulta imprescindible.
Es hora de preguntarnos si sirve o no, el Rio de la Plata para abastecer a la zona capitalina y sobre todo si le sirve al Gran Buenos Aires y a La Plata, ¿porque no le serviría al Uruguay?
Mucho para analizar y voces técnicas y científicas que escuchar.
A.R.D.