18 de Julio, rey de OFI: una historia irrepetible

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    El «fenómeno chacrero»

    El 5 de agosto de 1979, en que 18 de Julio de la Liga de las Colonias Agrarias, alcanzaba el sueño dorado: ser Campeón del Interior. A la hora de la finalísima ante el Lavalleja de Minas, el mismo equipo que el año pasado derrotó a Universitario en la secuencia final.
    18 de Julio había ganado en el Dickinson 1 a 0 y en el desquite fue 2 a 2. Cuando restaban tan solo poco segundos para la conclusión, Ignacio Araújo mandó un zapatazo diabólico contra el arco norte. Fue el empate definitivo. Fue la gloria alcanzada en la capital minuana.

    IGNACIO y LUIS GUSTAVO ARÁUJO- Por la izquierda de aquel ataque, volando todo. Toque, devolución, llegada y gol. Una dupla a la medida de aquel Campeón del Interior
    IGNACIO y LUIS GUSTAVO ARÁUJO- Por la izquierda de aquel ataque, volando todo. Toque, devolución, llegada y gol. Una dupla a la medida de aquel Campeón del Interior

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    Al año siguiente, 18 de Julio sostuvo la misma base de su plantel. Llegó a la final de la zona del Litoral, pero en el propio Parque Juan José Vispo Mari resignó la ambición a manos de San Lorenzo de Young. Ya en 1981-1982, el inapelable campeón agrario de aquellos años, transitaba por un período de desarme, a tal punto que varios de sus jugadores se sumaron a Peñarol de la Liga Salteña, a partir de la iniciativa de Walter Galliazzi.

    Liliana Castro Automóviles

    ESE NUNCA MÁS
    Lo cierto es que en aquel año, 18 de Julio produjo una resonancia auténtica, generando admiración de propios y extraños. Hubo que hablar del «fenómeno chacrero».
    En la cancha, fue la viva expresión de un fútbol al que no le faltó solidez general, equilibrio y eficacia. De la certeza individual, al sabio compás del funcionamiento creador.
    Jugó en total 10 partidos. Ida y vuelta. Sus rivales fueron campeones en sus Ligas. En todos los partidos 18 de Julio convirtió goles: afuera y adentro.
    El hecho es que 18 de Julio no pudo repetir más una hazaña de semejante valor histórico.
    Se encendió una luz en 1995, pero la eliminación fue inmediata, padeciendo una goleada de 5 a 0 de visitante ante el campeón de la Liga de Paysandú.
    La historia de aquel «18», una historia definitivamente irrepetible.
    No hay caso: a veces el tren pasa por única vez.

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