El actual gobierno basó su triunfo electoral en un argumento que el oficialismo, presente en el gobierno durante los 15 años anteriores no podía disimular: el fracaso en materia de seguridad pública.
Es que cuesta mucho hacerse cargo, por más que se intente disimular, que el tema del narcotráfico, principal preocupación del país hace ya varios años, ha ido creciendo, porque está en crecimiento en todo el mundo.
Mientras el enfrentamiento sea entre la droga, el mercado y los consumidores y la ambición, muchas veces disimuladas de quienes tienen por misión el combate a las mismas, será una lucha que no tendrá fin.
Entendemos que más allá de mostrar números y de entender que delitos más o delitos menos no significan nada, agravamiento o no, de la delincuencia en el país, la cuestión es “comandada” por “don dinero” y mientras de él dependa nada bueno se puede esperar ni de parte de la delincuencia, ni de quienes dominan el mundo mediante artilugios “invisibles”, pero siempre dominados por la misma ambición.
Es hora de admitir que la seguridad no es solamente un problema nacional, sino un problema mundial. Lo hemos dicho, mientras desde las cárceles muchas veces los “capos” de narcotráfico siguen al frente de sus organizaciones a través de su gente, nosotros “insistimos” en que desbaratando una de las muchas mafias existentes en el país estamos en buen camino.
Para nosotros no hay otro camino que los cambios frecuentes, y no sólo de los controladores de menos jerarquía, sino de todos los que de una u otra forma pueden haber sido reclutados por la delincuencia.
Todavía vemos en que se insiste en dar con el hombre adecuado o “ajustar” más los controles existentes. Medidas que no tiene mayor vigencia.
Si realmente se quisieran ver otros resultados, habría que intentar otros caminos, no sólo de medidas, sino de hombres y de forma de funcionar.
Los muertos en enfrentamientos o de alguna otra forma, por la droga, generalmente son jóvenes, son chicos que han abandonado la escuela o el liceo, cuando no son víctimas inocentes también jóvenes a veces que no tienen nada que ver.
Su “pecado” ha sido vivir en el mismo barrio o haberse cruzado con estos delincuentes. Es hora de pensar la forma de atacar las causas del problema y si fuera necesario de “blindar” el país y para eso no hay otra salida que rascar hasta el hueso.
A.R.D.
