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jueves, 6 de febrero de 2025
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Ya es hora

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Estamos convencidos, como lo han dicho ya grandes pensadores en la historia de la humanidad, que la confrontación de ideas entre los diferentes actores sociales es algo positivo, ya que precisamente de ese “choque” entre pensamientos diversos, suelen nacer verdades y conclusiones válidas para que una sociedad evolucione. Esto es: la confrontación entendida como un medio para poder avanzar.

En cambio, lo que no compartimos es cuando la confrontación deja de ser un medio para pasar a convertirse en un fin, cuando se da por la confrontación misma, sin otro objetivo que el de poner un obstáculo ante el avance de quienes, de repente, no me simpatizan políticamente. Dicho esto, tomaremos como punto de partida para la reflexión de hoy, la breve nota de opinión que publicáramos en página 2 el pasado sábado. Es la siguiente:“Un dato que nos transmitía días pasados una persona entendida en temas de investigación social (especialmente en ámbitos educativos), nos hizo pensar que la tan mentada reforma para la Educación que se pomete hace tiempo, se hace cada día más necesaria. Imprescindible, diríamos. El dato es que en la Educación Media uruguaya (es decir tantos en liceos como en UTU de todo el país), sería apenas un 40% o menos de los estudiantes que comienzan este nivel, los que terminan el bachillerato en tiempo y forma, o sea, los que culminan estudios secundarios. Sin dudas hay una falla y no es menor. El porcentaje de niños uruguayos que finaliza el ciclo de Educación Primaria as alto. Pero despúes, ese porcentaje empieza a «desinflarse» tanto, que inmediatamente en el ciclo siguiente se reduce de forma brusca. ¿Desinterés?, ¿Desmotivación? ¿Familias que priorizan o deben priorizar otras cosas (como de repente una «changa») antes que el estudio? ¿Docentes (o quizás todo un sistema) que no logra seducir a los jóvenes con propuestas adecuadas? Todo puede ser parte de la explicación, que por supuesto debe tener múltipes aristas. Pero, ¿alguien tiene dudas que hay que dar un giro de timón? No creemos que alguien pueda oponerse a una reforma. Por supuesto que no significa esto improvisar

En un comunicado, la Federación anunció que continuará con el trabajo a reglamento y que a partir del viernes (pasado) realizarán paros sorpresivos, y agregan que lo harán: «teniendo como base mínima cuatro horas de paro por trabajador, a resolver cada sindicato de base».

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Debo decir que Pablo Mieres, el actual Ministro de Trabajo, no es un político de mi devoción. Pero lo escuchábamos el pasado miércoles en una rueda de prensa y dijo lo que muchos (si no la mayoría de los urugusyos) venimos pensando hace mucho tiempo: «El sindicato iba a recibir en un acuerdo salarial la recuperación completa de su poder adquisitivo en un plazo bastante breve y en un convenio a cuatro años. Lo que pasa es que no quiere firmar una cláusula de paz. No quiere firmar nada que le impida mañana volver a hacer conflicto por lo que se le cante».

Hay algo que es importante aclarar. Estaríamos de acuerdo con el sindicato si se negara a firmar algo que lo perjudicara, por supuesto, o que perjudicara a la población en general, eso es obvio. Pero en este caso, la cláusula de paz que el sindicalismo rechaza firmar, solamente le impone al sector sindical no adoptar medidas gremiales sorpresivas, sin previo aviso, exclusivamente por los temas que son objeto del convenio. Por cualquier otro tema no previsto, la FTIL o sus sindicatos de base quedarían liberados para adoptar medidas (es decir que de ninguna manera se les coarta en ese sentido la libertad) pero ni siquiera una formulación así, que no les está quitando libertad, les resulta suficiente. Entonces uno, con pena, tiene que razonar: lo que quieren es tener todos los beneficios que piden, que exigen, pero no asumir ninguna obligación a cambio.

Y eso es lo que no puede pasar en una sociedad. Lo que no puede pasar, en definitiva, o no debería pasar, es que nos acostumbremos (los sindicatos y cada uno de nosotros como individuos también) solo a pedir, solo a recibir pero sin estar dispuestos a dar algo a cambio, que en este caso es trabajo y compromiso de trabajo, nada más.

Porque así, ni en educación, ni en el sector lácteo, ni en nada vamos a poder avanzar como país. Es hora de cambiar las estrategias. Ya es hora.

contratapa por: Jorge Pignataro

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